CAP XXIX

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"¿Qué?" Preguntó Shinichi incrédulo. "¿Hijo de Vermouth?" Preguntó con un poco de descaro, sin entender cómo una criminal cómo Vermouth podía llegar a tener un hijo.

"Los humanos se reproducen, Kudo. No es tan extraño" Contestó Shiho, a diferencia de él, mostrándose más indiferente ante el dato. "Yo también soy madre pese a mi pasado." Dijo molesta por el doble significado de su pregunta.

"Me ha sorprendido, no sabía que Vermouth podía tener un primogénito." Se excusó.

"La cuestión es que el reloj de arena para poder parar esto ya esta en marcha." Dijo Shiho seria. "Y deberíamos obedecer a lo que pide mientras buscamos una alternativa para solucionarlo, porque no voy a poner la vida de mi hija en riesgo."

"Tienes razón." Dijo Kudo igual de preocupado.

"Ese tipo de información está en el ordenador principal de la policía científica. No agrupamos todos los archivos para que sea más difícil robarlos si intentan entrar en los ordenadores." Les informó Akai. "Está justo una planta interior, podéis recogerlo mientras nosotros intentamos descifrar el paradero de la llamada.

"Está bien." Suspiró Shiho. "Tendréis que darme la contraseña del equipo." Reclamó.

A pesar de haber utilizado ese ordenador anteriormente, el apartado al que necesitaba acceder, tenía una contraseña distinta.

"Toma." Le dijo Kudo, ofreciéndole cabizbajo una tarjeta de presentación suya, con la contraseña recién escrita.

"Gracias." Aceptó ella la tarjeta.

Sabía lo poco que le gustaba a Shinichi ceder ante las peticiones de los delincuentes, pero si la vida de su hija estaba en juego, debían ceder, contener sus emociones y actuar sin error posible en todo momento.

Ambas salieron de la sala para tomar las escaleras y la científica tuvo que frenar el paso para sujetar la barandilla con fuerza mientras otra ola de dolor cruzaba su cuerpo.

"¿Te encuentras bien?" Preguntó Ran un poco preocupada al notar que había parado el paso en seco.

Shiho sintió el corazón acelerado y la respiración entrecortada, pero siguió respirando hondo y manteniendo la calma.

"Sí, no es nada."

Llegaron al laboratorio y Shiho encendió el ordenador para acceder a él con la información que Kudo le había dado.

No sabía para que quería Eros esa información. Bueno, en realidad podía imaginárselo, pero no entendía porque lo quería ahora con esa urgencia.

Habían pasado años des de que Vermouth había fallecido.

En cuanto la sede cayó, había sido juzgada, esposada y condenada a una vida detrás de las rejas para siempre, pero poco después de ser encarcelada, decidió quitarse la vida en una celda de aislamiento. Acabar en la cárcel había sido un golpe demasiado duro para la asesina, el cual no pudo aguantar mucho tiempo para su sorpresa.

Rebuscó entre los documentos del equipo hasta dar con el maldito proyecto del apotoxín. ¿Cómo podía un proyecto afectar tanto aún pasando el tiempo y las generaciones?

Introdujo un pendrive y empezó a copiar la información necesaria, cuando las luces fluorescentes empezaron a parpadear vacilantes unos segundos antes de volver a la normalidad. Ambas se miraron dudosas, pero siguieron con su faena ante la presión que tenían detrás.

Shiho movió los dedos nerviosamente encima de la mesa, haciendo ruido cuando las uñas chocaban contra la mesa metálica mientras esperaba a que la descarga se completara por completo. Ran, que de todo ese tema sabía bien poco, se limitó a permanecer a su espalda sin molestarle, estando atenta por si la científica necesitaba de su ayuda.

El pasado no desapareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora