CAP XXXV

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Shiho cerró la puerta y apoyó la espalda en ella tras despedir a sus últimos invitados. Cansada, con ganas de tomarse una ducha relajante y estirarse a leer un poco si podía. Suspiró expulsando el aire lentamente y se acercó a la mesa para ayudar a acabar de recoger lo poco que quedaba, pero Kudo ya se había adelantado a ello.

El silencio volvía a instalarse en la casa. Akane y Shinobu dormían la siesta y los únicos ruidos que se escuchaban eran sus propios pasos recorriendo la casa. Se dirigió a buscar al detective y se lo encontró en la cocina, acabando de poner los platos en el lavavajillas.

"¿Ya está todo?" Preguntó sorprendida después de un vistazo rápido.

Shinichi apretó el botón para que empezase el programa y asintió guiñándole un ojo. "Todo listo."

"Entonces voy a ir arriba a darme una ducha antes de que se despierten, ¿Puedes encargarte de ellos mientras acabo?" Preguntó apoyándose en el marco de la cocina.

"No hay problema por eso, tomate tu tiempo." Le contestó con una sonrisa.

Ella asintió agradecida y subió al baño para preparar la ropa y encender el agua caliente.

Después de haberle vuelto a besar, se sentía más vergonzosa y cortada cuando se encontraba a solas a su alrededor. Ella no quería jugar con él ni mentirle, pero ya habían tomado la decisión de divorciarse y no quería que ninguno de los dos volviera salir mal heridos de todo eso. Estaban juntos en esa casa por sus hijos, y sus sentimientos, por primera vez estaban a un segundo plano.

Sus emociones estaban más sensibles desde que había tenido a su niño hacía apenas cinco días, sus hormonas seguían alteradas, su cuerpo cansado y su mente dispersa. No debía tomar ninguna decisión de la que no estuviese totalmente segura.

Pero ese beso había sido tan agradable.

Se tocó los labios con las yemas, aún recordándolo, sacudió la cabeza y se desvistió antes de meterse. El agua chocaba contra su cuerpo relajándole cada centímetro que tocaba. No sabía que estaba tan tensa hasta que su cuerpo había conseguido relajarse de nuevo. Salió de la ducha y envolvió su cuerpo en una toalla antes de secarse el pelo.

Bajó de nuevo las escaleras, sacudiendo su cabello aún un poco húmedo y se dirigió a la sala, donde Akane y Shinobu seguían durmiendo plácidamente, uno al lado del otro con la cara llena de paz.

"¿Quieres un té?" Le preguntó Kudo saliendo de la cocina con la tetera entre los dedos y un par de tazas en la otra mano. "Imaginaba que no tardarías en bajar." Le dijo con una sonrisa.

Ella asintió, intentando esconder parte de sus ojos tras su flequillo antes de sentarse a su lado, intentando dejar una distancia prudente mientras aceptaba la taza que le estaba llenando Shinichi.

"Gracias." Agradeció casi susurrando.

Él notó la incomodidad en su cuerpo al momento. Se conocían lo suficiente cómo para percibir las inquietudes del otro, no podían esconderse.

"Respecto a lo de antes..." Empezó Kudo.

La pelirroja agachó la mirada un poco avergonzada y apretó las yemas que sostenían la taza. No entendía cómo conociéndose desde hacía tantos años, aún tenía la capacidad de aumentarle los nervios de esa manera. Siempre había sido ella la que incomodaba y ponía nerviosa a todos con sus comentarios.

Levantó la mirada al acto al notar su mano sobre la suya y sus ojos se clavaron en los suyos.

"Kudo..."

El pasado no desapareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora