Akane crecía a pasos gigantescos. Por tener poco más de un año se le veía una niña realmente lista y espabilada. Sus piececillos ya se movían por todos lados, tambaleándose, pero con ganas de pisar e investigar todo el terreno posible a su alcance. Su cuerpo regordete también se veía más grande y formado, podía decir que ya no era tan bebé y parecía que crecía más a cada parpadeo que daba.
La niña pasó sin mirar por delante de Shiho para seguir recorriendo la sala con su grande lupa de juguete en la mano, observando todo su alrededor con mucha atención, jugando a ser detective como si estuviese buscando algún tipo de pista por toda la sala. Ella rió dulcemente ante esos gestos, no le hacía falta esperar a que creciese más para saber por que aficiones se decantaría o cuales empezaban a ser sus intereses. Le sorprendía cada día más su semejanza con su padre.
Agasa apareció con una tetera humeante de té para ambos y se sentó a su lado lanzando un suspiro cansado. Akane se acercó con la lupa para acercarla a sus zapatillas peludas y un poco desgastadas del uso, para mirarlas detenidamente.
"¿Estás buscando algo, cariño?" Le preguntó el profesor, haciendo un gesto de buscar algo a sus pies, sin saber bien que hacía o quería la pequeña.
"Te está investigando, profesor." Le contestó la científica con una sonrisa.
Amos se miraron riendo ante la situación y contemplaron como disfrutaba la niña con esas cosas tan simples. No era una niña problemática ni enfadadiza, sus ganas por conocerlo todo y su alegría iban siempre primero. Shiho desvió su mirada a su barriga apenas abultada, camuflada debajo de esa camisa ancha y apoyó una mano encima, acariciándola con cuidado y cariño. Sus ganas por conocer a su hijo o hija por nacer solo aumentaban a cada minuto que pasaba. Sentía muchos nervios por poder saber como sería, le intrigaba saber si sería otra calcomanía de Kudo o si esta vez se asemejaría más a ella.
"Espero no traer otro maniaco por los misterios en mi vientre. Akane es una locura cuando le salen los nervios e instinto de su padre, no puedo imaginarme a dos iguales." Acabó diciendo ella riendo y pensativa.
El profesor abrió la boca para quejarse pero una voz a su espalda se adelantó a él.
"Es hereditario, no se le puede hacer nada. Está en sus genes, puede que la culpa sea mía." Se escuchó decir con cierta desenvoltura.
Una voz varonil se acopló a la conversación des de el marco de la entrada, mostrando una sonrisa y a diferencia de la última vez, esta se veía más agradable y afable. Había entrado sigilosamente sin que ellos se hubiesen dado cuenta, después de todos esos años, él tenía las llaves de ahí por si acaso.
"Kudo." Ella se sorprendió mucho al verle, sobre todo después de volver a discutir la última vez y soltarle esa bomba antes de irse. Hacía tres semanas que no se veían y había supuesto que la evitaba a causa del último tema de conversación que tuvieron. No le culpaba por ello tampoco, cada uno necesitaba su tiempo determinado para digerir las cosas.
"Hola, perdona por no avisar que venía, a Fusae se le escapó de que estarías aquí hoy y quería venir a disculparme contigo por como me he comportado hasta ahora." Dijo Shinichi tranquilamente, pero con cierto miedo en su voz. Ella a diferencia, se quedó mirándole asombrada.
El profesor Agasa, que notó que sobraba al momento, se levantó rápido del sofá y empezó a buscar algo entre el pilón de trastos desordenado de su escritorio hasta dar con un muñeco un poco extraño. "Yo debería ir a arreglar esto en el sótano. He recordado que necesito arreglarlo para una feria próxima. Si me disculpáis me pongo a ello." Se excusó como pudo, dirigiéndose al sótano sin decir nada más para dejarles algo más de intimidad.
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El pasado no desaparece
RomanceTras la derrota de la organización y la relación fallida de Ran y Kudo, el detective acaba enamorándose de la chica pelirroja. Su relación parece ponerse a prueba años después con la vuelta de Ran a la ciudad. (Historia editada y corregida) COMPLET...