Lo que sucedió fue...

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Lo que sucedió fue que hizo lo que pocos se atrevieron y traspasó los límites de mis fronteras, incluso vestida por el miedo y la ansiedad. No necesitó despojarme de la ropa para dejarme al desnudo delante de su ardiente piel, aquella que siempre fue tan suave y una tentación para mi paladar. Se aprendió cada uno de los idiomas en los que está escrita mi vida, mi alma, mis acciones, mi personalidad y mi dolor. No quedó ni una sola página que no tocara e hiciera suya, se apoderó incluso de las páginas en blanco grabando su nombre en las esquinas haciendo saber que no importa quien llegue a mi vida porque una parte de mí siempre le pertenecerá. Y me encantaría, en serio me encantaría, que no me conociera tan bien, el problemas es que ya no hay nada que hacer al respecto incluso aunque me arranque las páginas sé que buscará la forma de volver a escribir la historia con tan solo una caricia en relieve y a la distancia, que las huellas digitales no pueden borrarse. Sin importar cuanto le ha costado asimilar la información sobrecargada de sentimentalismo y complejidad, de esa profunda y absurda pero tan rica en esencia que siempre está presionando por obtener más, argumentando que no le aburre, que no le cansa. Cierro los ojos y aún puedo sentir como introdujo sus dedos en mi interior, los clavó tan hondo y con una velocidad alucinante que no medio tiempo de reaccionar y decir que NO, como si aquello fuera posible.; cuando dije que me retiraba lo entendió, la cuestión fue que la lectura le hipnotizó y como aún no había terminado, prosiguió, volvió adentrarse, a buscar lo que quería llevándose un par de sorpresas gratificantes pera irse con las manos llenas y la mente en caos. Puede leer otras historias, puede conocer y releer otras historias, puede conocer y releer otros libros, pero te puedo apostar que le mío ninguno lo va a superar. 

Un sueño a través de letrasWhere stories live. Discover now