Aviso avisador: Está es una primera versión de una historia que empecé a escribir cuando tenía 12 años, por lo que tiene partes muy cringe, leer bajo su propia responsabilidad. Queda debidamente avisado.
(Versión mejorada: próximamente en mi perfil)...
06 de Septiembre del 2025 Francia Oficina de la reina 08:50 PM
—¿Quién es este, mami?— preguntó Aegon mientras señalaba al adolescente que estaba en la foto.
Ambos estaban en el suelo de la oficina organizando sus viejos libros y álbumes.
Mal se acercó y examinó la fotografía en cuestión... Sintió que su garganta se cerraba al reconocer al sonriente chico que envolvía un brazo alrededor de sus hombros ignorando su mala cara.
—Él es... —se aclaró levemente la garganta—, él es mi hermano menor, Kahlid.
Aegon abrió mucho sus ojos totalmente asombrado —¿Tengo otro tío?
Por supuesto, él no lo sabía, según sus hijos los únicos tíos de sangre que tenían eran Hadie y el difunto Murad.
—¿Qué le pasó? —preguntó sin esperar respuesta a su pregunta anterior, después de todo, él ya sabía lo que iba a decir.
—Murió.
—Si, eso es obvio. ¿Pero, cómo murió?
Pasó las páginas del álbum hasta encontrar una en donde no hubiera rastro de su medio hermano.
—No lo recuerdo.
Por supuesto que lo recordaba, lo recordaba con demasiada claridad para su propio bien, pero no iba a decirle a un niño de seis años que le pegaron veinte tiros a su tío solo por ser hijo de Maléfica y Jafar.
—¿Cómo era él? —preguntó queriendo cambiar el rumbo de la conversación después de notar la mentira de su madre.
La reina suspiró profundamente y se obligó a dejar que los recuerdos de su hermanito inundaran su mente.
—Físicamente no se parecía mucho a mi, tenía los ojos negros... No era extremadamente alto pero tenía una altura aceptable.
—¿Y su forma de ser?
Permitió que una sonrisa triste adornara sus rasgos.
—Era amable, muy amable... Siempre pensé en él como un cobarde, es decir, en cierta forma lo era, solía esconderse detrás de mamá por cualquier cosa. También era muy inteligente, le gustaba mucho la matemática —parpadeó varias veces para auyentar las lágrimas—, no merecía estar en la isla.
Aegon miró fijamente el suelo, sentía el fuego recorrer sus venas como cada vez que su madre sufría por el tiempo que había pasado en la isla.
En su interior se permitía sentir ira hacia su abuelo paterno por sus tontas decisiones, si sus padres no lo sabían no podían convencerlo de que estaba equivocado, por lo que nunca exteriorizaba esos sentimientos.
—¿Eran muy cercanos?
—No —negó con la cabeza— no lo soportaba, siempre fue el favorito de mi madre —rió con ironía— algo ilógico considerando que nunca se interesó en ser malo.
—¿Te caía mal solo por eso?
Mal bufó mientras volvía a negar.
—No soportaba que fuera tan cobarde.
El príncipe heredero asintió sabiendo que a su madre no le agradaban los cobardes, decía que era traidores en potencia.
—Además, detestaba a su amigo.
—¿Su amigo?
—Ezra.
El niño frunció el ceño al escuchar el nombre del hijo del astrónomo que ayudó a Jafar.
—¿Por qué?
Mal le sonrió sarcásticamente y puso los ojos en blanco.
—Podría decirse que yo era bastante narcisista de pequeña. Pensaba que Ezra no valía la pena solo por ser el hijo de un secuaz.
Ambos saltaron ligeramente al escuchar unos golpes en la puerta, giraron hacia atrás solo para ver a Ben parado debajo del marco con expresión de reproche.
—Ya es muy tarde para que estés despierto Egg, mañana tienes clase.
El príncipe gimió con fastidio antes de mirar a Mal con la esperanza de que ella intercediera.
La reina le sonrió a su primogénito de forma amorosa y le acarició la cabeza.
—Ve, mañana en la tarde terminamos, déjame levantar todo esto y voy a darte las buenas noches.
Mientras el niño se alejaba quejándose, Ben entró a la oficina y ayudó a su esposa a recoger el desorden.
—¿Está todo bien?
Mal se encogió de hombros.
Estaba segura de que más tarde iba a tener esa estúpida pesadilla en la que escuchaba los disparos y después se encontraba a si misma sosteniendo el cuerpo desangrado de su hermano.
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