15 junio del 2026
Inframundo
Entrada del tártaro
03:57 PMUn escalofrío recorrió la espalda de Aegon, observó con cautela el abismo que se hallaba ante él.
Tenía la sensación de que no debería estar allí, había algo, muy fuera de su comprensión, que le hacía querer alejarse y acercarse al mismo tiempo.
“Los héroes ya no son lo que eran antes”.
Saltó hacia atrás, sorprendido al escuchar una voz, profunda y tenebrosa, que parecía hablarle al oído.
Una risa ronca resonó en la caverna, era la risa malvada más cliché del mundo. Por alguna razón, eso lo hizo sentir mejor, quien quiera que fuera el dueño de la risa, debía estar muy desesperado para esforzarse tanto en parecer tenebroso.
—¿Quién eres? —demandó en voz alta, sintiéndose algo tonto por hablarle a la nada.
“El cuarto de tu estirpe, aquella que realmente importa”.
Dió otro paso atrás, tenía un muy mal presentimiento y se encontraba demasiado cerca del borde para su gusto.
—¿Qué es lo que quieres?
Se encogió un poco al notar que la voz se le había quebrado por el miedo, por primera vez en muchos años había sonado como un niño pequeño.
Que lo era, supuso, por mucho que presumiera tener siete años, sabía que su escasa edad era insignificante en comparación con la que debería tener la aterradora voz.
“Si tanto quieres averiguarlo, acércate, pequeño héroe”.
La forma en que lo dijo, como si deseara aplastarlo solo por darle ese calificativo, le provocó otro escalofrío.
Pensó en lo que había mencionado la voz, algo acerca de una estirpe, una que en verdad importaba.
Considerando que se encontraba en el inframundo, debía estar hablando de los dioses.
Alguien aterrador, encerrado en el inframundo, emparentado con él y que poseía un particular desprecio por los héroes.
“Acércate, Aegon Beast”.
Caminó a trompicones, su madre le había dicho que debía tener mucho cuidado con aquellos seres que pronunciaban su nombre completo, él no se atrevía a darle la espalda al abismo.
Porque si tenía razón, aquella voz desconocida debía ser...
—¡Aegon!
Gritó al sentir que alguien lo jalaba del brazo.
—¡Déjame ir, titán loco! —lanzó puñetazos y patadas al aire—, ¡mamá, papá, ayuda!
La persona jaló más de él y lo rodeó con los brazos, restringiendo sus movimientos.
—Ey, cálmate —susurró—, soy yo mikros prinkipas*¹.
—¿Giagiá?*²
Se relajó, saliendo de la bruma de miedo que lo había invadido.
—Sí, pequeño —le sonrió Perséfone—, ¿qué estabas haciendo allí?
—Es que me dió curiosidad, no sabía que él estaba ahí —farfulló.
Dejó que lo abrazara, su aroma floral lo ayudó a calmarse como siempre.
—Debes tener más cuidado —le acarició la mejilla—, vamos, Hades debe estar buscándonos.
La siguió, fuertemente aferrado a su mano, sintiendo que si la soltaba, aquella voz volvería a molestarlo.
—¿Podemos...? —tartamudeó en la entrada del palacio—, ¿podemos mantener en secreto lo que pasó?
Perséfone le lanzó una mirada preocupada.
—Es que no quiero molestar a mis padres, mamá es tan paranoica todo el tiempo, no me dejará volver aquí.
La reina del inframundo suspiró.
—Tal vez eso sería lo mejor —opinó—, pero está bien, no diré nada.
Aegon le sonrió agradecido.
—Pero —agregó—, si pasa algo, si tienes algún sueño raro, debes decírmelo de inmediato, ¿entendido?
—Sí, giagiá.
Durante mucho tiempo tuve la intención de escribir esto, pero nunca me lo propuse en realidad... Hasta ahora que ando viciada con Percy Jackson.
Espero que hayan podido adivinar quién era la voz del abismo.
*1 MIKROS PRINKIPAS: pequeño príncipe.
*2 Giagiá: abuela.
Cuídense.
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Relatos de una familia real (Primera versión)
FanficAviso avisador: Está es una primera versión de una historia que empecé a escribir cuando tenía 12 años, por lo que tiene partes muy cringe, leer bajo su propia responsabilidad. Queda debidamente avisado. (Versión mejorada: próximamente en mi perfil)...