Aviso avisador: Está es una primera versión de una historia que empecé a escribir cuando tenía 12 años, por lo que tiene partes muy cringe, leer bajo su propia responsabilidad. Queda debidamente avisado.
(Versión mejorada: próximamente en mi perfil)...
13 de Febrero del 2037 Francia Invernadero del castillo 02:30 PM
Benjamín se adentró en el invernadero en busca de su padre.
—¡¿Papá, estás aquí?!
Avanzó con cuidado, no quería dañar ninguna planta.
—¡Al fondo, Benja! —la voz del rey sonaba ahogada, como si llevara tiempo haciendo esfuerzo.
El niño de seis años se dirigió hacia donde su padre le había indicado, al llegar no pudo evitar confundirse al encontrarse con semejante visión.
—¿Qué estás haciendo?
Ben se secó el sudor que recorría su frente con el dorso de su brazo para evitar llenarse de tierra.
—Creo que es bastante obvio.
—No sabía que te interesaba la botánica, pero siento el deber de informarte que el objetivo es cuidar las flores, no arrancarlas.
Ben se volvió hacia su hijo con cara de pocos amigos.
—¿Enserio? —al ver la sonrisa socarróna de Benja puso los ojos en blanco—, son para tu madre.
—Pero... No son rosas —señaló lo obvio.
—¿Y eso que tiene que ver?
El niño se balanceó sobre su pies.
—Pues, que hasta donde yo sé las orquídeas no tienen un gran significado romántico.
Se estiró para verlas mejor, eran lindas y parecían pertenecer a una variedad poco común en esa región.
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—Son sus favoritas.
—Ah, bueno —nunca había imaginado que su madre tuviera una flor favorita.
—No te sientas mal por no saberlo —lo tranquilizó su padre—, Mal no parece ser el tipo de mujer al que le gustan las flores.
—¿Ella sabe que están aquí?
Ben negó con la cabeza.
—¿Cómo es que no lo ha descubierto?
—Le dije que habían serpientes —respondió con una sonrisa, a Benjamín le pareció un poco cruel aprovecharse de esa forma de el inexplicable miedo de su madre hacia esos reptiles— ni siquiera ha intentado acercarse.
—¿No es más fácil comprar las flores y listo? —sentía que estaba siendo muy preguntón, pero en su defensa, no todos los días uno se encontraba con el rey de Auradon recogiendo orquídeas para su esposa.
—Tal vez, pero nunca es igual.
—¿Qué sentido tiene ocultarselas?
Ben observó a su hijo durante unos segundos, pensando en su respuesta.
