Salud

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03 de Noviembre 2030
Francia
Aposentos reales
03:00 PM

Con los ojos cerrados, la reina de Auradon sonrió, permitiéndose disfrutar el momento de paz que compartía con Scorpius.

Era domingo y no tenía nada que hacer, por lo que había decidido seguir el ejemplo de sus hijos y dormir una siesta después del almuerzo.

Permaneció inmóvil para no despertar a su hijo, se quedó así durante unos minutos, abrazándolo y sintiendo el calor que desprendía el cuerpo del pequeño.

Abrió los ojos, y sonrió aún más al notar el sonrojo que invadía las mejillas de su hijo.

Aún recordaba lo asombrada que había estado la primera vez que vió a un niño pequeño en Auradon, ya que, según lo que ella sabía, los niños menores de díez años eran criaturas escuálidas y enfermizas que siempre estaban quejándose o haciendo un berrinche.

Ahora estaba más que acostumbrada al aspecto saludable de los niños de Auradon, después de todo, todos sus hijos habían sido (o eran) bebés regordetes, con mejillas sonrosadas, y una alegría casi inquebrantable.

"Aunque la razón de eso último es bastante obvia" pensó, mientras Scorpius se acurrucaba más cerca de ella "son muy jóvenes, y no saben lo que es el hambre, ni el miedo... Afortunadamente"

Cada vez que veía a sus hijos, sentía que todos sus esfuerzos por unir Auradon y La isla de los perdidos habían valido la pena. Saber que sus pequeños tenían una vida larga y segura por delante, la reconfortaba más que cualquier otra cosa en el mundo; y saber que ella tenía mucho que ver con el mundo tranquilo en el que se estaban criando, la llenaba de orgullo.

Relatos de una familia real (Primera versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora