Si bien Aberforth había sentido curiosidad sobre cómo Albus se lo pasaba tan bien con el rubio, rápidamente este sentimiento se transformó en irritación. Todos sabemos que el hermano mediano de los Dumbledore no era muy paciente, y por ello, en seguida notó que Albus estaba descuidando a su hermana, la casa, y todo. Cada vez salía antes y volvía más tarde, siempre radiante de felicidad.
Por otra parte, Albus no podía estar más feliz. Ciertamente, las ideas que al principio sonaban tan inalcanzables, ahora sonaban emocionantes. Por fin saldría de Godric's Hollow, por fin vería mundo, sería poderoso, tendría La Paz entre mundos y estaría con Gellert. Bueno, eso no lo admitió aún.
Estaba sentado en su cama, mirando al techo mientras pensaba cuando de repente, se acordó de que había quedado con el susodicho en diez minutos, cerca de la plaza del pueblo. Se miró al espejo, retocando su cobrizo cabello y se dispuso a bajar las escaleras a toda prisa. Divisó a Aberforth, preparando el queso de cabra que probablemente iba a vender, y en la mesa del comedor, vio a Ariana dibujando tranquilamente.
-¿Ya te vas? Pero si apenas son las Díez de la mañana.-
Dijo su hermano al percatarse de su presencia. Albus titubeó levemente sin saber muy bien que decir para no cabreaelo a primera hora.
-Yo... este... hoy prometo volver temprano, hoy pasaré más tiempo con vosotros.-
Dijo lo primero que se le vino a la cabeza. Maldiciendose internamente porque no se veía capaz de cumplirlo, ya que para él, las horas pasadas con Gellert eran segundos.
Su hermano alzó una ceja no muy convencido y siguió a lo suyo. Albus salió de la casa rápidamente para evitar seguir la conversación.Revisó su reloj varías veces, no iba tarde. Se sentó a esperarlo en un banco y revisó de nuevo su reloj. 9:55. De repente, alguien tocó sutilmente su hombro.
-Vaya, vaya, ¿pero que tenemos aquí? ¿Acaso es un pelirrojo madrugador?-
Un violento sonrojo se hizo presente en las mejillas del Dumbledore. Quiso pensar que por vergüenza, ya que supo enseguida que hacía ese comentario porque la última vez, llegó un poco tarde por culpa de su hermano.
-Buenos días Gellert, hoy parece que yo llegué antes.-
Dijo de la manera más natural posible, aunque era evidente por la mueca de diversión de más alto, que este se había percatado de sus mejillas ardientes. Toda una ternura para el.
-No se a qué esperamos, tengo algo importante que enseñarte.-
Dijo en un tono neutro, curiosamente, el joven Albus se percató de un libro que traía entre sus brazos. En seguida se puso en pie.
-Eh... si quieres, podemos ir al cobertizo de mi casa, allí no nos molestaran, no tengo ganas de volver al bosque, el césped estará mojado.-
Fue una excusa algo pobre para traer por primera vez al rubio a su casa. Vio de reojo como el rubio alzaba una ceja, algo escéptico, pero no objetó nada.
-Como digas, vamos ya.-
Ambos adolescentes comenzarían a caminar, en silencio, algo incómodo quizás, pero realmente no importó pues la casa de Albus estaba muy cerca.
El mayor de los Dumbledore abrió la puerta, Aberforth los miró al entrar, en seguida vio al rubio entrar a la casa tras su hermano y no pudo evitar carraspear.
-¿No me presentas al invitado, Albus?-
Dijo con un ligero tono molesto que Gellert no pasó por alto. Albus maldijo internamente.
-Es solo Gellert, no hace muy Buen Día así que hemos pensado en quedarnos en el---
Se vio interrumpido abruptamente.
-En su habitación, tú hermano iba enseñarme su habitación, está apunto de llover, ¿sabes?-
Mientras Aberforth los miraba, Albus miraba al piso con la cara ardiendo, y Gellert solo mantenía una expresión neutra, aunque por dentro estaba regocijándose por lograr esa reacción en el pelirrojo.
En seguida subieron a la habitación, también en silencio, pues el pelirrojo no se dignaba a mirarlo por una tremenda vergüenza.
-Uy, esto es muy acogedor. Cuantos libros, se ve que eres un chico muy ordenado.-
Dijo Gellert pasando su vista por la habitación del pelirrojo, viendo muchas estanterías de libros, su escritorio bastante ordenado, aquella cama que parecía tan cómoda y el gran ropero, también muy ordenado. Además de los cuadros y lo que parecía ser un escudo de su época de estudiante colgado en la pared, en el que se leía, "Gryffindor"
Albus se sentía algo nervioso al tener a aquel chico que no hacía más que rondar su mente estudiando su habitación. Finalmente sintió un peso a su lado en el colchón, Gellert se había sentado en su cama, a su lado.
-Esto es un libro que he conseguido del estudio de mi tía, tiene información esencial, lo que leído hasta ahora es que la varita de saúco podría tenerla un fabricante de varitas, pero tenemos que profundizar más para hallar su nombre y ubicación. ¿Me ayudas?-
Preguntó lo último de manera lenta, arrastrando las palabras, consiguiendo que Albus por fin levantara la mirada del piso hacía él, asintiendo.
-Claro, por su puesto.-
Fue a buscar papel y plumas, para entonces, tenía a un rubio tumbado boca abajo en su cama, leyendo con sumo detenimiento unas páginas. Este le hizo un hueco y con el corazón a mil, aún sin saber por qué, se tumbó igual, boca abajo a su lado.
Pudieron pasar fácilmente dos horas, cuando habían ya varios pergaminos escritos por las dos caras. Albus leía en voz alta mientras el rubio escribía a toda prisa. Realmente juntos sacaron conclusiones más rápido.
-¡Gregorovitch!, ¡Gellert, así se llama!-
Exclamó el pelirrojo tras horas de trabajo, rápidamente Gellert, subrayó ese nombre con la pluma en el libro, recuadrandolo. Levantó la mirada hacia su acompañante.
-Eres realmente brillante, Albus Dumbledore, no habría logrado esto sin ti.-
Halagó el de ojos bicolores, a la vez que pasaba una mano por el cabello del pelirrojo, de manera afectiva, la sonrisa de Albus se ensanchó, sintiendo con aquel tacto una felicidad inmensa.
-Ah, por cierto, tengo algo para ti.-
Se incorporó ligeramente, sacando del bolsillo de su pantalón un colgante, con el símbolo de las reliquias de la muerte. Se lo extendió y con sumo cuidado, Albus lo tomo en sus manos observándolo.
-Pensé que como somos compañeros en la búsqueda, estaría bien que tuvieras uno igual al mío.-
Metió la mano en su camisa, sacando un colgante idéntico al suyo. Le hizo un gesto para que se girara y se lo colocó alrededor del cuello con cuidado. Albus estaba sumamente tieso ante su tacto, hasta que sintió la respiración calmada del contrario chocar contra su nuca.
-Te queda de maravilla, Al.-
Susurró, dejando en la zona un pequeño beso.
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Gellert & Albus
FanfictionEn esta historia, contaremos la historia de un shipp de la saga de Harry Potter: Grindeldore. Es evidente que la información que nos dieron en AF y AF2 es insuficiente, por lo que contaremos en este fanfic lo que pasó entre ambos, desde sus puntos d...