VIII. You're not mental, just in love

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Albus se encontraba mirando un punto fijo en la pared. Estaba sentado en un sofá color pistacho, con la mirada fija en la chimenea delante suyo. A su lado, se encontraba el rubio, mirándolo. No lo iba a negar, la mirada de Gellert lo atravesaba como una flecha, pero no iba hablar. Literalmente se sentía incapaz de hablar sin romper en llanto.

-Llevas media hora así. Pero no tengo sueño, podemos estar así toda la noche.-

Dijo serio el rubio, pero no consiguió que el pelirrojo se volteara a verlo, si quiera de reojo. Llegó de La Cocina Bathilda, que le traía un té frío, y lo miró con preocupación.

-Ay querido... estás sudando. Ese golpe que tienes es muy feo, ¿que ha pasado?, ¿quien ha sido?.-

Silencio total. No quería ser descortés con aquella mujer que le había ayudado millones de veces, siendo esta una más, pero era incapaz. Por su parte, Gellert sabía perfectamente quién le había proporcionado aquel golpe, y aunque se mostraba tranquilo y paciente, por dentro ya estaba haciendo una lista de maldiciones.

La mujer acariciaba el hombro del pelirrojo, y miró a su sobrino. Gellert le dirigió una mirada, y después también miró a su Albus, estaba hecho una furia y en cuanto su Tia se marchara iba a devolverle ese golpe pero multiplicado por cuatro a su hermano.

-Albus dormirá en mi cuarto. Yo dormiré en el sofá esta noche.-

Murmuró acariciando el hombro de Albus. El pelirrojo sabía que Gellert estaba enojado, y sabía lo que se venía.

-Está bien. Acompaña a Albus, yo también me iré a dormir. Buenas noches muchachos.-

Les sonrió de lado antes de subir las escaleras. Cuando ella se hubo ido, la mirada de Gellert hacia Albus se endureció.

-Nunca debí irme de allí. No sé que ha pasado, pero como no me lo cuentes tu, voy a buscar personalmente a tu hermano, ¿está claro?-

Dijo poniéndose en pie tras un silencio más de Albus. Este lo siguió escaleras arriba sin decir nada, casi ni se le oía respirar. Era la primera puerta nada más subir, al lado derecho del pasillo.

Cuando Albus levantó la mirada, estaba en un cuarto un tanto pequeño, ya que era el de invitados. Había una cama individual pegada a la pared con una mesita de noche, un escritorio en la ventana y un armario no muy grande. Había varios pergaminos en el escritorio. Gellert le abrió la cama y abrió el armario, sacando un pijama azul cielo.

-Yo no duermo con pijama, úsalo tu.-

El pelirrojo asintió levemente y lo echó a la cama. Gellert lo tomó del brazo levemente y lo volteó en su dirección. Albus no dijo nada, sólo lo miro y Gellert le devolvía la miraba intensamente.

-Habla conmigo, por favor. No voy a hacer nada, sólo quiero saber lo que te ha pasado, tienes un puñetazo en la cara...-

Estiró el brazo de manera lenta, para no sobresaltarlo, y lo pasó por el pómulo del contrario, en forma de caricia, casi un roce de dedos nada más. En seguida comenzó a soltar pequeños quejidos y cerró levemente los ojos. En un intento de tranquilizarlo, el rubio lo acercó a él por la cintura y dejó un suave camino de besos por todo su mentón, desde su oreja acabando en la barbilla.

-Gellert... yo...-

Fue un simple murmuró, pero por la expresión de su rostro, el rubio supo que debería darle tiempo. En la mente de Albus se estaba librando una batalla campal. Los besos y caricias de Gellert, lo hacían sentir en un paraíso, pero por otra parte, las palabras de su hermano resonaban en su cabeza.

"Maricón"

"Eres un maldito maricón"

Todas las sensaciones que el rubio le hacía sentir eran completamente nuevas y distintas, ¿quien le iba a decir que su beso más especial hasta el momento iba a ser con un chico? Nadie, porque eso sonaba a enfermo...
Por primera vez, el pelirrojo se estaba tomando en frío sus pensamientos. Desde el punto de vista de una persona externa, era vergonzoso ver a dos chicos... actuando de esa manera. Era algo sin duda poco ortodoxo y al igual que su hermano, todos iban a darle la espalda y murmurar, no olvidemos que es un pueblo pequeño.

Gellert & Albus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora