VII. I think I like you

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Al menos había pasado una hora entera, y los muchachos seguían allí. Gellert miraba el cielo fijamente, con la cabeza en otra parte, mientras que Albus había quedado dormido.

Gellert se había dado cuenta de aquello, parecía que aquel beso había tranquilizado al pelirrojo, pues tenía una expresión tranquila durmiendo. Entendía perfectamente que Albus no fuera feliz aquí, estaba obligado a mantener a sus hermanos, y eso le anclaba en este pueblo. Además, las peleas con Aberforth que tanto le había contado, tenían pinta de ocurrir todos los días, y no olivarse de Ariana, la menor de los tres, que en un ataque de ira o tristeza podría acabar con su vida como hizo con la de su madre. Era normal que Albus quisiera huir de aquí.

Quería ayudarlo, pues el tampoco era de lo las feliz en casa de su Tia, por eso ahora mismo se encontraba buscando posibles soluciones para irse con él de Godric's Hollow, encontrar un lugar donde vivir juntos y seguir investigando, para que no dentro de mucho, ambos puedan convertirse en maestros de la muerte con las reliquias y poner paz entre los mundos, todo esto, a su lado. Que bien sonaba pensarlo así. Se sorprendió a si mismo contemplando a Albus dormir pacíficamente, con los labios entreabiertos, escuchando su tranquila respiración. Cuanta calidez le transmitía, aún sabiendo lo frío que era él.

Parecía que el cielo estaba empezando a ponerse con ese precioso color rosado y violeta, que indicaba el atardecer. Sin duda desde aquel lugar que Albus le había enseñado todo se veía más bonito de lo normal.

-Tempus.-

Dijo agarrando su varita para ver la hora. Recordando que era verano y por lo tanto, anochecía más tarde, vio que casi eran las ocho de la tarde. En Inglaterra eso ya significaba de noche en un día de invierno. Un ligero viento se comenzó a levantar, más frío y escuchó a Albus hacer una especie de quejido mientras se removía en la manta. Le sacudió ligeramente hasta que abrió los ojos.

-Al, venga, despierta. Es tarde y comienza a hacer fresco.-

Dijo suave, ya que recién abría los ojos el pelirrojo, quien asintió poniéndose en pie con dificultad. El rubio hizo lo mismo e hizo levitar la manta y enrollarla para que cupiera en La Bolsa. Albus no paraba de frotarse los ojos y bostezar con pereza. Sin duda esta noche le costaría dormirse después de esa siesta.

-Aberforth me va a matar...-

Murmuró para sí mismo y Gellert tomó su mano para salir juntos del bosque.

. . .

El camino de vuelta al pueblo fue igual de silencioso que el de ida, la única diferencia era que ahora era un silencio cómodo para ambos. Caminaron de la mano hasta llegar a la calle principal del pueblo, donde los pocos jóvenes que vivían allí seguían hablando o de paseo, aprovechando la temperatura más agradable y que al ser verano, podían estar hasta tarde.

Antes de seguir caminando, Albus soltó su mano, cosa que hizo que Gellert lo mirara confundido, pues llevaban todo el viaje de la mano y no veía por qué soltarse si aún no llegaban a sus casas. El pelirrojo se dio cuenta de la mirada y se la devolvió.

-No podemos aparecer juntos de la mano en pleno pueblo... sería raro, ¿no?-

Dijo algo incómodo, ya que pensaba que era evidente. Gellert por fin lo entendió. Vaya, eso lo molestó levemente. Realmente quería caminar de la mano con Albus, y él tenía miedo a que les recriminaran. Albus tomó con delicadeza La Bolsa con la manta que el rubio llevó y le murmuró un "Gracias" antes de caminar hacia su casa, sabiendo lo que se venía inevitablemente.

-Espera. Quiero acompañarte a tu casa, ¿también sería raro eso?-

Preguntó el rubio mirando al suelo, era un chico que realmente no entendía por qué no podía ir con Albus por ahí de la mano, ya que para él era de lo más natural, aunque sabía perfectamente que para los demás no.
El pelirrojo se volteó a mirarlo, sabiendo lo que pasaba por su mente.

Gellert & Albus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora