V. I don't like your friend

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Lo único que Albus escuchó, fue los pasos de Gellert, que acababa de salir de su habitación como si nada. Mientras el, bueno, el casi estaba en otro plano astral.

La zona que había sido besada, por decirlo de alguna manera, ya que había sido casi un roce de sus labios, ahora cosquilleaba, y sentía su pecho estallar, además de un sonrojo que parecía no irse.

Ese chico si que sabía cómo dejarlo a su merced.

Miró a la cama, la cual ahora se encontraba llena de pergaminos con anotaciones que habían hecho entre los dos, y los retiro con cuidado, guardándolos en un cajón de su escritorio. Después se recostó en su cama, intentando despejar su mente mirando al techo de madera.

. . .

Había pasado un rato desde que abandonó la casa de los Dumbledore. La mente de Gellert tampoco estaba muy despejada, pues el pensaba que solo tenía intenciones de averiguar más cosas, pero, al parecer también encontraba muy divertido provocar reacciones tiernas en el pelirrojo.

Realmente no sabía por qué había terminado por irse de aquella manera, cuando solo quería darle el collar, pero no, el tenía que ver la cara que se le quedaba al sentir un beso, fue un impulso. Un impulso que provocó que tuviera ganas de seguir por ese camino.

"¿Pero en que diablos estaba pensando? No, Albus es una ayuda, una oportunidad de encontrar cosas más rápido, no una distracción"

El joven no paraba de reprenderse a sí mismo. De echo, no era capaz de terminar de leer una simple hoja de un libro, porque cada dos palabras se preguntaba el por qué de ese comportamiento que nunca había tenido, no antes de conocer al Dumbledore.

. . .

Al menos una semana había pasado desde aquel encuentro. Ambos se escribían alguna que otra carta, pero no volvieron a quedar. Hoy era un día especialmente caluroso, y por precaución, la Tia Bathilda le había recomendado que no saliera. Tampoco tenía muchas ganas de coincidir con el hermano del pelirrojo, y, aunque no quisiera admitirlo, no quería que "su distracción", como lo había apodado después de ese momento, anduviera cerca y lo distrajera más.

Albus comenzó a sentirse algo desanimado. Después de aquel momento ligeramente más íntimo, el rubio no se presentaba, ni daba indicios de querer verlo de nuevo. A veces cruzaba por su mente la idea de que aquel roce había sido un mero error del que Gellert se arrepentía. Ante aquel negativo y además, erróneo pensamiento, pasó una mano por su nuca que hacía días había sido besada y dejó escapar un pequeño suspiro.

La puerta se cerró de golpe, entonces supo que Aberforth había regresado de vender leche y queso. De repente, un grito lo sorprendió.

-¿¡Albus?! ¿Donde estás?-

Prefirió bajar cuánto antes, no quería cabrear más a su hermano y comenzar otra tonta pelea.

-Ya estás en casa, ¿que tal las ventas?-

Preguntó de manera tranquila, poniendo los brazos tras su espalda. Aberforth se cruzó de brazos, estaba sudando entero, se notaba que hacía mucho calor fuera, y estaría cansado.

-Bien, las ventas bien. ¿Y que tal nuestra hermana? Porque yo no la veo por aquí.-

Dijo seriamente, se notaba a la legua que una nueva discusión comenzaría pronto, y lo peor, es que esta vez Albus no tenía disculpa, pues su única tarea era de no quitarle el ojo a su hermana.

Gellert & Albus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora