The Duel pt.2

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De un momento a otro, el mundo del joven Albus Dumbledore se había caído. Estaba claro que su relación con su hermano era pésima no, lo siguiente, pero en la vida se le habría pasado por la cabeza cruciarlo y verlo sufrir así. Intentó conectar su mirada de súplica con la de Gellert, pero le horrorizó ver que este simplemente miraba indiferente a su hermano, esperando que se defendiera.

—¿¡Que haces por Merlín?! ¡Detente!—.

Aquel grito de Albus probablemente lo habrían escuchado en el pueblo, casi se hacía daño en la garganta y todo. Por un instante, Gellert lo miró y decidió parar, haciendo que el atacado se levantara de golpe temblando de rabia y apuntando, pero Albus se interpuso. No iba a permitir que nadie saliera herido de aquel duelo.

—Albus o te quitas o me temo que vas a salir mal.—

Su voz ligeramente ronca lo hizo estremecer, pero este negó sin moverse un paso, con lágrimas en sus mejillas mientras lo miraba fijamente, buscando aquel Gellert cariñoso con el que se había topado aquel día que se mudaba tras esos ojos deseosos de duelo, pero no lo encontró, de hecho, notaba como la mirada del rubio se enfurecía por minutos, y eso le hacia sentir pequeño, pero aunque no lo admitiera, siempre supo que Gellert era extremadamente ambicioso y cabezón. No permitía que nadie se interpusiera en su camino, fuera quien fuera. No le importaba que fuera la familia de Albus.

¿Pero cómo podía maldecirlo así? Las imperdonables estaban prohibidisimas y penadas con el ingreso a Azkaban, aun recordaba como se llevaron a su padre por hacer lo mismo. ¿Como había aprendido a usarlas?

—¡Albus, que te apartes! No lo repetiré más.—

Comenzó a alzar la voz, algo raro en el reservado albino, pero dada la tesitura de la situación, lo raro sería que no chillara. No iba a engañarse, estaba muy cabreado y en estos momentos, era capaz de pagarla con Albus, aunque después tuviera que disculparse.

Pero de nuevo había recibido una negativa esta vez más valiente del pelirrojo, tapando a su hermano menor, dispuesto a protegerlo del violento Gellert.

—Yo tampoco te repetiré que bajes la varita Gellert. Estás pasándote y acabas de pronunciar una maldición imperdonable.—

Había parecido más seguro de lo que pensaba, pues había conseguido alzar su varita sin apenas temblar, aunque por dentro estaba destrozado completamente. Era muy doloroso tener que decirle eso a la persona que amaba, pero si no lo hacía, bueno, todo acabaría peor.

Gellert soltó otra carcajada, haciendo temblar a Albus de pies a cabeza. ¿Acaso iba a comfrontarlo? Claro que no, Albus estaba enamorado de él hasta los huesos, no podría. Bajó su varita alzando una ceja, pero Albus ni si quiera parpadeaba.

—Esto me parece inaudito. Estas defendiendo a una persona que te ha herido y no te acepta antes que a mi, que soy tu compañero en la búsqueda de las reliquias. Juntos podemos hacer grandes cosas y aún asi, te posicionas de su lado.—

—Yo solo quiero parar esto. Sabes que para mi eres más que un compañero, pero no iré a ninguna parte si te pones así, estás reaccionando de manera muy extremista.—

—Oh, no te engañes. Tu siempre has sabido de lo que soy capaz, y aún así aceptaste trabajar conmigo. No me digas que el amor te ciega.—

Tragó saliva sonoramente sin parpadear. ¿Y si tenía razón? ¿Y si siempre había sido así pero nunca lo había mirado desde una vista objetiva? Es imposible ver la parte negativa de una persona que te gusta a esos niveles, y para Albus, todo resultaba ahora distinto. ¿Y si su hermano tenía razón después de todo? Abrir los ojos era demasiado duro.

Gellert & Albus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora