XII. You're my everything

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Si Albus normalmente se encontraba en las nubes, entonces era imposible describir como se encontraba ahora. Después de la espléndida mañana con Gellert, decidió volver a su casa. Al cruzar la puerta, Albus esperaba los gritos y reproches de su hermano, pero estos nunca llegaron. Lo vio sentando en la sala de estar leyendo un libro, que reconoció como suyo. Lo estuvo releyendo y Gellert había hecho algunos apuntes en los márgenes. Al verlo llegar, su hermana, quien estaba sentada en el sillón individual tejiendo, le dirigió una pequeña y disimulada sonrisa.

No podía negar que estaba más que descansado, había dormido mucho más de lo normal y con la mejor de las compañías. Se había comprometido consigo mismo a no distraerle más de la búsqueda, pero era muy difícil concentrarse en unos pergaminos teniendo al muchacho al que amaba a unos centímetros de su rostro, sintiendo su calor, sus besos, las caricias...

-Llegué a pensar que te habías mudado con él. La próxima vez manda una lechuza y te acercamos tus cosas.-

Dijo de malas pulgas, sacándole de su ensoñación con Gellert. Sin duda sus palabras habían dolido muy poco, desde que estaban peleados las riñas eran inexistentes y no había reproches.

-Muy amable, Aberforth.-

Contesto sin más, la camisa ocultaba medianamente las marcas, pero aún así se había andado con cuidado. Subió rápidamente las escaleras y se encerró en el baño, pues necesitaba una ducha fresca lo antes posible. La cabeza del pelirrojo estaba en otro mundo, era prácticamente imposible no quedarse atontado mirando la pared de azulejos mientras sentía el agua fresca caer por su cabello y cuerpo. ¿Acaso hay una mejor sensación que estar enamorado? Porque para Albus no, no había ninguna.

No era capaz de concentrarse en nada que no fuera el búlgaro, era imposible no comenzar a divagar sobre sus labios y sus rizos rubios, es que ni si quiera por dos minutos seguidos. Muy a su pesar, estaba enganchado a el, era una necesidad más verlo y expresarle lo agradecido que le estaba a la vida por haberlo puesto en su camino. Por haberse cruzado con una persona tan comprensiva con el, iban a formar un equipo, no, un equipo se queda corto. Iban a formar una pareja.

Cuando esa palabra cruzaba su mente, normalmente era común ver cómo se le formaba una bobalicona sonrisa en el rostro progresivamente, primero imaginando el día que se van de Godric's Hollow de la mano, después por imaginarlos unos años más adelante, besándose desesperadamente tras conseguir la última reliquia, y viendo como los magos no se escondían más. Se sentía avergonzado de si mismo tras reconocer que en más de una ocasión había tenido sueños pasados de tono con él.

En resumen, Albus estaba que no estaba. Solamente estaba su cuerpo, pues su cabeza tenía cosas más importantes que atender, y más fantasías que imaginar.

Gellert era consciente del aturdimiento que ejercía sobre Albus. Por su puesto que sabía que tenía al pelirrojo como loco, y que todo lo que debía hacer, era besarlo y expresarle el cariño que sentía con él. Pero, ¿a quién quiere engañar? Por mucho que quiera negarselo a si mismo, él también estaba tomando la costumbre de esperarlo a unos metros de su casa para abrazarlo y después irse a los límites del pueblo, para pasar toda la tarde o mañana besándose como si no hubiera un mañana y compartiendo teorías de donde estarían las reliquias e imaginando que es lo primero que harían cuando tomaran el poder. Se había convertido en una rutina simple pero muy efectiva, ambos jóvenes estaban disfrutando plenamente del otro.

-Te prometo, Al, que la mayoría de las veces no se si me escuchas o simplemente asientes.-

Rápidamente el pelirrojo sacudió la cabeza de otro empanamiento algo sonrojado por la vergüenza de haber prácticamente ignorado a su compañero, quien apoyaba la cabeza sobre su regazo mientras cerraba los ojos momentáneamente. Los jóvenes se encontraban bajo un árbol bastante grande que daba mucha sombra. Albus apoyaba su espalda en el gran tronco mientras Gellert descansaba cómodamente sobre su regazo.

Gellert & Albus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora