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Su almuerzo fue muy tranquilo y ameno, la pequeña Melissa era muy dulce y tierna y muy madura para su corta edad se había dado cuenta al instante.

-¿Te gustan los libros entonces Melissa?-

-¡Si! Los que tienen dibujos, no se leer muy bien aún pero me esfuerzo mucho.-

-Eso es bueno, ¿Qué te parece si cuando terminemos vamos a comprar uno?-

-¿En serio? ¿El que yo quiera?-

Preguntó muy entusiasmada y con un brillo de felicidad en todo su rostro

-¡Por supuesto que si!-

-¡Genial gracias!-

Melissa termino de comer y regreso al área de juegos dejando solos a Meliodas y Elizabeth una vez más.

-Si tienes dudas acerca de ella, puedes hacer una prueba de ADN no me voy a oponer, solo quiero darte esa seguridad de que es tu hija y tampoco venimos a exigirte dinero ni nada por el estilo, yo puedo con los gastos de meli.-

Meliodas nunca había conocido a una mujer tan audaz y segura de si misma como lo era Elizabeth.

Liz era un poco inmadura cuando la conoció y muy liberal, le hubiera encantado verla como mamá, pero no pudo estar con ella.

La niña era muy tierna y dulce, lo había cautivado por completo, quizá sí pueda ser su hija después de todo es muy parecida a él físicamente.

-Saliendo de aquí vamos al hospital por una prueba de ADN y después por el libro de melissa.-

Elizabeth asintió con la cabeza.

Pagó la cuenta y junto a ellas se fue al hospital de su confianza.

Le sacaron sangre a ella y le quitaron un mechón de su cabello.

A él le hicieron lo mismo.

Salieron de ahí y como prometió fueron a una gran biblioteca.

Melissa estába tan entusiasmada con todos los libros que estaban alrededor.

No sabía por donde empezar a ver.

Vio tantos que le gustaron, tenía cuatro en sus pequeñas manitas .

-Si tuviera manos más grandes.-

Mencionó triste.

Su inocencia le saco una sonrisa de ternura al rubio.

Se agachó hacia a ella y le agarro dos libros.

-Tranquila, puedo sostenerte dos.-

-No seas abusiva Melissa te dijeron que solo uno y tienes cuatro ahí.-

Menciona ahora Elizabeth con un cierto tono de molestia.

-Tranquila no pasa nada, si ella quiere esos cuatro los comprare.-

Defendía ahora el rubio a la pequeña.

-¡Oh no Meliodas! Es mucho.-

Ahora se disculpaba y su tono de voz cambio.

Melissa los veía dialogar entre ellos era primera vez que veía una figura paterna junto a ellas.

-¿Así discuten los papás?-

Preguntó curiosa.

Elizabeth se sonrojo.

-¡No cariño! No discutimos.-

Melissa se rió a tono de burla de ellos.

-Ya se tía. Pero se veían muy graciosos.-

Elizabeth y Meliodas se vieron a los ojos, un ligero sonrojo apareció en las mejillas de ambos para luego reír juntos.

Soltero, ¿Y con hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora