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Meliodas le dio a Elizabeth un nuevo teléfono móvil para que puedan hablarse, ella no quería aceptarlo, pero Meliodas insistió tanto que ella no tuvo otro remedio.

Su rutina variaba día a dia, almorzaban y después pasaban el resto de la tarde juntos, jugando con Melissa.

El cuarto que Elizabeth compartía con Melissa se le quedó a ella, ya que Elizabeth se paso al cuarto de meliodas, y la decoración del cuarto de la pequeña comenzó.

Elizabeth se sentía un poco incómoda en estar ahora en una habitación con Meliodas, pero si eran pareja ahora era lo más adecuado.

Melissa estába encantada con su nuevo cuarto, las paredes eran rosadas con ciertos detalles con arcoiris, la habían pintado y decorado conforme a lo que ella había pedido.

Después de su almuerzo Meliodas las llevo al centro comercial para comprar un ropero más grande para ella, entre otras cosas.

Al terminar de almorzar se dirigieron a comprar como el prometió.

-¿Lo que yo quiera?-

Preguntaba maravillada al ver todas las cosas que podía escoger.

Entre las cuales estaba ropero, mesitas de noche, lámpara, ropa, almohadas, peluches.

-Solo lo necesario cariño, no te vayas a exceder.-

Le mencionó Elizabeth.

-Deja que escoja lo que quiera, para eso venimos, no hay problema.-

Contestaba Meliodas mientras tomaba su mano.

Elizabeth termino aceptando.

Melissa miraba y miraba por todos lados, buscaba lo que más llamaba su atención, y lo seleccionaba.

Junto a Melissa estaba Leslie de su mano y detrás de ellos muy cerca Meliodas y Elizabeth también de la mano.

Cuando Melissa termino de escoger todo lo que quiso para su cuarto él pago y se fueron.

Continuaron paseando en aquel lugar, había muchas cosas por ver.

Llegaron a un lugar donde vendían muchas mascotas.

Melissa y Elizabeth quedaron encantadas con un perrito cocker Spaniel, era bello, sus orejas caídas rizadas típico del perrito era hermoso.

-¿Lo quieren?-
Preguntó el rubio mientras se inclinaba a la altura de ellas mientras observaban al perrito

-No se si tú mamá este de acuerdo Meliodas, es su casa.-

-Tranquila querida, el perrito es hermoso, y si se educa bien, no hay problema.-

Con la aceptación de Leslie, Meliodas compro el perrito con todo lo que pueda necesitar, una camita, una casita, correa y collar con placa.

De regreso a casa lo colocaron en el patio trasero, cerca de la puerta junto con su casita y camita.

Melissa fue a su habitación ya para descansar, toda la tarde habian estado comprando cosas y ya era de noche.

Mientras Elizabeth la acostaba ella mencionó algo.

-¿Ya no regresaremos a Gran Bretaña tía? ,¿Y mis cosas que dejé ahí?-

-Iremos por ellas, desde ahora aquí viviremos cariño, este es nuestro nuevo hogar, ¿No te gusta?-

-Si me gusta tía, solo que yo quería mis fotos y recuerdos que tengo de mi mamá.-

Elizabeth acarició sus cabellos rubios de la pequeña, a modo de consuelo, sus ojos se cristalizaron, aún siendo muy madura Melissa era una niña pequeña todavía era obvio que extrañaba su vida anterior

Melissa se quedó dormida al poco tiempo mientras Elizabeth se mantuvo sentada junto a ella pensando en miles de cosas

Lo rápido que los Jones las aceptaron y de lo que tenía ahora con Meliodas, estaba feliz y plena pero definitivamente todo era muy rápido, y se cuestionaba si de verdad era lo correcto.

Después de algunos minutos salió de la habitación de la pequeña para ir a la de meliodas, entro y el estaba de pie revisando unos papeles.

Ella no quiso molestarlo, entro, y fue directo al baño, se quitó la ropa y entro a la tina, la había llenado de agua tibia.

Se quedó sentada pensando y pensado.

Meliodas se dio cuenta que ella tardaba en salir. Abrió lentamente la puerta y la miro sentada dentro de la tina con un semblante pensativo

-¿Qué ocurre Elizabeth?-

Ella se sobresalto un poco, miro a Meliodas.

-Nada, es solo que, todo esto, no se si este bien.-

Meliodas entro y se acercó a ella. Ella no se incómodo, se mantenía adentro del agua, sus pechos se tapaban con sus cabellos largos.

-¿Porque te preguntas eso ahora?-

-Melissa me preguntó que si no volveríamos a gran Bretaña, dejó muchas cosas ahí.-

-Podemos ir la próxima semana si quieres, así ella podrá estar más tranquila.-

A ella le cambió su semblante, su rostro se iluminó, y por inercia abrazo a su rubio, el por supuesto que la recibió encantado, aunque le mojo un poco la ropa.

Ambos rieron.

La felicidad en ambos era demasiada y mutua.

Meliodas no pudo contenerse más, Elizabeth lo abrazaba desnuda era suficiente para encenderlo. La saco de la tina en brazos para llevarla a su cama, los besos y caricias comenzaron.

Se quitó su camisa para luego volver a besarla, miraba sus bellos ojos azules. Brillaban en todo su esplendor.

-Elizabeth, eres lo mejor que me pudo pasar, gracias por venir a mi, por quedarte en mi vida. Te prometo que no te voy a fallar.-

-Gracias a ti por confiar en dos desconocidas y abrirnos las puertas de tu hogar y corazón.-

-Ustedes llegaron a darle esa luz a mi vida que le hacía falta.-

Elizabeth lo besó nuevamente para continuar con las caricias.

Esa noche como muchas hicieron el amor como siempre, con mucha pasión.

Soltero, ¿Y con hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora