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Entre los cambios repentinos en su salud, mareos, náuseas, fatiga y cansancio, Elizabeth Liones estaba ante todo ilusionada, emocionada y llena de felicidad, verificaba ella misma los detalles de su boda junto a Meliodas.

El vestido (como la imagen) la había cautivado desde que lo vio. Se lo probó y era como si fuera hecho para ella.

A tan solo días de la gran ceremonia sus malestares comenzaron a disminuir y con ello sus preocupaciones.

Las invitaciones estaban repartidas a los amigos más cercanos de meliodas y algunos de sus principales socios, Elizabeth solo había invitado a su madre y unas primas cercanas.

Afortunadamente su vientre de Elizabeth aún no se notaba y podía usar tranquilamente aquel vestido tan lindo.

En la portada de la revista People salía ella junto al rubio de la mano mostrando el anillo de compromiso.

Se sentía extraña al ver su foto en una revista, ya que se casaría con una persona muy influyente y conocida entre la sociedad de Nueva York.

Terminaba de leer lo que se decía en la revista de ellos cuando su futuro esposo entro a la habitación.

-¿Todo bien?-

El asintió y llegó hasta ella para darle un largo y tan esperado beso.

-¿Tú estás bien?-

Elizabeth le sonrió y asintió.

-¿Quieres que vayamos a cenar a algún lado?-

-No sé, mejor no, nos quedamos en casa y pedimos algo.-

-¿Que se te antoja?-

Se quedó pensando por un momento, recordó que había visto algo en el Facebook en la tarde y sacó su móvil, busco y busco hasta que apareció aquella publicación que había llamado su atención.

-¡Esto!-

Meliodas vio la imagen, un pastel de fresa y merengue blanco, se veía delicioso, así que sin dudar marco el teléfono que decía ahí y pidió uno. Despues llamo a la pizzería de su agrado y pidió una también.

Cuando sus pedidos llegaron bajaron al comedor junto a Leslie y Melissa

Meliodas se sentía pleno y dichoso.

Tenía a las tres mujeres más importantes en su vida junto a él

Su hija

Su madre

Y su futura esposa.



*6 días después*


El día de la gran boda llegó, Elizabeth caminaba tomando el brazo de su padre, estaba muy nerviosa pero decidida

La marcha nupcial comenzó a sonar y ella camino lentamente hacia el altar de la bella iglesia.

Su velo largo cubria su rostro, y parte del escote de la espalda, la cola de 5 metros del vestido se arrastraba sobre la alfombra roja adornada recientemente por los pétalos de las rosas.

Cada paso hacia Meliodas sentía su corazón palpitar más rápido.

Cuando estuvo por fin frente a él, su padre le entrego su mano y el rubio feliz la tomó.

El traje gris elegante de Meliodas lo hacía lucir más apuesto de lo normal, el levantó despacio el velo de Elizabeth.

Estaba maquillada para la ocasión, el labial carmín de sus labios hacia resaltar el tono de su piel de su rostro.

Sus ojos celestes brillaban con mucha intensidad.

El sacerdote dio unas palabras de bienvenida y comenzó la ceremonia.

Al final como en toda ceremonia ambos finalizaron con sus votos matrimoniales, sellaron su promesa de amor ante Dios con un beso y todos los presentes aplaudieron.


El gran banquete se realizó en una hacienda algo alejada de la ciudad.

Había mucha comida, bebidas y el enorme pastel de 6 pisos adornaba el centro del lugar.

Todos bailaron, rieron y la pasaron bien, deseaban lo mejor de lo mejor a los recién casados y ellos agradecían.

Mientras tomaba cerveza junto a sus amigos veía de lejos a su ya esposa.

Lucia radiante y plena, si alguien le hubiera contado sobre su futuro, no lo creería, pero ahora el estaba viviendo justo como nunca lo imaginó, casado y con una bella mujer, una linda hija y un amado bebé en camino.

La vida le estaba recompensado algo bueno que hizo seguramente, porque todo estaba perfecto.


Elizabeth vio a lo lejos a Meliodas brindar con sus amigos, sonrió feliz, miro hacia abajo para hacer a un lado su vestido y poder caminar, vio el anillo en su dedo, era divino.

Reaccionando de que ahora ya era oficialmente la esposa de Meliodas Jones, aquel hombre mujeriego y fiestero que todas las mujeres de la ciudad deseaban tener.
Pero ninguna de ellas lograba atarlo más que una sola noche, y ahora ella pasaría el resto de su vida junto a el, parecía un bello sueño del cual nunca querrá despertar, pero no era un sueño, era su realidad y la amaba.







Soltero, ¿Y con hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora