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Al día siguiente se levantó como su costumbre, se vistió, se peino sus rubios cabellos y tomó su maletín, revisaba su móvil checando que no hubiera mensajes de emergencia, pero todo estaba bien.

Estaba por bajar las escaleras pero una tierna voz lo hizo mirar hacia atrás

-Buenos días Meliodas.-

Era Melissa quien lo saludaba, tenía una blusita morada de mangas cortas, su cabello amarrado en dos coletas bajas, tenía una falda de mezclilla que le llegaba un poco arriba de sus rodillas, y zapatos blancos bajos, en su manita tenía uno de los libros que le compró.

-Buenos días Melissa, ¿Dormiste bien?-

Estiro su mano para que ella lo agarrara, ella la tomó y bajaron juntos las escaleras.

-Si, la cama era súper suave y cómoda, hoy leeré este libro, espero poder acabarlo.-

Mencionaba feliz mientras bajaba los escalones.

Meliodas le sonrió.

Bajaron por fin, en la cocina estaba Elizabeth y su madre, colocando los platos y vasos, noto que ellas se llevaban muy bien.

-Buenos días.-

Saludo cordialmente mientras Melissa soltaba su mano y le iba a dar un beso a Elizabeth y Leslie.

-Buenos días meliodas, ¿Dormiste bien?-

Preguntó dulcemente la peliplata mientras se acercaba a él y le daba una taza de café.

-Si.-

Respondió a secas.

Se sentó en la mesa y se dispusieron a desayunar.

Siempre había soñado eso, una familia comiendo en armonía.

Miró su reloj de mano, estaban por dar las 8.

Bebió su último sorbo de café y se despidió de ellas.

-Regreso al almuerzo.-

Se puso de pie y tomó su maletín.

Se dio vuelta y comenzó a salir. Elizabeth lo alcanzó en la puerta..

-¿Irás por los resultados cierto?-

Meliodas la miro y asintió.

-Te esperaremos aquí Meliodas.-

Sonrió una vez más.

Le dio por inercia un beso en la mejilla.

-Hasta al rato.-

Abrió la puerta y salió, dejando a una Elizabeth sonrojada y tocando su mejilla, otra vez sintió lo de anoche.

¿Meliodas la había cautivado?

Regreso a la mesa con Leslie y Melissa y continuaron desayunando.

El día de Meliodas estuvo de lo más tranquilo, llamo al consultorio de su amigo fiel para preguntar sobre los resultados.

-Ya están amigo, puedes pasar cuando gustes.-

-Bien, en una hora paso, gracias Ban.-

Ban era su único amigo que le había contado sobre Liz, y la pequeña, con el que fue a hacerse las pruebas, le comento rápido, más no a detalle, el reloj marcaba apenas medio día. Esperaría unos minutos más para salir hacia el consultorio de Ban.

Al pasar los minutos se encontraba en la entrada del hospital, camino lentamente hacia el consultorio de su amigo.

Llego a la puerta con su nombre en ella.

Soltero, ¿Y con hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora