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—¡¿Que ella dijo qué?! —preguntó sonrojado a más no poder el gordo. La morena caminaba de un lado a otro.

—Eso me dijo ella... —susurró. —... Pero ¿por qué no te importa? —miró al chico. Él bajó la mirada.

—Mientras nos besábamos dijo algo que no entendí —balbuceó. Connie se golpeó la cara.

—Maldita sea, Steven, ¡un trabajo tenías! —le mostró su dedo índice —¡solo uno!

—Uy, bien —se cruzó de brazos, inflando sus mejillas. La adolescente se acomodó en la cama.

—Bien~ ¿no has dicho que... Harías algo? —él se sobresaltó y miró a la chica.

—Estamos peleados...

—Cualquier cosa: simulas que es una cadena —incitó la chica. Él dudó y fue al baño. Se bajó los pantalones y los bóxers. ¿En serio iba a hacer eso? Era sinceramente asqueroso, él no era como una chica que se depila o se cuida y es delgada. Él no sabía siquiera cómo sacarse la foto.

—¡¿Tiene que estar parada?! —la morena sin creerlo rió.

—No lo sé, busca en google nudes de hombres —él, inexperto, se sentó en el inodoro y buscó dichas fotos.

—¡Todos tienen abdominales! —ella soltó una risa.

—No lo hagas si no quieres —sinceró. Él lo pensó, ella tenía razón: podía poner de excusa que era una cadena.

—¿Y si le mando una foto de google? —ella levantó una ceja, mirando su celular.

—Busca una que se parezca a ti —él lo pensó.

...

Ella estaba mirando su celular con aburrimiento. Cuando de repente le saltó una notificación de Steven. Quizás era él que quería volver a comer o vomitar. O quizás quería disculparse. Ella abrió la notificación y soltó un chillido, tirando su celular por ahí, contra la pared. Se escondió entre las sábanas y tapó su rostro con sus manos. ¿En serio le había mandado una foto de su pene? Ella estaba avergonzada. No creía que el chico más puro e inocente haría eso.

—Mi amor, ¿qué haces? —la puerta fue abierta por la albina mujer. —¿Te duele algo? —se sentó en la cama. La pelirroja se sentó y miró a su tía.

—Oye... —jugó con sus dedos. —... ¿Alguna vez te mandaron foto de su...? —hizo una señal con la mano. La albina ladeó cabeza.

—¿De su conejo? —ella soltó un quejido.

—No, de su... —hizo otro movimiento con la mano.

—¿Gato? ¿Ganzo? ¿Quién tiene un ganzo? —frunció el ceño sin entender.

—De su pija, tía, de su puta pija —ella hizo un sonido y tapó su boca.

—Bueno, he visto que ustedes, los adolescentes tienen... ¿Cybersex? —la pelirroja levantó una ceja.

—No te pregunté eso.

—Bueno, digamos que no —se encogió de hombros. —¡En mis tiemp——

—¡Ay, no quiero escuchar tus anécdotas del Paleolítico! ¡Solo pregunté! —le hizo una señal y bajó la mirada, avergonzada.

—Cariño —acarició su mejilla, levantando su mentón. —Tú sabes qué hacer, pero hazlo con cuidado y no te arrepientas —ella asintió levemente.

—Bien, White —sonrió contenta —gracias —ella besó su frente.

...

—¿Te contestó? —le preguntó pícara Connie, mirándolo.

—¡Han pasado seis minutos y no me contestó! ¿Acaso le di asco? —preguntó temeroso y volvió a mirar la foto. Notó que se veía algo de su barriga, causando que sus inseguridades vayan a su estómago. —¿Quieres algo para comer? ¡Iré a comer! —se levantó. Connie se quitó su zapato y se lo tiró.

—¡Ni te atrevas! —exclamó —o te voy a revisar el celular —amenazó, entrecerrando los ojos. Él gruñó y se volvió a sentar en la cama. El celular del chico vibró y él se fijó emocionado.

—¡Me contestó! —gritó. Connie lo miró contenta y gateó a él, asomándose. Él la empujó, causando que ella ría.

—Conozco tu cuarzito, no te averg——ella se detuvo y se apoyó en su mano. —Vaya~ ¿Tu cuarzito aprueba su respuesta? —preguntó con burla. Él miró sus pantalones y notó un bulto.

—Mierda —se levantó y fue al baño. Connie se acomodó en su cama, sonriendo. Él, mientras, miraba la foto que él le mandó y juntó al mensaje seguido:

“Te amo, Spinel”.

Luego volvió a observar la foto que ella la mandó seguido de un:

“Yo también te amo, gordito”.

Fat | Stevnel [Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora