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Él estaba realmente nervioso. No podía abrir el chat de su “novia no–oficial” sin ver esa foto y que tuviera una incómoda erección. Es decir, se distanció. Ella por su parte, se limitaba a sentirse incómoda por el silencio y los recibidos del gordo, se preguntaba qué había hecho mal. Y así fue: un tire y afloje constante en ese finde–semana. Un revoltijo de emociones de ambos.

Spinel se cuestionaba el por qué salía con aquella persona que odiaba por su peso, y Steven el por qué había hecho la imprudencia de mandarle foto de su cuarzote.

Volvieron a clases y todo pasó con normalidad: Steven yendo a clase, bromear con Connie, ir a casa, hablar más con Connie, ignorar a Spinel por la vergüenza y dormir. Por suerte, nunca más volvió a vomitar e intentaba controlarse en repetidas ocasiones sobre el comer aunque a veces era difícil, pero lo terminaba logrando.

Spinel mientras se había angustiado más, le mandaba mensajes a Steven —mensajes que él no contestaba— e incluso intentaba hablar con él en persona, pero la ignoraba. Una vez intentó hablar con Connie sobre el tema y ella solo se encogió de hombros, diciendo:

—Te juro que no lo sé, ya se le pasará —y Spinel, confiando en las ciegas palabras de su “enemiga”, dejó todo estar. Así por unas cuantas semanas.

Ya era la cuarta semana y Spinel estaba cansada. Había decidido por fin llamarlo. Esperó varios tonos —demasiados— e incluso la contestadora.

...

—Spinel te llama —habló Connie mirando de reojo el cómo su mejor amigo, se fijaba en su celular y lo ignoraba.

—Uh, sí —volvió su vista a la revista que revisaba. Connie se percató de su actitud: él era demasiado bueno como para ignorar a la chica que admitió amarlo y mandarle nudes.

¡Bien! Dime qué ocurre —habló la morena gateando a él y quitándole la revista.

—¿De qué hablas? —preguntó sin entender. Ella rodó los ojos.

—Ni que fueras un cruel diamante para ignorar a Spinel y tratarla mal de tal forma —le reclamó —no te reconozco, Steven. ¡Ahora vas a llamarla y decirle que eres un idiota y que todo está bi——todo se volvió silencioso al escuchar el timbre sonar. Ella sonrió relajada. —O díselo tú mismo —Steven tembló y bajó la mirada, apretando los puños. Connie dejó de lado su burla y lo agarró del hombro, intentando apoyarlo. —¿Ste——

—¡Estoy avergonzado! —admitió, con algunas lágrimas en el rostro. —Soy un hormonal. Cada vez que entro al chat o hablo con ella, recuerdo esa foto desnuda y... —se tapó el rostro, frustrado. —... Me siento una mala persona por desearla de esa manera.

Connie parpadeó y suspiró.

—Vamos, amigo... —lo abrazó con algo de cariño. —¿La amas? —él se sonrojó pero asintió, escondiéndose en el cuello ajeno. —Ve por ella, galán —él asintió y ambos se levantaron. Bajaron las escaleras y abrieron la puerta, encontrándose a un chico.

—Hola —les extendió unas cajas de pizza. Connie soltó una risa nerviosa.

—¡Oh, claro, es verdad! —agarró las pizzas y le pagó. —Gracias —cerró la puerta y miró a su mejor amigo. —Steven, tene——él le quitó las cajas de las manos y abrió una, comenzando a comer con desesperación.

Y ahí: su calma y control, se fueron.

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Pobres de los dos, ¿no? Este capítulo fue algo corto, pero bueh. Cosas que pasan.

Gracias a todas las personas que participaron en el especial navidad, parece que realmente les gustó.

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Fat | Stevnel [Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora