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—¡Dejen de mentirme! —sollozó, golpeando la mesa el enrulado. Parpadeó y luego hizo una mueca. —No, es una mala idea —admitió mirándose en el espejo. —Eso alteraría a ambas y no me gusta ver a Connie cuando se enoja —suspiró frustrado. Había citado a ambas a su casa, aunque Connie no sabía que iría Spinel, ni viceversa. —Odio esto —masculló molesto. El timbre sonó, sobresaltando al menor. —Bien, tendré que improvisar —bajó las escaleras, y miró alrededor. Se arregló la chaqueta y abrió la puerta, dejando ver a la Connie puntual. Él ya sabía que Spinel llegaba más tarde por planes.

—Hola, Steven, ¿de qué querías hablar? —Steven fingió una sonrisa creíble.

—Oh, ahora te comento más tarde —miró su reloj y la dejó pasar. Fue a la cocina y llevó al salón una bandeja con distintos dulces cocinados.

—Oh, dios, Steven, ¿estás bien? ¿Estuviste comiendo en exceso? —preguntó Connie preocupada. Steven se sentó en el sillón de en frente a ella, manteniendo distancia. —¿Qué pasa? —obviamente dicho detalle no fue pasado por arriba por parte de la morena.

—Ahora lo hablamos —habló él, despreocupado. Estuvieron en un silencio incómodo por varios minutos, hasta que el timbre sonó.

—¿Quién viene? —los nervios de Connie comenzaron a consumir su cabeza, aterrándola en la respuesta. Suponiendo que llegaría ser Greg o incluso su exnovia: Perla, pero fue peor: era Spinel. Ambas se miraron sorprendidas y automáticamente ambas se molestaron, aunque estaban aterradas. ¿Por qué no les dijo nada? —¡¿Por qué traj——

—Deja de mentir —le habló con firmeza a Connie sin mirarla. Spinel retrocedió, dispuesta a irse, pero Steven solamente la miró con desprecio. Las miró con desprecio.

—¿Steven? —se atrevió a hablar Spinel, temblando.

—¡No! —chilló Steven. —Basta —cortó. —Les haré una pregunta —miró a Spinel —siéntate... —hizo una pausa —... Por favor.

—Ste——

—¡Dije que te sientes! —golpeó la mesa con fuerza. A la pelirroja le temblaron las piernas y fue a sentarse al lado de la morena, tomando distancia. Él soltó un suspiro, frustrado. Le dolía toda esta situación.

—Steven, entiendo que estés enojado, ¡pero por favor! No hagas un——

—¿No haga una estupidez? —se atrevió a continuar la morena. —¡¿Que no haga una estupidez?! —se acercó a Connie, que soltó un jadeo, asustada. —¡Me mintieron! Díganme la verdad: ¿están saliendo juntas? —la pelirroja y la morena se miraron confundidas.

—¿Qué? —escupió la pelirroja y soltó una risa. Steven la miró con odio y Connie imitó su acción.

—No te rías, esto es serio —habló con cierto odio la morena, mirando a su acompañante.

—¿Que no me ría? ¡Esto es jodidamente ridículo! —chilló y comenzó a reír con fuerza. Su arrogancia era obvia. Steven le extrañaba que Spinel no se comportara odiosa. —Pensé que... —carcajeó unas veces más —... Oh, dios —se tapó parte del rostro. Respiró agitada, intentando contenerse.

—¡Basta, Spinel! —le gritó Steven, furioso. La pelirroja levantó una ceja, sin dejarse intimidar.

—¿Qué? ¿Qué vas a decirme? Nos odiamos, y lo sabes —logró pronunciar la pelirroja. Esta se paró. —Pensé que íbamos a tener sexo. Qué decepcionante —logró decir. Steven apretó los puños, furioso.

—Oh, ¿es decepcionante? —cruzó miradas con la pelirroja. —¡Bien! ¡Terminamos! —la pelirroja parpadeó varias veces. —Y tú —señaló a la morena. —¡Yo confiaba en ti! Entendía que ella fuese muy odiosa, y entendía por qué no me dice las cosas pero... ¿Tú? —se tragó las lágrimas —no te reconozco, Connie —la morena tembló. ¿Acaso todo se arruinó?

Spinel —llamó la morena, acercándose a la de moños, que se atrevió a sonreír.

—¿Sí, amorcito?

—Lo lamento —la pelirroja parpadeó —no siento nada por ti, gordita... —susurró a lo bajo, deseando que eso suavice todo. Ni siquiera se animó a mirar a la pelirroja. Esta forzó una sonrisa.

—Claro, Connie —tomó la mano de la contraria. —¿Puedo besarte por última vez? —ambas cruzaron miradas. Connie miró las lágrimas de la menor. Incluso sintió la impotencia chocando su garganta.

Spinel —sollozó, pero asintió. Ambas se acercaron con cuidado y se besaron. La morena la besó con cierta pasión, por alguna razón: ella se sentía tan bien con la pelirroja, ¿por qué no antes? Quizás porque la pelirroja no era una cretina con su mejor amigo. La pelirroja se separó con cuidado y la miró a los ojos.

—Por favor, que Steven, ¡ni nadie! Sepa de lo nuestro —susurró y volvió a rozar sus labios. Connie, con dudas, asintió.

—Sí, Spinel —besó su frente. —Todo esto es porque tratas mal a Steven... —ella soltó una risa.

—Parece que estás enamorada de él —se atrevió a decir la pelirroja. —Ahora sé por quién me cambias... —la morena parpadeó.

—¿Qu——

—Calma, yo también te cambiaría por él —se atrevió a decir y la agarró de las manos y la miró. —Pero no lo hice... —susurró y la soltó, yéndose a la entrada. Connie quedó ahí, en silencio. Comenzó a llorar desconsoladamente. Buscó con la mirada a su mejor amigo. Se apresuró a ir a la entrada, encontrándose a Spinel recibiendo la chaqueta de Steven. Connie apretó los puños con odio.

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¿Les gustó? A mí me pareció lindo.

¿Alguna duda?

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Fat | Stevnel [Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora