Capítulo 10

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Apenas acababa de salir el sol y Gabby ya estaba en la calle totalmente despierta. Había amanecido a una hora demasiado temprana por lo que había decidido salir a comprar algo que poder compartir con su equipo para desayunar.

El día anterior, antes de despedirse de Joan, este le había avisado que quedarían a las nueve en la sala común para ponerla al día de los nuevos hallazgos en el tema de los cristales. Al parecer había bastante que contar.

El nante había bromeado con quedarse con ella toda la noche y contarle lo que necesitara saber, pero ella prefirió que fueran todos los que compartieran la información que habían descubierto. Además necesitaba pensar en Joan y en lo que había pasado entre los dos.

Después de volver de la fortaleza, su enfado le había impedido retomar lo que habían dejado antes de ser apresada. Cuando comprendió que el chico no había tenido la culpa de la decisión que había tomado Nathan, había cometido el error de no recobrar aunque fuese la amistad.

La relación con todos los de su equipo se había enfriado, pero sobre todo era Joan quien le recordaba su marcha de la fortaleza.

Sus besos hacían acelerar su corazón, su tacto ruborizaba su piel y sus palabras cortaban su respiración, sin embargo el final de su último intento con él no había sido bueno y lo que no soportaría sería volver a perder a Joan como amigo. Era por eso que le había pedido tiempo, tiempo para aclararse, para asegurarse de que aquello podría funcionar sin echar a perder su amistad.

No se dio cuenta de que había llegado a la pastelería, a la que solían acudir cuando querían algún dulce, hasta que sus pies se pararon en la entrada. Joan sabía cocinar pero no era especialmente bueno haciendo repostería, ni ningún tipo de postre, por lo que siempre que buscaban empacharse acudían a aquella panadería.

Agradeció que estuviese abierta tan temprano y gracias a las horas no encontró a nadie dentro que retrasara su compra. En menos de diez minutos estuvo fuera del establecimiento y emprendió la vuelta al edificio. Todavía le quedaba media hora para el encuentro con sus amigos, así que podría prepararlo todo sin prisas.

Levantó el paquetito donde llevaba los bollos recién comprados cuando una apresurada mujer chocó con ella a punto de tirarla. A esas horas la gente iba alterada, la mayoría acudía a trabajar y vestían de forma elegante portando con maletines o grandes bolsos. Todos miraban al suelo o a sus móviles donde enviaban mensajes o hablaban acaloradamente.

Estaba segura de ser la única en la calle que miraba a su alrededor, por eso se dio la vuelta cuando sintió que alguien la observaba. Pasó sus ojos por todas las cabezas que se movían con rapidez, incluso en los coches que cruzaban la carretera y no encontró a nadie que reparase en ella.

Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando la sensación de ser vigilada volvió a ella y apresuró el paso intentando camuflarse entre la gente.

Llegó a la puerta de la agencia prácticamente sin aliento y siguiendo los protocolos entró en el edificio volviéndose continuamente, temerosa de que la siguieran. Cuando llegó a la sala común dejó escapar un suspiró y recargó su peso en la puerta.

-¿Estás bien?- preguntó una voz frente a ella que la hizo botar del susto.

Buscó el origen de la voz y se encontró a Roxy con un café. La latina enarcó una ceja al ver la mano de Gabby sobre su corazón intentando calmar los latidos de este.

-Sí, sólo algo nerviosa- explicó frotándose la cara y dejando el paquete de la pastelería sobre la mesa-. ¿Qué haces levantada tan pronto?

-Joan dijo ayer que nos reuniríamos a las nueve y he tardado menos en prepararme de lo que pensaba- respondió Roxy dando otro sorbo a su humeante taza.

Incomplete (Nante #2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora