Capítulo 2

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Los pasillos parecían igual de abarrotados que siempre y continuamente saludaba a alguien conocido que se cruzaba en su camino. Gabby recogió un mechón de cabello rubio que se había desprendido del agarre de su coleta y lo colocó tras su oreja.

De repente y casi sin ser consciente sus pies se pararon frente a una puerta conocida para ella pero que hacía varios meses que no traspasaba. Sonrió al recordar todos los momentos que había pasado en esa habitación y la empujó delicadamente cuando notó que se encontraba entreabierta.

Joan colocaba una estantería de la habitación distraído. Mantenía la puerta abierta por lo que cualquiera que pasara podía verle, incluida ella que se apoyó en el umbral con una sonrisa. Era muy divertido ver como se rascaba la cabeza confuso cuando intentaba cuadrar algo en su cabeza. Tenía que reconocer que le añoraba bastante.

Desde que había decidido dejar el trabajo de campo y por lo tanto el equipo, apenas había visto a Joan en los seis meses que habían transcurridos. Los dos únicos encuentros habían sido totalmente inusuales, no planeados por ninguno de los dos. Él no la buscaba pero ella tampoco lo hacía. No podía decir que estuviera enfadada con él por lo sucedido, pero había decidido dejar que el tiempo recompusiese su corazón.

-Hola- saludó llamando su atención. El chico se giró hacia ella con una sonrisa al reconocer su voz.

No había cambiado nada, lo básico seguía allí. Los mechones de pelo rubio ahora algo más largos caían desordenados, sus ojos claros parecían alegres, con un brillo especial y sus carnosos labios mostraban una hilera de perfectos dientes.

-¡Gabby!- exclamó abalanzándose hacia ella y levantándola levemente del suelo-. Hacía mucho que no hablábamos.

Se apartó de ella y le indicó con la mano para que pasase. Una vez dentro cerró la puerta para ganar intimidad.

-¿Qué tal estás? ¿Cómo llevas lo de ser profesora?- preguntó ilusionado, pero su voz dejó traslucir un tono de esperanza contenida, tal vez esperaba que su visita se debiera a que echara de menos la acción.

-Mejor que tú según me han dicho- respondió ladeando la cabeza con una sonrisa ladina.

Joan dejó escapar una carcajada, pero en realidad no entendía a lo que se refería con aquello.

-¿Por qué no escoges un nuevo compañero?- quiso saber ella tornándose seria.

Joan suavizó su sonrisa pero no la hizo desaparecer. Se acercó a Gabby lentamente y se colocó a unos pocos centímetros de ella.

-Porque no quiero un nuevo compañero, te quiero a ti- explicó Joan apartando un mechón que caía travieso por su mejilla y colocándolo tras su oreja, aprovechando para dedicarle una caricia.

Gabby notó su boca secarse de repente, incapaz de hablar ni moverse. Agradecía que su cerebro fuese capaz de permitirla respirar y de controlar la velocidad de su corazón que se había acelerado con el tacto de él, pero que poco a poco restableció a su ritmo normal.

-Yo no voy a volver- negó con la voz casi quebrada. En el rostro de Joan se traslució una mueca de dolor que rápidamente ocultó. Desde cuándo era tan bueno escondiendo sus sentimientos-. Tienes que sustituirme.

-No puedo- respondió con simpleza él sonriendo de lado. Puso un poco de distancia entre los dos y la siguió contemplando-. Ya han pasado seis meses desde lo de Nathan. Y lo siento, siento haberle dejado allí, pero considero que te he permitido suficiente espacio y tiempo.

-No es tiempo lo que necesito, no voy a volver- repitió ignorando la expresión de tristeza que eso había creado en Joan antes, sin embargo esta vez parecía prevenido y se mantuvo impasible. Permaneció en silencio y con la mirada perdida hasta que Gabby rozó con los dedos su mejilla haciéndole reaccionar-. No podría soportar otra muerte más. Con Neal me recompuse, pero después fue Nathan. No podría veros morir a ninguno de vosotros.

Incomplete (Nante #2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora