Capítulo 7

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-Apunta- ordenó la voz de Magda a su lado.

El momento que más temía parecía haber llegado, después de tantos meses de reclusión, de tanto tiempo de fingida lealtad a la iniciativa todo se desvelaría por esa maldita palabra.

No podía hacerlo, no quería hacerlo. Se había resignado a aceptar el estúpido plan que a última hora había propuesto Magda. A la chica no le parecía suficientemente divertido encontrarse con Gabby en el campo de batalla sino que además había querido montar todo aquel espectáculo.

Se había asegurado de ponerlo en un lugar donde pudiese observar las reacciones de la muchacha en todo momento sin que ella alcanzara a verle. Había contemplado a sus ojos teñirse de desilusión, de tristeza y de rencor y lo único que había podido hacer había sido dejarse manejar como una marioneta por Magda.

Ahora con la flecha entre los dedos esperaba una orden de la que se había convertido en la dueña de sus actos.

-Quiero que dirijas la flecha hacia Gabby- pidió una voz a su lado. Sin dudar movió el arma hacia ella.

Intentó mantener el arco estable pero no pudo evitar que se desestabilizase ligeramente cuando notó la confianza en las pupilas de Gabby. Seguía creyendo en él, pese a tenerle en aquella posición, amenazándola de muerte, seguía confiando en que jamás le haría daño. Y por más que aquello diera vida a su corazón, por más que le gustase haber notado la desilusión cuando había descubierto que Erik no era él y por más que sintiese que si un arco no los separase correría hacia él, no podía permitirlo. No podía dejar que ella tuviese sentimientos hacia él porque eso sólo lo haría más difícil.

-Dispara- la temida palabra fue pronunciada por los delicados pero peligrosos labios de Magda que parecía relamerse con la situación.

Le hubiese encantado girarse y clavarle a ella esa flecha que con tanto interés quería que disparase y por el brillo reflejado en los ojos de Gabby, ella también parecía desearlo.

Debía seguir las órdenes y encontrar la forma de dispararla sin que saliese lastimada. En una fracción de segundo deslizó sus ojos por todo el entorno en busca de alguna improvisada excusa que poder dar. Su atención se clavó en el suelo, de donde una gruesa capa de hielo empezaba a brotar disimuladamente. Nadie parecía haberse dado cuenta y si el rubito era lo suficientemente rápido detendría su dardo a tiempo.

Tensó la cuerda apuntando al hueco que quedaba entre el mentón y el hombro de la muchacha y por segunda vez en su vida confió en aquel chico por el que destilaba un desdén irracional. Si la pared de hielo conseguía crecer a tiempo, parecería que el destino de la flecha era el corazón de Gabby, si no lo hacía, esta acabaría clavada tras ella y tendría que prepararse para una lucha contra los suyos en la que no saldría victorioso.

Volvió a mirar aquellas pupilas verdosas que seguían sin creerse que fuera capaz de hacerlo y disparó la flecha apretando los dientes. No cerró los ojos, no podía hacerlo pese a que no quería contemplarse disparando a Gabby, pero sería un signo de debilidad que no debía mostrar.

Una gruesa pared de hielo abrió el suelo con brutalidad y se interpuso entre ellos cuando Joan levantó con fuerza los brazos. El hielo se resquebrajó allí donde la flecha quedó incrustada y Gabby bajó la mirada para ver la punta sobresalir por el otro lado. Un poco más y hubiese acabado en su corazón.

Presionó el labio reuniendo todas las fuerzas que tenía en su interior para que una rabia incontrolable que empezaba a crecer dentro de ella no brotase en forma de lágrimas. Aquel arquero le había decepcionado de una forma que nadie podía imaginar.

Magda sonrió mostrando el regodeo que ver aquel sentimiento descomponiendo el rostro de Gabby le provocaba. Se acercó a Nathan, quien había dejado caer los hombros, y tomó uno de sus brazos con cariño.

Incomplete (Nante #2) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora