Avanzaba por las calles admirando lo que estuviera en mi camino, con aquel atardecer de ensueño me sentía pleno en mi caminar.
La vida nocturna era lo que me mantenía cotidianamente, trabajar en los bares no era un trabajo sencillo, a veces no sabes con qué tipo de personas te puedes encontrar.
- Christopher, vienes tarde - dijo mi compañero algo preocupado.
- Dime qué el dueño no se dió cuenta.
- No, pero apresúrate o de seguro te corren.
- Gracias por cubrirme.
- ¿Todo bien?
- Sí, solo que mi amiga se llevó el auto - respondí guardando mis cosas.
- Suerte, hoy hay mucha gente.
Incliné mi cabeza imaginando el arduo trabajo que tendría por esta noche, atender la barra de un bar no es tan fácil como se ve, la presión muchas veces terminaba por matarme.
No podía quejarme de mi trabajo, ganaba un buen sueldo y podía pagar mis gastos necesarios, salir del nido no es una tarea fácil.
- Hola. ¿Qué vas a tomar? - pregunté.
- Hmmm, creo que necesito ayuda. ¿Qué me recomiendas?
- Depende de tus gustos.
- Mis gustos son peculiares, quiero algo...fuerte - respondió recalcando la última palabra.
Llevé mi mirada al sin fin de licores que estaban en las tan características repisas, independiente de mi trabajo no me gustaba impulsar al exceso de consumos de licores fuertes.
- Creo que esto estará bien - comenté dudoso.
- ¿Es...?
- Un Jack and coke.
- Creo que el Whisky por si solo me hubiera ido mejor, pero gracias. ¿Puedo saber cómo te llamas?
- Christopher.
- Lindo nombre. Me llamo Erick, un gusto - sonrió.
Correspondí a su sonrisa que por un momento la sentí intimidante, su gran interés por formar una conversación me distrajo recibiendo un pequeño regaño.
Atendí a las personas como de costumbre, una cordial sonrisa y un tono de voz cálido eran suficiente.
- ¿Sí? - pregunté ante su llamado.
- Creo que necesito otro - dijo acercando el vaso a mi.
- Pero aún...
- Sé que el vaso tiene licor, pero es la única forma de hablar contigo sin que te regañen.
- Creo que no estoy entendiendo.
- ¿Qué hace un chico como tú trabajando en un lugar como este?
- Mi trabajo no tiene nada de malo, incluso me agrada - respondí.
- ¿Puedes dejar de hablar en tus horas de trabajo? - regañó mi supervisor.
- ¿Y tú puedes dejar de fastidiar? ¿No te das cuenta de qué me está atendiendo? - contestó con enojo.
- Ponte a trabajar si no quieres tener problemas - ordenó en mi oído.
- El que va a tener problemas aquí eres tú si no lo dejas en paz.
Las palabras no me salían, sentía un poco de vergüenza al ver que los demás miraban atentos como el espectáculo subía su intensidad.
- Yo...
- Quiero poner un reclamo. ¿Quién es tu jefe? - preguntó Erick.
- Por favor, no me metas en problemas - susurré.
- Mañana a primera hora te quiero en la oficina - ordenó el supervisor.
No me quedó más remedio que aceptar aquello, el pensar en que posiblemente me correrían me desanimó inmediatamente.
- No quería meterte en un problema pero...
- Lo hiciste, gracias a ti ya me quedé sin trabajo - reclamé.
No terminé de atender su pedido, estaba enojado y con algo de tristeza, mi noche fue un desastre gracias a él.