Capítulo 2

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- ¡Christopher! - exclamó en queja.

- Voy a salir, tengo que ir a mi trabajo.

- ¿A esta hora? ¿Te cambiaron de turno? - preguntó mi amiga.

- Estoy posiblemente despedido - contesté.

- ¿Qué, por qué?

Me tomé el atrevimiento de sentarme a su lado, Antonia además de ser mi roomie era mi amiga.

- Anoche el supervisor me regañó por estar hablando con un cliente.

- ¿Y qué quiere? Tienes que hablar, sino como tomas los pedidos.

- Es que no es eso, ese chico...no lo sé, fue raro.

- ¿Estaba guapo? ¿Era de mi gusto?

Elevé mi ceja al notar como se desvió de la importancia del problema, prácticamente le estaba contando que ya no tenía trabajo.

- Sí, era lindo pero muy extraño.

- ¿Por qué?

- ¿Sabes qué? No quiero hablar.

- Óyeme no - detuvo jalando mi brazo.

- Déjame.

- Me cuentas ahora mismo, incluso cubrete - dijo tapando mis piernas con su manta.

Me acomodé lo suficientemente bien, teníamos una confianza inigualable.

- Se acercó preguntándome mi nombre, creo que tenía la intención de mantener una plática.

- Qué más te dijo.

- No mucho. ¿Pero sabes? Creo que lo he visto antes en el bar, o quizás solo me estoy confundiendo.

- ¿Te gustó?

- ¿A ti te gustaría alguien que solo has visto en una noche?

- Existe el amor a primera vista Christonto.

- Qué pesada eres Toña.

- ¡No me digas así! Sabes qué, vete - dijo destapandome.

- Tú comienzas - reí.

- Lár-ga-te.

Tomé las llaves que estaban sobre su mueble perfectamente ordenado, a veces envidiaba lo buena que era para organizar todo a su alrededor.

El camino a mi trabajo sin duda me parecía más atractivo de noche, las personas durante el día suelen ir estresadas y de mal humor, eso no era de mi agrado.

- No es cierto. ¡Maldita sea!

Me escondí detrás del auto al notar la presencia de ese chico que solo me trajo problemas, quise meterme al auto pero si me iba no tendría la oportunidad de intentar que me dieran una segunda oportunidad.

- Christopher - nombró al notar mi presencia.

- ¿Qué haces aquí?

- Creo que es justo que te acompañe, provoqué esto - respondió.

- ¿Cómo es que estás aquí?

- Ese sujeto te dijo a primera hora, no hay que ser lo bastante inteligente para deducir el tiempo exacto.

Sonaba muy listo, su expresión y su manera de comportarse me hacían sentir falta de confianza.

Esperamos a que el supervisor hiciera su repulsiva aparición, creo que no estaba preparado para escuchar mi despido formalmente.

- Puedes irte, no es necesario que estés aquí esperando, no harás mucho - hablé.

- Llevamos cuánto. ¿Una hora esperando? No vendrá.

- Creo que lo olvidó.

- Bien, aún tienes trabajo. ¿Me aceptarías un café? - preguntó frente a mi.

Siempre fui desconfiado de los desconocidos, Erick lo era.

Miré a ambos lados esperando la llegada del supervisor, no tenía una buena excusa para evitar su invitación y los nervios me invadieron.

- Bien, vamos - acepté.

- Andando.

- Pero yo vengo en auto, podríamos...

- ¿No te gusta caminar? El día está hermoso.

- Claro, tienes razón. Caminemos.

Intentaba ocultar el nerviosismo, a pesar de estar acostumbrado a hablar con extraños en mi trabajo, no era lo mismo con él.

- ¿Eres así de callado siempre?

- Y-Yo...no sé qué decir - respondí incómodo.

- ¿Qué te gusta hacer?

- Bueno, creo que lo de todos.

- ¿Te refieres a estar en redes sociales, inventar que todo está perfecto y ser alto consumidor de la tecnología?

- Creo que diste en el punto.

- A mi no me gusta, mis gustos son...distintos.

- ¿Por qué?

- Porque tengo una visión distinta, prefiero hacer...esto por ejemplo, caminar junto a alguien, compartir un café mañanero y mantener una agradable conversación. Vivir - respondió.

- Sí que eres distinto, es raro ser diferente - comenté sincero.

- ¿Le temes a lo distinto?

- Es una pregunta un poco extraña.

- Deberías Christopher, deberías.

Sin Medida - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora