Capítulo 5

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Narra Christopher.

El frío que mi piel sentía me hizo despertar poco a poco, jamás había sentido un rayo del sol tan directo en mi cara.

- No es cierto - lamenté.

- Buenos días.

- ¿Pasamos toda la noche aquí?

- Madrugada mejor dicho, te quedaste dormido.

- Qué vergüenza - susurré.

- No tengas vergüenza, agradezco que seas muy calentito para dormir.

- ¿Qué?

- No me propasé, te lo juro - bromeó.

- Ni siquiera me di cuenta en qué momento me quedé dormido, creo que estaba algo cansado. Gracias por no dejarme tirado.

- Una primera cita del recuerdo, creo que no lo olvidaré - comentó.

Sonreí más relajado, en un comienzo su aspecto me dió algo de temor e inseguridad pero no podía juzgarlo por eso, estaba siendo atento.

- Creo que es justo que haga algo por ti. ¿Vienes a desayunar conmigo? - propuse.

Su mirada fija produjo un escalofrío que me erizó la piel, al ver que no respondía no hice más que mover mi mano y captar su atención.

- Será un placer - respondió.

- Te indicaré el camino a mi casa.

- ¿Tu casa?

Asentí, quizás era extraño para él que apenas conociéndonos ya lo llevara a mi casa, pero en lo personal no hay nada mejor que desayunar en el hogar.

- Aquí vivo - indiqué.

- ¡Wow, que linda casa! ¿Vives solo?

- No, con una amiga. En realidad ambos pagamos todo en conjunto, sale más conveniente.

- Interesante - comentó.

- Dame un momento, ya vengo.

Caminé en busca de Antonia, no es difícil descifrar que en sus momentos libres su habitación es su lugar favorito.

- Chris, hasta que llegas - dijo de inmediato.

- Lo siento, yo...

- Vino Isaac - interrumpió.

- ¿Isaac? ¿Qué mierda vino a hacer aquí? - pregunté molesto.

- No quiso decírmelo, le dije que estabas de viaje, supongo que no quieres verlo.

- Maldito idiota.

Los recuerdos me vinieron a la mente arruinando la felicidad de estos momentos, el pasado nunca muere.

- ¿Óyeme en dónde diablos pasaste la noche? - preguntó con una pequeña bofetada.

- ¡Cálmate!

- Me tenías preocupada, habla.

- Es una locura - reí.

- ¿Me explicas?

- ¿Recuerdas del chico del bar? El que casi arruina mi trabajo. Bueno, estuve con él.

- ¿TE ACOSTASTE CON ÉL?

- Shhh, cállate que está aquí - susurré.

- ¡Oh por Dios! Preséntame a tu novio.

- Antonia no, ven acá.

Quería detenerla, pero su astucia y fuerza femenina por descubrir algo nuevo eran más fuertes.

- Wow, sí que es lindo - susurró.

- ¿Hola? - saludó confundido.

- ¿Cómo te llamas?

- Erick.

- ¿Cuántos años tienes?

- Basta, no estamos en un interrogatorio. No le hagas caso, es así, está curiosa - hablé.

- Solo me preocupo por ti hermano.

- ¿No que eran amigos?

- En realidad es como si fuéramos hermanos, llevamos tiempo de conocernos - respondí.

- Me llamo Antonia y necesito decirte esto.

- No lo digas.

- Si le haces daño, por muy lindo que seas te cortaré eso que tienes colgando entre tus piernas para que no lo puedas ocupar con nadie. ¿Entendido? - amenazó.

- Entendido.

- Perfecto, eres bienvenido. Atiende a tu hombre.

- ¿Algo que quieras en especial? - pregunté.

- Puedo ayudarte.

- Eres mi invitado, no te traje para que hagas lo que me corresponde.

- Lo que quieras hermoso.

Abrí mis ojos al ver cómo tomó una de mis manos, Antonia con sus estúpidos gestos no era una gran ayuda.

- ¿Hoy trabajas? - preguntó mi amiga.

- Este...sí, desde que el supervisor no ha ido a trabajar está todo más complicado.

- Pues mejor, era un cretino y de paso ya no te molesta.

- Es extraño, nunca faltaba a trabajar. Además ya lo despidieron - añadí.

- Se lo debería tragar la tierra.

- Antonia no digas esas cosas.

- Quizás ella tiene razón, se lo merecería - agregó Erick.

Sin Medida - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora