Tomé un taxi lo más rápido que pude, estaba realmente aterrado ante la posibilidad de estar frente al asesino de mi amiga.
No quería creerlo, ni siquiera imaginarlo, me sentía en una gran película de terror.
Bajé corriendo al ver cómo su auto se detuvo detrás del taxi, por más que intentaba hacerlo más rápido el desespero me jugó en contra.
- Chris espera, te lo puedo explicar - dijo sosteniendo la puerta.
- Vete o llamo a la policía.
- Sé lo que le pasó.
Guardé silencio para poco a poco abrir la puerta, mis lágrimas no dejaban de salir y eso me hacía más débil.
- ¿T-Tú...?
- Por favor no llores - pidió.
- Ay Erick no - negué llorando.
Retrocedí intentando sacar mi celular, el pánico me venció y si no lograba dejar de temblar.
- Suéltalo, no te quiero lastimar - pedió sacando un arma.
- ¿Erick? - nombré asustado.
Cerró la puerta rápidamente y aunque no solté mi celular se atrevió a confiar en mi.
- Yo no la maté, yo solo quería que nos dejara en paz.
- ¡QUÉ LE HICISTE! - grité.
- ¡NADA! Estábamos discutiendo y de pronto resbaló, te lo juro - dijo en desespero.
- ¿Por qué la mataste?
- No lo hice, incluso intenté ayudarla pero no pude.
- Esto no puede ser cierto, no, no está pasando - negué.
- No te niego que odiaba a esa maldita perra, pero no la maté por ti, porque te amo y sabía que esto te dañaría.
- Estás loco Erick.
- NO ME DIGAS LOCO.
- Tú no me amas - dije de inmediato.
- Si no te amara no hubiera echo todo lo que hice por ti.
- ¿Todo...?
- Solo quería que fueras feliz, que nadie te hiciera daño - reí.
- Qué hiciste.
- Los maté, los maté por ti mi amor. Ese asqueroso tipo de tu trabajo no tenía derecho a lastimarte, Isaac no te merecía - confesé.
Abrí mi boca con una mezcla de sentimientos, miedo, rabia e impresión por aquello.
- Antonia tenía razón. ¡Por qué no le creí!
- Porque me amas, nos amamos amor.
- NO TE ACERQUES.
- Yo soy el amor de tu vida, podemos ser felices. Sí, hagamos una vida fuera de aquí, hijos, quiero hijos - sonrió.
Por más que intentaba entender su postura lo desconocía completamente, la risa que antes era mi motivo de felicidad ahora no hacía más que darme miedo.
- Eres un maldito psicópata, estás enfermo, loco - reclamé.
- Solo quería hacerte feliz.
- ¿Matando a las personas pensabas hacerme feliz? ¿Acaso pretendías eliminar a cada persona que me hablara?
- Si fuese necesario lo haría - confesó.
- Te desprecio, TE ODIO - dije en llanto.
- ¡NOOOOO, ME AMAS! - gritó apuntando nuevamente hacía a mi.
- Tienes que entregarte Erick, no estás bien.
- Primero muerto, muerto.
- ¡Me van a echar la culpa a mi!
- A NADIE.
- No te reconozco, me enamoré de un completo desconocido.
- Soy la misma persona, entiende.
- Una perdona que fingió ser otra por estar contigo y al final te diste cuenta de quién era en realidad por otras personas, eso eres - dije con pena.
- Todos hemos sufrido de amor en algún momento, entonces yo me enamoré. De ti Chris.
- Si me amas déjame hacerlo, te prometo estar contigo en todo, te ayudaré - propuse enseñando el celular.
Tomó aire para tirarlo lentamente, bajó el arma dándome un alivio realmente necesario.
- Hazlo, llama. Si eso te hace feliz entrégame - cedió.
No me permití dudar, si lo hacía posiblemente le estaría haciendo un daño mayor.
Hice lo que era correcto, se me quebraba la voz cada vez que el oficial hacía una pregunta y temía no poder resistirlo.
- ¿Erick?
- No puedo ir a la cárcel Christopher, no puedo - dijo en llanto.
- Por favor - pedí llorando a la vez.
- Solo quería sentirme amado, que alguien se preocupara por mi, te encontré y no quiero dejarte ir.
Me giré lentamente viendo cómo estaba fijo en su postura, sus ojos quizás estaban tan rojos como los míos.
- Erick no.
- No olvides que te amo, este amor sin medida fue lo mejor que me pudo pasar.
- ¡Erick reacciona!
- Si no vas a ser mío no lo serás de nadie, te prefiero muerto - apuntó.
- Por favor - supliqué.
- Te amo, pero sé que podré vivir sin ti.
El ensordecedor sonido del disparo fue lo último que escuché antes de caer al suelo, una lágrima salió dejándome saber que era la última y que ya no había vuelta atrás.
Mis ojos comenzaron a cerrarse mientras su mano sujetaba la mía, estaba sufriendo y no tenía intenciones de ocultarlo.
- T-Te amo...
- Perdón - susurró.
Cerré mis ojos dándole una débil sonrisa junto a un suspiro que no volvería a dar.