- ¿Más tranquilo? - preguntó.
- Un poco, fue la impresión. Nunca había visto un...cadáver.
- Es extraño, él era grosero contigo, no merece que estés así.
- Pero no lo odiaba, es una vida Erick, nadie merece morir.
- Sin duda eres más bueno de lo que imaginé - comentó.
- Perdón por lo que pasó hoy, fui excesivamente grosero contigo.
- ¿Puedo saber que te hizo cambiar de esa forma? Pensé que ya me odiabas - añadió.
Negué sintiéndome mal por aquello, estaba recargando mi enojo y tensión en una persona que no hacía más que tratar acercarse.
- No tiene caso. ¿Nuevo comienzo? - pregunté extendiendo mi mano.
- Nuevo comienzo.
- ¿Estabas ocupado?
- De hecho no, es viernes y solo caminaba.
- ¿Sería mucha molestia que me acompañaras a mi casa? No quiero irme solo - dije.
- Iba a hacerlo de todos modos, te acompaño.
Seguía con la imagen viva, por más que intentaba dejar mi mente en blanco no lograba hacerlo, me estaba costando más de lo normal sin ser yo el responsable.
Me estaba comportando de una manera que no me gustaba, estaba siendo débil y mi sensibilidad estaba a un nivel que hace un tiempo atrás no existía.
- ¿Aún estás aquí? Te dije que te largues - recordé para mi ex novio.
- Tenemos una conversación pendiente.
- No quiero y no tengo nada de que hablar contigo.
- Christopher...
- Dijo que no quiere. ¿Eres sordo? - interrumpió Erick.
- A ver...chiquitito - empujó.
- Déjalo en paz - empujé para él.
- Uh...¿Lo estás defendiendo? Ya te lo cogiste.
- Es mi problema, no el tuyo.
- No me iré de aquí sin hablar contigo.
- Vámonos, tienes en donde quedarte sin molestias - dijo Erick tomando mi mano.
Lo seguí sin negarme, Isaac no estaba haciendo más que invadir mi espacio y eso ya no me gustaba.
Casi perdiendo el equilibrio me apresuré a estabilizarme, paralizado por el momento no pude evitar detener el golpe que fuertemente recibió mi nuevo amigo.
- ¡Déjalo!
- ¿Crees que me vas a cambiar por cualquier cosa?
Empuñé mi mano cargando toda la fuerza y rabia que tenía acumulada, en cuanto tomó la iniciativa de acercarse sin duda alguna lancé un golpe.
- NO VUELVAS A PONERLE UNA MANO ENCIMA - grité.
- A mi no me vas a dejar así, no - negó.
- Ya lo hice y esta vez si es definitivo. Vamos, no quiero estar aquí - dije ayudando a Erick.
Me sentía impotente, una vez más aquel chico de ojos hermosos estaba pagando los costos de mis problemas.
Preferimos tomar un taxi, al parecer no vivíamos tan cerca como para caminar.
Su casa me pareció atractiva, no era muy grande pero apenas pasé me sentí como si estuviera en mi propia casa.
- Auch.
- Lo siento, espero que no se te inflame mucho - dije sosteniendo una bolsa con hielo.
- Deja de disculparte, no tienes culpa de nada.
- Claro que sí, solo te he traído problemas.
- ¿Problemas? Problemas tiene todo el mundo - bromeó.
- Ay Erick, es un idiota - comenté.
- No te preocupes, seguramente su karma le llegará y de la peor manera.
Me quedé totalmente pedido en el color de sus ojos, tenía una mirada tan única que no podía describir.
- Qué lindos ojos - confesé.
- ¿Solo mis ojos?
- No - dije sin reaccionar.
- Me gustan tus labios.
Solté la bolsa sin darle espacio a que dijera o hiciera algo más, besarlo sin su consentimiento no estaba en mis planes.