El diablo viste de rojo (Juliantina G!P)

Epílogo

Por los mellizos no podían alargar mucho su luna de miel, aun así estuvieron dos semanas. La primera fue a lugares más naturales, conociendo los verdes paisajes que ofrecía Montana. Mayormente senderismo, Valentina acabó harta, aunque lo sufrió en silencio, puesto que veía a Juliana tan feliz, que compensaba el dolor de pies, las agujetas y las picaduras de bichos. Menos mal que dormían en hostales y nada de acampadas, también compensaba que la morena siguiera teniendo energías para darle noches llenas de pasión. Maldijo la energía Valdés, sus hijos correteaban torpes, no quería imaginar cuando ya fueran más agiles.

Estuvieron por Polson, visitaron la presa y todo le resultó muy mundano a Valentina, era otro estilo de vida a la ciudad, era más tranquilo y la arquitectura, resultaba preciosa, el agua de los lagos y ríos eran transparentes y preciosos, se podía ver las rocas de las orillas. También se podía añadir que eran aguas más frías que las de Asbury Lake, aun así, disfrutó mucho conociendo a fondo esa parte apasionante de Juliana Valdés:

_ Este lugar_ dijo Valentina sentada en una roca, levantando la cabeza mientras que los rayos del sol acariciaban su suave piel y la brisa mecía su pelo rubio_ es perfecto para venir de vacaciones.

Juliana, la observaba con auténtica veneración, dibujó una amplia sonrisa:

_ Solo de vacaciones

_ Demasiado tranquilo para mi gusto_ se encogió de hombros y acarició su mejilla cuando ésta se acercó y posicionarse entre sus piernas_ reconozco que acabaría echando de menos el bullicio

_ Bueno, mañana viajamos a San Francisco_ acarició la suavidad de sus piernas, puesto que la rubia llevaba unos shorts que le hacían un culo muy sexy_ me enseñarás el glamur de la ciudad

Valentina abrazó por el cuello a la morena, con una sonrisa que transmitía plena felicidad. A pesar de los días repletos de planes, arriba y abajo, era como una niña chica. Claro que al menos una hora por la mañana y otra por la noche, se la pasaban pegadas al teléfono, babeando con los videos llamadas que hacían para ver cómo estaban los mellizos. Adaptándose la una a la otra, el siguiente destino que eligió Juliana fue San Francisco, pensando más en Valentina. Hubiera escogido Los Ángeles, pero ya estuvieron una semana, así que, otra de las ciudades a conocer de California. Valentina sonrió traviesa:

_ Ahí tengo planes

_ ¿Cuáles?

_ Sorpresa_ sensualmente sacó su lengua acariciando sus labios, primero el superior y seguidamente el inferior_ pero te aseguro que hay sexo y mucho morbo_ manoseó tontorrona el cuello del polo verde que llevaba puesto Juliana_ hay que aprovechar que no tenemos a los mellizos

La vaquera se mordió el labio inferior:

_ ¿Morbo?

Valentina sonriente asintió, incluso se vio un atisbo de malicia en su mirada. Esa mirada picante que solía poner al principio, antes del embarazo. Como ya se había mencionado con anterioridad no eran de tradiciones. Esa rubia endiablada cuando quería tenía demasiada imaginación abrasadora:

_ Miedo me da

Hablaron, tontearon, pasearon, se puede decir que la primera semana estaba plagada de romanticismo, la primera semana era toda Juliana. Hicieron planes, Valentina nada más regresar volvería a la empresa, aunque tomó la decisión de que Lizzie fuera la cara publica de Division Models. La castaña estaba encantada. Juliana estudiaba, tenía sus momentos, porque la diferencia entre la medicina es que había que aprenderse el cuerpo humano, el masculino y femenino, todo lo contrario a la veterinaria, era un amplio abanico de animales, aun así miraron horarios, Valentina no quería dejar a los mellizos con niñeras, quería que fueran criados por sus madres, hacerles entender que siempre estarían así. También planearon su vida para cuando acabara la universidad, a lo mejor la daba por buscar trabajo como veterinaria en algún refugio para animales o abrir una clínica veterinaria y si podía, ayudaba sin ánimo de lucro algún refugio, esa idea le gustaba muchísimo más. Obviamente, Valentina le apoyaba en todo, era como el empujón que necesitaba siempre que flaqueaba.