La puerta

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Era un cumulo de "no me lo esperaba" primero blanco, luego negro, blanco, negro ¿Cómo carajo creer que se mantendría y no cambiaría de idea? Esa era Valentina Carvajal, bipolar y con cantidad de caras, muchas de ellas por descubrir. Valentina la mala perra, Valentina la frágil, Valentina de Asbury Lake, Valentina la sexual y la que le terminaba de desconcertar, la que le ocultaba cosas. ¿Estaba dispuesta a esos cambios de humor? Te quiero ahora no te quiero, creo en ti pero desconfío a la mínima. Pero ahí estaba, suplicándole, asegurándole que le quería y quería estar con ella. Juliana miró al suelo y suspiró, arriesgar o no arriesgar, se giró y abrió la puerta del taxi.

Un "se acabó" pasó fugaz por la cabeza de Valentina, sintiendo un pesar casi insoportable en su pecho. ¿En tan poco tiempo había llegado tan lejos Juliana? La humedad de sus ojos pesó como plomo y cobraron vida, destinadas a humedecer sus mejillas. Pero espera un momento, algo detuvo su desconsuelo:

_ Puede esperar otro par de minutos.

Escuchó decir la voz de Juliana:

_ Oiga señorita espero lo que quiera, pero el taxímetro sigue en marcha

_ Pagaré_ La morena se giró para quedar frente a frente con Valentina_ ¿Por qué lloras?

Valentina se quitó la humedad de las mejillas con la mano antes de dar un empujón pequeño a la vaquera:

_ Pensaba que te ibas

Juliana sonrió, le quitó una última lágrima traicionera con el dedo gordo, se acercó dispuesta a darle un beso, el beso que llevaban reclamando sus labios casi dos días, cuando miró a su alrededor:

_ ¿Qué pasa?

Preguntó la ojiazul, que se había acercado para recibir el impacto de su beso:

_ Tus empleados alucinan, están viendo a la diabólica de su jefa llorar ¿estás preparada para que te vean besándote conmigo?

_ Que les jodan

Musitó agarrando la nuca de la vaquera para atraerla y acortar la poca distancia que les quedaba para chocar sus labios. Juliana rodeo con sus brazos la cintura de Valentina, disfrutando la delicatesen que ofrecía su boca y que hacía enloquecer a cada neurona de su cuerpo, provocando corto circuitos eléctricos y elevaba su adrenalina hasta el punto de querer más. El claxon de un vehículo les hizo sobresaltar, la morena miró ceñuda al taxista que hizo unas señas a su reloj:

_ Tengo que pedir otra vez las llaves a Lizzie

Valentina se mordió el labio inferior y asintió con la cabeza:

_ Termino de hacer unas cosas y ¿salimos a cenar? Si te parece bien claro.

_ Si, será estupendo

Para que engañarse, primero fue el subidón para acabar en una sensación de extrañeza. Valentina acostumbraba a no dar explicaciones de nada, acostumbraba a hacer lo que le daba la gana, sin habérselo propuesto se había metido en una relación con la vaquera. Y Juliana no había acabado una relación cuando a los cinco minutos, ya estaba morreándose con su exjefa delante de su exnovia y de sus ex compañeros.

Liah y Lizzie contemplaron toda la escena típica de las comedias románticas cuando Meg Ryan estaba en pleno apogeo, solo que de comedia poco, se podía palpar el drama y la tensión. La ex novia sentía como la rabia y el dolor se aglomeraba en su interior como una bomba a presión:

_ Ni si quiera la reconozco.

Dijo apoyada en el mostrador de la castaña. Por unos segundos se compadeció de la chica, después de todo le habían dejado y no le habían dado tiempo de luto cuando ya estaba con la jefa metiendo su lengua hasta la campanilla. Hasta que recordó, Liah era otra endemoniada que le caía mucho peor que satán:

El diablo viste de rojo (Juliantina G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora