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¿Dónde estoy?

Una muy buena pregunta sin ninguna respuesta. La oscuridad me envolvía por completo junto a un dolor muy severo a lo largo de mi cuerpo.

No note que mis ojos estaban cerrados sino hasta que intente parpadear, una acción claramente fallida.

Al principio veía borroso, luego de unos segundos mi visión se aclaró.

Lo primero que divise fue un techo blanco, moví mi cabeza hacia ambos costados buscando algún objeto que me indicará mi paradero. El dolor ocacionado por mis movimientos me recordaron que parecia estar en pésimas condiciones. La habitación en la que me encontraba, hasta donde pude observar, parecía ser todo blanca. Habia una especie de perchero puramente de metal con una bolsa mediana junto a un líquido transparente que supe diferenciar: suero. La máquina que controlaba mis latidos estaba del lado contrario a la camilla donde, asumí, me encontraba.

No supe que llevaba cables por todo el cuerpo sino hasta después que los observe, mas de la mitad de mi masa muscular estaba completamente dormida.

Con mucho esfuerzo moví mis brazos para apoyarme en ellos y logre levantar levemente mi torzo para recostarlo por la pared a mis espaldas.

Efectivamente estaba en una habitación de algún hospital.

Baje la vista para analizar mi cuerpo que se escondía bajo una fina manta, estaba completa, no me faltaba ninguna extremidad. Note, entonces, que mis brazos estaban extrañamente delgados y machucados. Poseía algunas cicatrices y otras cortadas que recién comenzaban a cicatrizar. No pase por alto los múltiples moretones que aún no se extinguian del todo, a pesar de no estar muy lejos de hacerlo.

¿Será que todo mi cuerpo esta así?

Dirigí mi mano hacia la fina manta que me cubría, estaba algo nerviosa sobre las ideas que surcaban mi mente ante lo que sea que me había ocurrido.

Tal vez me caí de las escaleras. Algun accidente o algún robo muy violento. Que sea todo menos una violación.

Al levantar la manta me encontré con mis piernas en la misma condición que mis brazos, las toque pero sin embargo no senti nada. Por alguna razón no me estaban contestando.

Un ruido sordo que hizo eco entre las 4 paredes me saco de mis pensamientos. Voltee mi cabeza con tal brutalidad que todo comenzó a girar a mi alrededor, pero incluso con el terrible mareo distingui una mujer parada en la puerta que llevaba el inconfundible uniforme de enfermera.

¿Dónde estoy? ¿Cómo llegue? ¿Por qué no puedo sentir las piernas?

Fórmulaba las preguntas en mi cabeza, pero mi voz no salía.

Me tomé la garganta con las manos sudorosas.

Exactamente, ¿Qué me estaba pasando?

No tuve mucho tiempo mas para pensar, ya que todo se volvió negro.

***

¿Hum?

Nuevamente la oscuridad me envolvía, esta vez no tuve que intentar parpadear para notar que mis ojos estaban cerrados. Sin embargo, no los abrí porque oí unas sutiles voces no muy lejos de mi.

-Te digo que se despertó, ella estaba sentada en la camilla. Se estaba tocando las piernas cuando entre, ni siquiera se como se movió - habia pánico en su voz ¿Tan raro era que yo pudiera moverme?

Supongo que tendre que hacer las preguntas por mi cuenta.

Abrí los ojos sin dificultad, sin embargo el mareo no había desaparecido.

¿Dónde estoy?

Otra vez, la voz no salió de mis labios.

Voltee la cabeza con sutileza hacia el lugar de donde provenían las voces, pude notar a un hombre con una bata larga y blanca junto a la enfermera que había visto anteriormente.

El escuchaba atentamente lo que esta le decia mas no parecía creerle.

Estire mi mano buscando algo que lanzarles para llamar su atención. Lo unico a mi alcance era el suero, así que tome aquel caño de metal y lo eleve solo unos centímetros del suelo para luego estamparlo en el mismo con brusquedad haciendo un chillante y estruendoso ruido que me dio un fuerte dolor de cabeza.

Ambos saltaron levemente en su lugar por la sorpresa y luego voltearon a verme.

- No puede ser, es cierto - la voz del hombre era grave y casposa, pero aun así inspiraba tranquilidad y confianza.

- Se lo dije - el miedo en la voz de la joven mujer uniformada era casi palpable.

- ¿Qué haces ahi parada? Ayúdame a sentarla - ordenó el, supongo yo, doctor. Se acercaron a mi rapidamente y me ayudaron a incorporarme con sumo cuidado.

-Disculpa la actitud de esta chica, es una practicante asi que no tiene mucha experiencia controlandose - su voz era más suave, pero aun era grave y profunda. Se veía calmado y sus ojos eran inexpresivos. Observe a la mujer y ella hizo una pequeña venia a modo de disculpa.

No importa, comprendo.

Aún que habría la boca y fórmulaba las respuestas, mi voz no salía. Arrugue el entrecejo con enojo ante aquello.

-¿Sucede algo? - el doctor pareció notar que algo andaba mal y se acercó un poco mas a mi.

Señale mi garganta y luego hice una señal de no con mis manos.

-¿No puedes hablar? - esta vez fue la enfermera quien habló.

Asenti en modo de respuesta. Ella observó triste al doctor y este se rasco la nuca.

- No saquemos conclusiones aún - saco un pequeño aparato de su bolsillo, parecía un bolígrafo.

-Abre la boca - ordenó con suavidad.

Así lo hice.

Resulta que el pequeño bolígrafo era en realidad una de esas linternas que usan para verte la garganta cuando estas resfriada, saque la lengua y la moví de un lado al otro para que el tuviera una mejor visión. Cuando se alejo y apago la linterna, volví a cerrar la boca.

Me miro directo a los ojos y suspiro.

-Lo siento mucho, tus cuerdas vocales están muy dañadas, no creo que seas capaz de hablar por un tiempo, tal vez nunca vuelvas a hacerlo -

Algo en mi se rompió al oir eso, pero no tenía tiempo de llorar, habían muchas cosas que debía preguntar aún.

Suspire para luego encogerme de hombros para restarle importancia. Ellos parpadearon repetidas veces con sorpresa.

Hice unas señas como que estaba escribiendo algo y rápidamente la enfermera saco una libreta junto a un bolígrafo de sus bolsillos.

"¿Por qué estoy en el hospital? ¿Exactamente que me paso? ¿Dónde están mis padres? ¿Cómo se llama este lugar?"

Le extendi la libreta al terminar de escribir y ellos volvieron a mirarse entre si.

La mirada que me regalaron a continuación ya la conocía muy bien.

*****

Vamos de vuelta.

Segunda Oportunidad. (Fred Weasley Y Tú).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora