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Algo en mi interior me decía que mis enemigos estaban más cerca de lo que aparentaban.

***

Me tomo, lógicamente, más tiempo que el acostumbrado llegar a aquel punto en los pasillos donde los acontecimientos tomaron otro rumbo; no solo por mi pie lastimado, sino también porque habíamos estado corriendo sin prestar real atención a los alrededores, por lo que tuve que escarbar mucho en mis memorias para descifrar donde habíamos perdido de vista al enemigo.

Una vez llegue, me sorprendió ver a la señora Norris vagar sin su dueño. Arrugue el entrecejo, pensando que tal vez era una estrategia de Filch dejarla sola para luego lanzarle un hechizo y preguntarle que demonios había visto, pero esos pensamientos se esfumaron cuando, con terrible culpa, recordé que Filch era un ser no mágico. No lo clasificaban como muggle, porque no había nacido de padres muggles. Pocas personas lo sabían, pero Filch era un Squib de sangre pura; el hijo de dos magos que nació sin magia. Eran muy poco comunes los casos existentes en el mundo, normalmente los squib nacían de un padre muggle y otro mago, pero lastimosamente Filch fue uno de esos casos únicos que comprendes que existan pero no comprendes por qué le tocan a determinadas personas.

Una vez la anciana gata se perdió entre las paredes de los pasillos, tomé mi varita escondida entre mis ropas y eleve la muñeca con delicadeza. Suspire, cerrando los ojos para concentrarme mejor.

-Appare vestigium - mi voz salió baja de mis labios, pero aún firme. Abri los ojos casi de inmediato, temiendo perderme algún detalle importante. La magia hizo su trabajo y, en pocos segundos, el entorno cambió. Se volvió de noche, la tenue luz de la luna no le hacia justicia a las paredes meticulosamente adornadas. Los pasillos se notaban lúgubres en aquella oscuridad, e incluso fui capaz de volver a sentir aquel gélido frío acariciar mi piel. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando me vi a mi misma correr desesperadamente hacia mi lugar, me vi casi obligada a cerrar los ojos cuando mi propio imagen atravesó mi cuerpo como si fuera mi figura la que no estaba presente. Cuando estaba al rededor de 6 metros alejada de aquella encrucijada, hundida en la única preocupación de llegar a salvo a mi Sala Común, un nuevo personaje hizo su aparición en la escena.

Tes pálida, cabello negro y grasoso, ojos profundos e intimidantes, casi sin vida de no ser por la sombra de tristeza y decepción que se colaba por ellos. Snape, era el profesor Snape.

Lanzo un hechizo tras otro, reteniendolo pero siendo incapaz de atraparlo. Se escucharon más pasos, una jauría de profesores se coló a las espaldas del profesor Snape. Se desató una batalla que me cuesta entender como es que perdieron. Pero mi duda no tardó mucho en ser fundamentada, porque el enemigo entonó de manera escandalosa, casi desesperada, un fuerte y claro "Avadakedavra". De su varita salieron lo que parecían ser llamas verdes que querían consumirlo todo, pero no pudieron. Aquel hechizo no alcanzó a nadie, porque todos los presentes lo evadieron con desespero, logrando que sus cuerpos en el piso fueran el momento perfecto para que el enemigo escapara.

Luego de aquello, la magia se desvaneció. La luz solar volvió y todo se vio nuevamente en su estado pretérito.

Me di la vuelta para dirigirme al comedor en silencio, sin expresión en el rostro, pero con un conjunto de sentimientos negativos que estaban desatando una batalla interior conmigo misma, donde me exigía recordar pero me obligaba a no hacerlo.

Aquella voz, que entonaba con desespero un hechizo que tenía todas las etiquetas para tomarlo de prohibido, la había escuchado antes.

¿Eso quiere decir que venía por mi?

*****

Cortito pero efectivo. Nos leemos pronto, chau chau.

*Entra outro de HP*

Segunda Oportunidad. (Fred Weasley Y Tú).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora