Pensamientos que madrugan -025

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"I can't drown my demons, they know how to swim."

Hoy sigo tirada en la cama y necesitaba sacar la tormenta con la que me he despertado, que sigue siendo la misma aunque tenga menos fuerza y alguna que otra cosa nueva para comerme el cerebro.

He llegado a la conclusión de que soy demasiado soñadora, y de que pienso primero en mí y en lo que siento y luego, en los demás. No, no soy egoísta, me dejo llevar demasiado por mis propias fantasías y a veces pienso que vivo en ellas y que todo lo que hago está bien, pero empieza a perder el sentido justo cuando lo hago, justo cuando me doy cuenta de que no vivo en un cuento de hadas y de que el príncipe todavía (o ya) no existe.

Es ese el momento de claridad en el que me choco brutalmente contra lo real, es cuando me doy cuenta de que si no fuera por mis sueños, estaría completamente perdida y lista para morir por dentro.

Son los sueños lo que me mueven, los que me dan la positividad y los que me hacen valorar las pequeñas cosas (porque a veces son tan pequeñas, que solo un soñador ve belleza en ellas) y subconscientemente sé que soy un poco miserable, pero también soy demasiado ambiciosa para creérmelo y me escondo dentro de una burbuja de fantasías que no tarda en volver a aparecer cuando la rompen.

Por eso soy una cobarde disfrazada de valiente que sigue buscando razones para ponerle fin a este cuento que me destroza la vida.

Un final ni feliz ni triste, porque no tiene final. No sé de su inicio y tampoco de su final. El cuento es el mismo, y al parecer sigo a las espera del príncipe azul aunque este se deshaga en mis manos.

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