Por supuesto, no toma aún la poción que le diese Belcebú. No sabe qué efectos adversos podrían producirse, y realmente está muy lejos de casa y muy desamparado donde está como para arriesgarse.
Así que tan solo espera a que amanezca y que la estación de trenes empiece a operar para comprar el boleto de vuelta a su pueblo.
Al pueblo donde, tiene fe, lo espera su casa, si Belcebú ha sido fiel a su palabra.
Cuando está por abordar el tren, el sol apenas está saliendo, y Aziraphale siente el cansancio emocional y físico como un latigazo.
Y es entonces cuando lo ve, contra todo pronóstico.
—¿Newt? —inquiere, y el hombre larguirucho se gira al instante. Entonces, recuerda que, obviamente, está en otro cuerpo y que Newt no lo reconocerá—. Ah, disculpa...
No obstante, cuando intenta marcharse, Newt lo sostiene del brazo.
—¿Podría ser... que fueses... el tío de Anathema?
Aziraphale lo mira con sorpresa en sus ojos.
Y luego, las lágrimas que han amenazado con desbordarse en todo momento salen a flote. Con su brazo libre, se cubre el rostro e intenta frenarlas.
—Eres tú, ¿verdad? —inquiere Newt con suavidad, acercándose para luego colocar ambas manos sobre sus hombros—. Te hemos estado buscando... Han pasado tantas cosas...
Eso lo saca de su estupor; lucha contra su propio dolor para cerrar sus puños en torno a la camisa de Newt, mirándolo fijamente.
—¿Están todos bien? ¿Está bien ella? Lamento tanto haberme marchado, pero...
—Sabemos lo que pasó —le asegura Newt, y Aziraphale asiente a través de las lágrimas—. Una bruja llamada Belcebú nos contó lo que ocurrió, nos dijo que te había transformado y seguimos la pista hasta aquí...
—Y el resto es historia —murmura Aziraphale.
—Sí —coincide Newt con un tono algo inquieto; se nota a leguas que la situación lo supera—. Pero puedes contarnos, s-si eso es lo que quieres, cuando estemos de vuelta en casa.
En casa.
Las palabras son un sueño y, a la vez, una pesadilla.
Porque antes, «en casa» era Aziraphale manufacturando sombreros, leyendo libros de cuentos para niños y cocinando para su mejor amigo.
¿Y ahora? Ahora es una burla, una persona atrapada en dos cuerpos, en dos relaciones diferentes con la misma persona, y todo es tan confuso y borroso, y finalmente...
—Vamos a casa —suplica, y apoya su cabeza en el pecho de Newt porque no puede, simplemente no puede lidiar con nada más.
—Vamos a casa —lo reconforta su sobrino.
Siente el brazo de Newt en su espalda, y sabe que está con su familia, al menos.
Que pronto verá a Anathema.
Que pronto podrá intentar de vuelta, con todas sus fuerzas, de recuperar el resto de una vida normal que amenaza con escurrírsele de entre los dedos a cada segundo.
Una vida, esta vez, sin Crowley.
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El castillo ambulante de Crowley
FanfictionHace mucho tiempo, en un pueblito de tejados pintorescos, había un sombrerero que adoraba tres cosas por encima de cualquier otra: los sombreros, un libro sobre un conejo de porcelana que no sabía amar y un hechicero, dueño de un castillo ambulante...