XXVII

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Crowley la siente partir, por supuesto. Solo que piensa que irá a dar un paseo, o a preparar el desayuno, o a tomar un baño, o a cualquier otra cosa que no sea abandonarlo en medio de la noche.

Por eso, cuando despierta y ve el otro lado de la cama vacío, no se sorprende ni altera.

Empieza a preocuparse, recién, cuando no la ve en la cocina, y Warlock le asegura que aún nadie ha venido a interrumpir su sueño —esto es, antes de Crowley— para cocinar nada.

Tampoco está tomando un baño, y eso también se lo asegura Warlock, que habría calentado el agua de mil amores para ella.

Y la hipótesis del paseo...

—Warlock, despierta a Adam —le ordena.

—Eh —responde Warlock—, por si no lo has notado, estoy atrapado aquí y...

La mirada de Crowley lo silencia.

—Convierte su habitación en una sauna si es necesario, pero hazlo. Ahora.

—S-sí, señor —asiente el demonio, convertido en una débil llamita por unos segundos.

Y sin agregar nada más, se marcha.

El castillo ambulante de CrowleyWhere stories live. Discover now