Esa misma noche, mientras Crowley está ensayando una nueva poción en su estudio —una que, espera, lo ayudará a conciliar el sueño—, alguien aporrea la puerta con fuerza.
—¡Ya voy, ya voy! —se queja, dejando la poción en su lugar—. ¡Adam, más vale que no seas tú, te dije específicamente...!
—Soy yo —replica Adam apenas se abre la puerta—, y esta carta necesita llegar a ti —añade, extendiendo la misiva.
—Te dije que la quemaras —replica Crowley, sin tomarla.
—Tómala y léela —insiste Adam—. Luego puedes hacer lo que te parezca.
Crowley refunfuña algo sobre «aprendices insolentes» mas finalmente la acepta.
La abre y la lee, y lo que lee lo deja sin aliento.
—Llegó hasta aquí, específicamente enviada al castillo, y dirigida a ti, según dice en el sobre —explica Adam—. Creo que sería oportuno que fueras.
Crowley aprieta fuertemente los labios.
—Puedes retirarte, Adam —Es todo lo que dice.
—Pero...
—Ya has hecho suficiente —Crowley le sonríe y pronuncia las palabras entre dientes—. Gracias. Tus servicios ya no son requeridos.
—Pero, Crowley...
—Gracias.
Y sin más preámbulo, le cierra la puerta por la cara.
En el escritorio deposita la carta —Adam, si supiera, festejaría que no la quemase—, su mensaje expuesto de tal forma que cualquiera que pase por allí podría verla.
Sr. Crowley:
Está usted cordialmente invitado a la reinauguración de la Sombrerería A. Z. Fell.
Mis mejores deseos,
Anathema Device

YOU ARE READING
El castillo ambulante de Crowley
FanficHace mucho tiempo, en un pueblito de tejados pintorescos, había un sombrerero que adoraba tres cosas por encima de cualquier otra: los sombreros, un libro sobre un conejo de porcelana que no sabía amar y un hechicero, dueño de un castillo ambulante...