Capítulo uno

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Camila era muy juguetona. Le encantaban las travesuras, pero en el fondo, si jugabas con ella. Era casi como si ella fuese un depredador y tú su presa.

A simple vista no parece un ser malvado. Por un momento las personas creen que se trata de un ángel; en su mente viven intenciones malvadas e incluso despierta oscuros deseos en la personas.

Una apariencia angelical la adorna. Con unos ojos de un color chocolate intenso, llenos de emoción y éxtasis. Un cabello sedoso de color castaño, con ligeras ondulaciones, bastante largo. Y un cuerpo esculpido por los mismísimos dioses. Además de su, increíble voz, una voz angelical.

Estos atributos adornan la personalidad malévola de este ente.

Iban a comenzar las clases en dicho pueblo. Era hora de ponerse al corriente, debía actuar como si fuese una persona normal. Una persona como cualquier otra, antes de cometer las atrocidades que tenía en mente.

Iba camino a inscribirse. Entró a la sala del directivo y se encontró con los dulces ojos de una anciana.

Camila tenía un don. Uno de tantos; podía sentir cada una de las cualidades de cualquier persona tanto como podía darse cuenta de los pecados sus pecados también.

—Buenos días, jovencita.—Esbozó una tímida sonrisa ante la mirada de la anciana.— ¿En qué puedo ayudarte?

—Uhm. Vine a inscribirme.—Respondió con una timidez totalmente falsa. En ella no existen ese tipo de sentimientos.

—¡Oh, perfecto! Ten, llena esto.—Le entregó una hoja de papel con distintas preguntas. Solo debía llenarla.—Pon tus datos allí, cariño. Tendrás que esperar un poco a que llegue la directora.

Camila simplemente asintió con la cabeza. Y procedió a responder cada una de las preguntas en aquella insignificante hoja de papel. Tuvo que inventar algunas cosas, después de todo, ésta era su nueva vida. Tenía el mismo propósito que las anteriores.

Alterar su propia información se volvió algo habitual, ella no existía en los archivos de la policía o algo así, por si sucedían problemas. Poner su fecha de nacimiento real sería un suicidio, porque debería estar muerta. Mordisqueó sus labios un poco, debía poner un contacto de emergencia. No tenía a nadie, su madre había muerto hace tanto tiempo y jamás llegó a conocer a su padre. Sobre todo, jamás tuvo a alguien cercano que la cuidara, ella siempre se cuidó a si misma. No necesita de nadie.

—Disculpe.—Llamó la atención de la anciana.

Su voz sonaba con un ligero tono infantil y tímido; podía lograr oír los pensamientos de aquella anciana, pensando que Camila era una completa dulzura.

—¿Sí, cariño? ¿Qué sucede?

—No tengo un contacto de emergencia.—Camila mordisqueó su labio inferior, casi como si estuviese apunto de llorar.

La anciana no sabia como decirle a aquella muchacha que no podía inscribirse sin un contacto de emergencia. Después de todo, en su vida jamás había visto a una chica tan inocente, ya que los adolescentes de ahora solo son alcohol y rebeldía.

—Ya veremos que hacer. No te preocupes por eso.—Respondió decidida con una enorme sonrisa.

La directora aún no llegaba.

—Cariño. ¿Qué te parece si das un recorrido? Ya llamé a una de tus compañeras, para que te ayude.

—Oh, se lo agradezco tanto.—Respondió con una sonrisa de oreja a oreja. A la anciana le parecía realmente adorable.

En menos de 20 minutos. Se encontraba una chica en la sala del directivo, un poco menos alta que Camila.

—¡Hola, soy Ally Brooke!—Extendió la mano hacia Camila con una enorme sonrisa. Le estaba asqueando tanta alegría de mierda en alguien.—Ven, voy a darte el recorrido.

Fue apenas los pocos segundos que le dió de estrechar su mano, cuando tomó del brazo a la morena. Guiandola por los extensos pasillos de escuela.

Esta persona apestaba a una inocencia increíble. Camila sonrió ampliamente pensando en como sería hacer esa felicidad añicos.

—¿Aún no tienes tu horario?—Camila negó con la cabeza como respuesta.—Oh, aquí tienes.

Le entregó una hoja de papel que traía impresa cada una de sus clases. Dió un largo suspiro, estudiar lo mismo desde hace tanto tiempo es realmente tedioso y un tanto aburrido. Ya se sabe todo de memoria.

—¿Cuál es tu nombre?—Preguntó la pequeña Ally.—Olvidé preguntar, lo siento.

—Camila... Camila Cabello.—Continúo caminando junto a la más baja.

Fue de gran ayuda aquel recorrido. Si no estuviese rondando un engendro por toda la escuela sin rumbo alguno.

—Esta es la clase de historia. Del profesor Platt.—Murmuró pasando por la puerta.—Ten cuidado con él. No repruebes su materia, él es algo extraño.

En la voz de la más pequeña se notaba un poco de temor. Miró hacia el profesor, quien estaba completamente sumido en su aburrida clase de historia.

—Es un pervertido.—Completó Camila con una sonrisa. La más baja la miró con una expresión de espanto.

No iba a negarlo. Ese profesor realmente era un pervertido, Camila pudo darse cuenta con solo mirarlo.

Ally jaló del brazo a Camila. Para continuar con el tan entretenido recorrido.

—Esta es la clase de química de la profesora Vives.

Camila observaba con atención a aquella mujer realmente delgada. Hizo una mueca de disgusto. Cada vez que veía a quienes serían sus profesores, los analizaba solo con mirarlos. Por alguna razón, una de las profesoras se sintió intimidada por la mirada de la morena, eso le pareció muy extraño a Ally.

—Bueno, terminamos el recorrido.—Dió un largo suspiro de alivio junto con una dulce sonrisa.—Ten cuidado de hacer tonterías en clase. Los profesores suelen ser muy estrictos, sobre todo el profesor Platt.

—Estoy segura de que me irá bien con todos.—Le dedicó una sonrisa dulce. Era la primera sonrisa que le dedicaba en todo el recorrido en la más baja. Y eso hizo que el corazón de Ally se llenara de alegría.

La morena tenía tantas ganas de reír, pero tenía que contenerse.

—Tienes que venir el lunes para incorporarte.—Habló con emoción.—Tenemos historia, literatura y música juntas.

Luego de un rato. La morena aliviada se despidió de Ally. Estaba asqueada de tanta dulzura en una sola persona, le parecía totalmente absurdo actuar de tal manera siempre.

Quizás solo sentía envidia. Jamás en su vida tuvo la oportunidad de tener inocencia.

Estaba algo distraída en sus pensamientos. En cuanto chocó con alguien, eso la sacó de su trance.

—¡Fíjate por donde caminas!—Chilló la morena.

—Lo siento.—Habló secamente.

Camila estaba tirada en el suelo. Levantó la mirada para encontrarse con unas penetrantes orbes verdes. Era casi como si hubiese olvidado como respirar y como funcionaba su propio cuerpo. Debía irse cuanto antes, su cuerpo solo estaba pidiendo una sola cosa.

Frente a Camila se encontraba una mujer realmente imponente. Con un semblante bastante serio y duro, parecía estar enojada, la morena no pudo evitar sonreír ampliamente.

Aquella mujer extendió su mano hacia la jovencita. Y la ayudó a levantarse, las manos de ésta mujer eran ligeramente rasposas, Camila por un momento deseó tenerlas sobre su cuerpo. Tocándole sin pudor alguno.

—¿Quién eres?—Preguntó en un tono frío.

—Soy la nueva estudiante.—Camila habló mordisqueando su labio inferior conteniendo una sonrisa.— Camila Cabello.

Parece que ya había encontrado a su presa perfecta.

she's hotter than hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora