Capítulo ocho

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—¿Qué quieres saber de mi? 

—Quiero saberlo todo.—Chilló.

Camila parecía ser solo una chica bastante adorable y hermosa. Llena de distintos atributos. Ante los demás.

Pero a la ojiverde le parecía rara y extraña.

—Oh, vamos. ¿Acaso te volviste muda?—Preguntó burlona.

—Solo estoy pensando.

—Entonces. Piensa menos, quiero más acción.—Camila se bajó de el escritorio y se sentó en su regazo.

Lauren sintió una deliciosa corriente recorrer con tanta rapidez por todo su cuerpo. Estaba amenazando con una erección, debía intentar aguantar un poco. Camila es solo una niña... Aunque después de todo, comenzaba a dudar en si solamente era aquello.

—Camila.—Gruñó. Tomando a Camila de las caderas con algo de fuerza y bajandola de su regazo.

Camila bufó haciendo un pequeño puchero.

—Que aburrida eres.

La morena comenzó a ponerse juguetona, caminando por toda la oficina. Con la vista de Lauren fija sobre su cuerpo, se movía y se agachaba, de forma que se veían sus bragas bajo su pequeña falda.

—Lauren.—Canturreó.

—¿Qué quieres, Cabello?—Gruñó con enojo.

Camila volteó hacia ella e hizo un pequeño puchero.

—¿Puedo contarte un secreto?—La ojiverde asintió con la cabeza. Con algo de fastidio.—Pero, no le puedes decir a nadie.

Lauren mantenía su atención en aquella mocosa. Literalmente, era así como la veía. Como una mocosa rebelde en busca de un maldito acostón.

—Quiero... Algo de ti.—Se sentó en el escritorio, de nuevo. Justo frente a las narices de la ojiverde y abrió sus piernas de par en par. Mostrando su manojo de nervios cubierto por la delgada tela de sus bragas, la cual estaba ligeramente mojada.—¿Sabes lo que quiero de ti?

—Creo que ahora lo sé.—Gruñó. Puso sus manos en los tobillos de Camila y cerró sus piernas con fuerza.—Escuchame, mocosa.

Lauren se levantó, quedando a pocos centímetros de el rostro de su alumna.

—No quiero acostarme contigo. No follo con niñas que apenas tienen una pizca de experiencia en este mundo, eres solo una alumna. Que quede claro, no hagas éstas cosas o te saco de mi maldita escuela de mierda, niñita.

Camila soltó una pequeña carcajada.

—¿Niñita?

—Lo que seas, mocosa.—Rodó los ojos con algo de fastidio. No iba a permitirse sentir atracción hacia una menor de edad y mucho menos siendo una alumna.

Camila chilló indignada.

—¿Crees que solo soy una niñita?—Se acercó demasiado a su rostro. Posó su mano en la cintura de la ojiverde para atraerla hacia ella.—No soy solo una niñita, ¿Quieres que te lo demuestre, Laur?

Lauren rodó los ojos y se alejó de ella. Se acercó y miró por la ventana que se encontraba en aquella oficina. Daba hacia el patio de la escuela, su entrecejo estaba fruncido. Ésta era una situación bastante difícil.

Camila se acercó a ella y la abrazó por la espalda. Apretando un poco su pequeño cuerpo contra la directora.

—Tengo mucha más experiencia que tú.—Pasó sus manos hacia adelante, posandolas en el abdomen de la ojiverde. Comenzó a bajarlas lentamente, pero Lauren la detuvo, sosteniendo sus manos con fuerza para que no pudiese llegar a su erección. No pudo evitar aquello con tales provocaciones.—Sé más cosas que tú y todos los que viven aquí. Soy mucho más mujer que esas mujeres con las que has follado.

La voz de Camila sonaba de una manera tan sensual que parecía droga. Lauren sentía cierto éxtasis al escuchar a la morena hablar de tal manera cerca de la parte trasera de su cuello. Obviamente no se iba a permitir esto por más que quisiera. Simplemente no está bien.

—Cuentame todo de ti.—Exigió.

Lauren soltó sus manos y se dió la vuelta, para simplemente empujarla de su camino. No iba a sucumbir a las palabras de una muchacha que simplemente está excitada y cegada por deseo.

—No cometas un error.—Sentenció Camila sonriendo. Una vez más, Lauren volteó a verla y negó con la cabeza.

—Estás expulsada. Por favor retirate y ni se te ocurra volver a aquí, carajo.

La ojiverde apretaba sus puños con fuerza. Estaba realmente enojada y eso simplemente estaba causando que Camila se excitara, le gustaba verla tan enojada y tan prepotente.

—Escúchame, Lauren.—Se mofó riéndose de manera burlona.— Dame lo que quiero y no volveré a aparecer por aquí en mucho tiempo.

—¡No te voy a dar nada, maldita niña!

—Voy a hacer tu vida imposible si no me das lo que quiero.—Sus comisuras se alzaron en una pequeña sonrisa.—No sabes quien soy y que puedo hacer. Puedo volver mierda tu vida.

Lauren soltó una carcajada. Obviamente burlándose.

—¿Qué me va a ser una niña estúpida como tú?

—No soy solo una niña.—Rió.—Soy algo que jamás vas a poder entender, tengo más años que tú en esta mierda de mundo. He matado, deberías tenerme miedo.

La ojiverde se quedó callada, estaba poniéndose muy nerviosa. ¿Cómo qué ha matado? No lograba entender lo que estaba hablando aquella muchacha. ¿Acaso es una clase de psicópata?

Camila caminó un poco y logró ver el libro sobre demoniología en el escritorio de Lauren. Tomó el libro y lo hojeó un poco.

—Oh, Lauren.—Habló burlándose.—¿Has estado leyendo sobre mi? ¡Eres tan linda!

La ojiverde cambió de expresión. Parecía estar inexpresiva, pero estaba sintiendo mucho miedo y confusión a su vez.

—¿De qué demonios estás hablando, Cabello?

—De esto.—Murmuró. Y arrancó la página de el libro y se la entregó a Lauren.

Era sobre el Súcubo.

—Esto no puede ser cierto, es una jodida broma de mierda.

—No me gusta bromear, Laur.

she's hotter than hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora