Capítulo diecisiete

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—¿Qué tienes que decirme?

Lauren comenzó a rascarse la nuca. De algún modo poco probable estaba tratando de proteger a la morena, cosa que por obvias razones era algo inútil. Después de haber vivido largos años en la Tierra y haber pasado por tantos peligros; había algo en Lauren que le hacía querer protegerle.

Camila estaba confundida, la ojiverde parecía estar tan distraída, como si estuviese en otro mundo. Suspiró y se acercó a la ojiverde para tomar su mano suavemente.

—¿Estás bien?

—No.—Mumuró.—Camila, debes irte de este pueblo de inmediato.

La morena frunció el ceño bastante confundida. No sabía exactamente a que venía eso de forma tan repentina, dió un paso atrás y soltó la mano de Lauren, alzó una ceja observándola, estaba esperando su explicación de aquello.

—Sospechan que tú mataste a Noah.—Mencionó de manera nerviosa.

—No es una sospecha.—Bufó.—Si murió por mi culpa, Lauren.

Lauren frunció el ceño. Por supuesto que lo sabía, pero definitivamente no quería ver que alguien le hiciera daño a ésa demonio.

—Lo sé, carajo.—Gruñó.—Pero, ese no es el punto. No quiero que te hagan daño.

Camila estaba aguantandose una gran carcajada. Probablemente ésta sería una mala situación para reírse pero estaba siendo muy cómica para ella.

—¿Qué es lo gracioso?—Preguntó enojada Lauren.—¡Te estoy diciendo que planean matarte!

—En primer lugar. ¿Cómo van a matarme?—No pudo contenerse más y estalló en risas.—¿Van a leerme la biblia? ¿Hacerme un exorcismo?

La ojiverde estaba sintiéndose estúpida. En su búsqueda por proteger a aquel ser sobrenatural, falló rotundamente. Como un balde agua helada cayendo sobre ella, la verdad es que Camila no puede morir; por primera vez Lauren en su vida está sintiendo la necesidad o sentimiento de proteger a alguien más que no sea ella. Soltó un largo suspiro, no quería que Camila se fuese lejos, pero tampoco querría que le hicieran algún daño. A pesar de ser inmortal puede sentir dolor. Lauren no quiere nada de eso, quiere protegerla, a toda costa.

—Por favor, ten cuidado. ¿Sí?—Dijo en un pequeño murmullo.—Siguen sospechando porque Jared también está muy enfermo.

—Lauren, no le temo a un montón de pueblerinos con una Biblia.—Chilló.—¿Sabes a lo que realmente le temo?

La ojiverde volteó a verle, esperando a que prosiguiera.

—Temo perderte.

Un silencio que parecía ser incómodo comenzó a inundar aquel lugar. El corazón de Camila latía con fuerza y violencia, estaba tan nerviosa esperando la respuesta de la persona quien la hizo sentirse más humana solo con mirarla.

La única persona en este mundo que logró hacer que un demonio tan egoísta y mezquino como Camila, dejara de serlo. Estaba tan ansiosa que comenzó a jugar con sus manos, quería oírla decir algo al respecto, pero no decía absolutamente nada. Mordisqueó su labio inferior con nerviosismo y desenfreno. Esta sensación era realmente desesperante.

—¿No vas a decir nada?—Preguntó en un pequeño murmullo que parecía ser más para si misma que para Lauren.

Simplemente escuchó como la ojiverde suspiraba pesadamente y salía del baño.

Probablemente ésta sea una buena situación para llorar. Quería decirle y demostrarle sus sentimientos a Lauren, porque a pesar de ser un demonio que solo busca obtener su vicio y corromper a las personas. Tiene sentimientos, sentimientos muy fuertes hacia Lauren. Sentía que su corazón se estrujaba con fuerza, dolía. No se sentía bien. Probablemente fue un error enamorarse de Lauren, pero no es algo que pueda escogerse.

Camila estaba apunto de salir del baño y dirigirse a sus clases para aparentar ser una persona normal, como los demás. Pero irrumpió en el camino de la puerta una grande figura, bastante alto. Se trataba de una chico bastante grande abarcando prácticamente todo el espacio en la puerta.

—Oye, este es el baño de chicas.—Mencionó la morena con notable fastidio.

—Oh, lo sé. Solo quise venir a verte.

Camila trató de empujarlo. Era un momento en el que no tenía ganas de hablar con alguien, solo quería irse a casa y llorar. Pero, necesitaba ir a sus clases, después de todo fingiendo ser "humana" era una muy buena alumna, después de tanto era bastante obvio que se supiera los temas de memoria y era algo bastante fácil para ella, no es tonta.

—¿Quieres quitarte? Por favor.

La morena posaba sus manos en el pecho del chico, no podía moverlo o apartarlo. Eso era realmente extraño. Siendo un demonio, tenía ciertas habilidades y la fuerza era una de ellas.

Como el chico no se quitaba, decidió alejarse. No lo había visto antes, era un chico moreno y bastante guapo, siemplemente perfección. Pero, de igual forma eso no causaba ningún sentimiento en la morena, cualquiera puede ser una estúpida cara bonita.

—¿Qué carajo quieres?—Estaba comenzando a enojarse. Apretó sus manos formando sus puños, no le importaba tener que golpear a este chico.

Examinó lentamente sus rasgos faciales, no lo había visto antes en la escuela. Probablemente en otro lugar tampoco.

—Camila.—Murmuró.

Se acercó demasiado a la morena, la abrazó contra su cuerpo. Posando su mano en su cintura, para evitar que se alejase.

—¿Cómo sabes mi nombre?—Golpeó su pecho, tratando de alejarse. Pero, era inútil, esto no le causaba nada a aquel chico. ¿Acaso se había debilitado?

—Sé todo sobre ti.—Mencionó con una enorme sonrisa.

—No eres humano ¿Verdad?—Camila hizo una mueca y de inmediato el chico se separó de ella. Mirándola con una sonrisa que parecía ser más cínica que atractiva y reconfortante.

Camila se cruzó de brazos. Ya había conocido a otros seres sobrenaturales en su vida, pero jamás se había cruzado con un Íncubo. Por su rostro perfectamente definido, y su sensual tono de voz pudo deducirlo.

—¿Qué mierda quieres?—Alzó una ceja.

—Te quiero a ti.—Alzó las comisuras de sus labios formando una sonrisa pícara.—Somos el uno para el otro. Te he seguido desde que tengo memoria, y creeme que he quedado fascinado con lo que eres, con todo lo que has hecho. Me tienes a tus pies.

Aquel chico tomó la mano de Camila y dejó un casto beso en ella.

—Espera, ¿Cómo que me has seguido?—Frunció el ceño y rápidamente quitó la mano de mala gana.

—Eso mismo, Camila.—Soltó una pequeña risa.—Desde que murieron tus padres, estuviste divagando por todo el mundo. Una ésas de veces en que seducías a las personas, me enamoré de ti.

—¡Eso es estúpido!—Bufó.—Los demonios no pueden enamorarse.

—¿Y cómo te enamoraste de Lauren Jauregui?

she's hotter than hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora