Capítulo cinco

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La ojiverde se encontraba limpiando la vieja biblioteca de la escuela. A decir verdad, ninguno de sus alumnos se atrevía a entrar al lugar. Al parecer, a ninguno de estos mocosos insolentes les interesa la lectura. Estaba acompañada por otros dos profesores, quienes limpiaban otras secciones del lugar.

Lauren frunció el entrecejo en cuanto se percató de una de las secciones de la biblioteca. Parecía ser algo relacionado con ficción o criaturas míticas.

Este lugar se encontraba con más polvo que nunca. Eso quería decir que nadie había sacado un libro de ese lugar, sacó uno de los libros. Miró la portada de éste, no tenía absolutamente nada escrito. Simplemente era un libro de color vinotinto lleno de polvo. A decir verdad, todo eran de color vinotinto o de un color rojo muy intenso.

Procedió a tomar otro libro. Con el mismo color vinotinto, tampoco tenía algo escrito en la portada. Decidió hojearlo un poco, simplemente para ver su contenido. Abrió el libro y se encontró una pequeña dedicatoria escrita a mano, en letra cursiva. Decidió seguir inspeccionando, todo el libro estaba escrito a mano. Probablemente sería un cuento escrito por alguien. Pasó a la siguiente página y se encontró con un pequeño índice.

—Que carajo...—Maldijo en voz baja al leer lo que contenía el índice.

Contenía información sobre "demonios." Después de un rato, soltó una leve carcajada. Muchas veces las personas en Stowe suelen ser muy fanáticas insinuando que los demonios caminan con nosotros.

Decidió salir de aquella sección de la biblioteca y sentarse a leer el contenido del libro con más detenimiento.

—¿Qué haces, holgazana?—Se acercó Lucy al ver a la ojiverde sentada tranquila.—¡Tenemos que limpiar ésta porquería!

—Shh. Calla, Lucy.

La ojiverde ni siquiera se había molestado en levantar la mirada para verle. Simplemente siguió hojeando el libro, con curiosidad e intriga. Lauren no creía en nada que tuviera que ver con Dios, criaturas celestiales o míticas. Gozaba de pasar un rato en la iglesia simplemente para conversar un rato, pero realmente no creía en éstas cosas. Sonaba completamente absurdo.

—¿Qué estás leyendo?—La escuálida mujer se sentó al lado de Lauren.

—Un libro sobre criaturas infernales y celestiales.—Respondió con obviedad y Lucy no pudo evitar soltar una ruidosa carcajada.

—Oh, Laur. Eso estaba en la sección de religión ¿No?

Con que ese era el nombre de aquella pequeña sección. Lauren alzó los hombros con una sonrisa y procedió a leer. Tratando de concentrarse un poco.

La lectura comenzaba con los demonios de bajo rango.

Íncubo: Es el demonio de género masculino. Su nombre proviene del latín "incubare" que quiere decir estar encima. Estas entidades gustan de poseer carnalmente a las mujeres, para poder fecundarlas y tener descendencia.

Lauren frunció de nuevo el ceño. ¿Quién demonios escribió ésta porquería? En ningún lugar aparecía el nombre de el autor.

Súcubo: Es el demonio de género femenino. Su nomenclatura cede de "succubus", sinónimo de prostituta o yacer debajo. Éstas seducen a los hombres y en algunos caso a mujeres, para acostarse con ellos.

—Mira, Lucy. Están hablando de ti aquí.—Dijo para sí misma entre carcajadas. Mostrándole lo que decía sobre el Súcubo.

Aquella mujer solo le dió una mirada asesina, queriendo aniquilarla. Negó varias veces con la cabeza, a diferencia de Lauren, ella si creía en fuerzas celestiales, pero no precisamente en criaturas infernales, vampiros o lobos.

—Cállate, Lauren.—Bufó.—Ya no juegues con eso. Debemos seguir limpiando ésta mierda.

—Cuida tu boca, Lucía.—Habló en broma. Lucy no soltó ni una risa, estaba hablando en serio.—Solo estaba leyendo un poco, ¿Qué tiene de malo?

—¡Nada, Lauren!—Se alejó enojada.

La ojiverde simplemente la miró confundida. No podía entender su cambio tan repentino.  Dejó el libro tirado por allí, más tarde podría examinarlo más a fondo.

Continuó con su trabajo. Limpiando un poco la biblioteca, para que los estudiantes... Bueno, los pocos estudiantes que amen la lectura, gozaran de esta sala común. La ojiverde estaba completamente segura de que había buenos libros allí, incluso habían de ficción, romances adolescentes y todas esas porquerías. Por supuesto algunos libros estaban un poco viejos, haría lo posible por conseguir lecturas más actuales después de todo.

Por otra parte. El pequeño demonio que habita en la escuela, se encontraba en su habitual clase de historia, pero el profesor Platt había pedido que se quedara un rato más. Porque necesitaba hablar con ella.

—Tengo que irme. En serio.—Espetó Camila con odio.

—Calma, pequeña.—Sonrió mostrando sus asquerosos dientes amarillentos.— Solo quiero conversar un rato, siéntate.

Camila asintió rendida. Sabía lo que quería este hombre, pero realmente la pequeña engendro no quería nada. Soltó un largo suspiro bastante fastidiada.

—¿De qué quiere hablar?

—Vives sola, ¿Cierto?—En su mente. Aquel hombre de mediana edad, pensaba que estaba poniendo nerviosa a la jovencita.

Cuando simplemente se encontraba con una expresión dura. Mirando directo a los ojos a aquel lujurioso profesor.

El hombre estaba perdido en el intenso color chocolate de sus ojos. Estaba seguro de que en ellos había una increíble lujuria que desatar.

Camila se levantó de el asiento, totalmente asqueada. Y se acercó demasiado al profesor, lo jaló de la corbata, acercándolo a pocos centímetros de su rostro.

—Oh... Señorita Cabello, usted es una niña muy mala.—Una erección creció dentro de sus pantalones, rozando contra la cadera de la morena.

—Y tú eres...—Se acercó tanto que aquel hombre pensó que lo besaría. Pero simplemente esbozó una sonrisa maligna.—Y tú eres un jodido depravado.

Camila se alejó de él, empujándolo. Platt estaba con los ojos bien abiertos.

—Eres un jodido depravado. ¿Tanto te gusta aprovecharte de niñas?—Camila se sentó en el escritorio y abrió mucho las piernas. Dejando ver sus bragas.

Simplemente estaba jugando con él.

—¡Claro, si todas son unas jodidas putas! Siempre quieren provocarme.

La morena se reincorporó. Parándose enfrente de él, podía notar la desesperación en sus ojos. Estaba sintiendo miedo.

—Escuchame.—La voz de Camila sonó en un tono suave.—Si te... Atreves a tocar a alguien, te mando al mismísimo infierno con mis propias manos.

La morena dejó un beso en su mejilla y se retiró del salón. Caminando como si nada, yo no había casi nadie en la escuela, solo algunos profesores, pero todos sus compañeros se habían ido hace mucho.

Por otra parte. Platt se encontraba en el salón, completamente asustado y temblando de miedo. Aquel hombre amaba someter a sus alumnas, amaba que sintieran miedo hacia él. Pero ésta vez era él quien sentía miedo, por alguna razón sentía tanto miedo de morir.

Esto solo fue una obra de caridad. Simplemente porque no le caía bien aquel hombre.

she's hotter than hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora