31. Paciencia

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Capítulo 31.
Paciencia

"Con amor y paciencia, nada es imposible".— Daisaku Ikeda.

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Todo había salido bien. Tormenta había soportado la misma magnitud que el otro perro. Aunque su pelaje había sido un tatuaje por casi todo el cuerpo.

Hiccup y Astrid se preguntaban qué clase de virus tenían en sus mentes aquellas personas para tatuar a una hembra de esa manera. La mamá de Hiccup mencionó que los perros estaban fuera de peligro y ya no había nada que los perjudicara.

Mientras que Chimuelo, nombre que Hiccup había adoptado para el, seguía inconsciente; el castaño había decidido construirle una prótesis como la suya, pero a las medidas adecuadas del can. Cómo solo había perdido una pierna, tenía que tener un poco de terapia para acostumbrarse a una falsa de metal.

Por otra parte, Astrid yacía en una esquina del salón donde se encontraban, dando de comer a Tormenta. Descubrieron que su comida era el pollo, ya que no toleraba las croquetas. La rubia estaba ensimismada observando la inusual belleza de la perra. A pesar de que era un tatuaje aquel pelaje azul, no dejaba de considerarla hermosa.

Hiccup y Astrid estaban conscientes de sus esposas por lo que intentaban no arriesgar al otro con movimientos inapropiados.

— Estará bien Hiccup.— Animó Astrid con una sonrisa de confianza.— Además, tenemos a su amiga de nuestro lado. Por lo que no será tan agresivo.

— No lo sé Astrid.— Musitó preocupado.— Lo que le hicieron fue algo terrible. Los dejaron abandonados en el bosque y a Chimuelo sangrando.

— ¿Chimuelo?— Preguntó confundida.

— Es mientras le busco algo con qué llamarlo. No tenía dientes cuando le observé.— Comentó sonrojado.

— ¿Qué haremos con ellos Hiccup?— Preguntó Astrid sin dejar de acariciar a Tormenta. Era muy dócil o había confiado en ella desde un principio.

— Una vez que Chimuelo se recupere hay que dejarlos en una perrera.— Informó.

— Pero...

— ¡Mira, está despertando!— Señaló animado ayudándole a levantarse para que caminara con el.

Antes de estar a dos metros del can, este se había puesto en posición de ataque ignorando la ausencia de su pata trasera. Aunque no estaba consciente de que la había perdido.

— Ey, calma.— Susurró Hiccup con paz.— Solo... Queremos ayudarte.

— No creo que quiera escuchar lo que dices.— Mencionó Astrid. El danés de por si daba miedo con su tamaño, ahora con aquella expresión seria era mucho más terrorífico.

El can no se movió, pero tampoco dió a torcer su gesto. Ahora mostraba sus dientes en su máxima vista sorprendiendo a los presentes.

Tormenta seguía muy animada comiendo el pollo para ponerles atención en su figura presentación.

Chimuelo ladró. Era un ladrido de advertencia.

Pero aún así Hiccup se acercó a una distancia prudente dónde el can le había indicado que se detuviera. El castaño alzó su mano hacia él con el mayor cuidado y lentitud posible. No quería que lo atacara desde un principio.

Perfecto(2° Temp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora