Poco a poco comenzó a abrir sus ojos, no podía saber con certeza cuanto tiempo había pasado, si unas horas o tan solo un par de minutos. Su cabeza dolía con una intensidad que difícilmente se equiparaba a algún otro golpe recibido.
"Danielle..."
Escuchaba que alguien la llamaba a lo lejos. Pero todo lo que veía eran sombras y luces difuminadas. Pudo mover sus brazos, con un poco de dificultad logró levantarse y sentarse apoyándose en una pared mientras recuperaba sus sentidos.
"Danielle..."
Una silueta se movía entre los animales colgados, "entró" pensó Danielle, intentando ponerse de pie, pero sus brazos y piernas no tenían fuerza suficiente para levantarla. La silueta se acercó a ella mientras aquella voz la seguía llamando a lo lejos, cada vez más cerca.
Aquella sombra se paró delante de ella, no podía distinguir bien de quien se trataba.
La silueta tomó su brazo y comenzó a ponerla de pie, pero sus piernas no respondían bien, por lo que perdía el equilibrio y se tambaleaba. Danielle sintió como la sombra rodeaba su cintura con uno de sus brazos, tenía la fuerza suficiente para ayudarla a mantenerse en pie pero no parecía ser más alta que ella. Su rostro estaba a solo unos centímetros, pero el aturdimiento y su ceguera no le permitían distinguir de quien se trataba. De pronto, otra mano acaricio su rostro.
—Mi pequeña Danielle — le dijo—, por fin puedo abrazarte.
— ¿Quién eres? —Preguntó.
—Oh, mi pequeña. No puedo creer lo descuidada que he sido.
La figura quitó la mano del rostro de Danielle, tomó unos anteojos del bolsillo tipo canguro de su sudadera y los colocó suavemente frente a sus ojos.
Poco a poco podía ver mejor, logró distinguir un gorro que parecía ser de lana sobre la cabeza de aquella persona, un cabello desordenado que se caía y terminaba antes de llegar a sus hombros. El dolor del golpe que había recibido volvió de una manera tan intensa que le hizo cerrar los ojos. Aquella persona que se encontraba con ella la abrazó con ambos brazos y comenzó a acariciar su nuca.
—Mi pobre Danielle—la consolaba—, ya todo el dolor pasará.
Aquel tono de voz enternecido resonaba en sus oídos, sin embargo era lo único que podía escuchar, como si aquella voz viniera directamente de su cabeza.
Danielle alejó su cabeza del hombro de aquella persona, abrió los ojos y un terror inmenso se apoderó de su cuerpo. Usando la poca fuerza de sus brazos empujó a aquella persona pero la debilidad de sus piernas la hizo caer. Aterrada, miraba como de pie frente a ella se encontraba aquella Danielle que la llamaba en sus sueños, observándola sonriente de la misma manera en la que la miraba mientras cada noche intentaba alcanzarla.
—Tú... tú no eres... —Intentaba hablar, pero el miedo en su cuerpo no le permitía siquiera respirar correctamente.
—Claro que soy yo, he esperado todos estos años y al fin puedo hacer esto.
La otra Danielle se lanzó sobre ella y la rodeó con sus brazos.
—Tiene que ser un sueño ¡tú no puedes ser real!
—Claro que lo soy y ahora que por fin estamos juntas...—los ojos de aquella Danielle dejaron de expresar aquella alegría con la que la miraba, su voz alegre y aguda se volvió seria y grave. Dejó de abrazarla y tomó su cabeza con ambas manos mientras la miraba directamente a los ojos—. Ahora que por fin estamos juntas nada volverá a hacernos daño.
De pronto todas las sensaciones que había perdido luego de ese golpe volvieron a ella. El miedo fue más intenso, el dolor envolvía todo su cuerpo y los fuertes golpes que su padrastro daba intentado derribar la puerta la hicieron sobresaltar.
Los gritos provenientes del otro lado de la puerta y los fuertes golpes que resonaban intentado derribarla le hicieron saber que nada había terminado y que no era más que cuestión de tiempo para que llegara a ella. Se sintió desamparada, sola, sin más que solo esperar a todo aquello que le tenían preparado para antes de matarla, cuando la puerta al fin cediera.
—Ven —le dijo mientras la ayudaba a ponerse de pie—, esto no acaba hasta que nos hayamos librado de él.
—Va a matarme, a penas logre abrir la puerta va a matarme.
La miraba condescendiente de aquel ser extraño se clavaba en los ojos de Danielle mientras comenzaba a llorar. Acariciaba su rostro intentando calmarla pero el miedo que ella sentía por todo aquello que la esperaba le había quitado toda esperanza de salvación. Los golpes en la puerta cada vez eran más fuertes, podía escuchar como de a poco iba cediendo.
—No, mientras este aquí nadie volverá tocarte.
Danielle la miró aterrada, los ojos que le regalaba eran aquellos mismos que ella había visto en sus sueños. Una mirada de afecto la cual no recordaba cuando fue la última vez que recibió, las manos en su rostro tan cálidas que se sentían reales... se sentían reales ¿Por qué las sentía?
— ¿Cómo podrías ayudarme? No eres más que una ilusión.
Las manos de la otra Danielle presionaron sus mejillas, lentamente acerco su rostro al de ella y juntó sus labios con los suyos. El aire tibio de su respiración golpeaba suavemente su piel, el calor de sus labios tocando los suyos le provocaban escalofríos en todo el cuerpo. Danielle cerró sus ojos y aquellas sensaciones seguían ahí. Recordó aquellas noches donde su cuerpo solamente sentía una brusca presión, aquellos besos de buenas noches a Emilia que eran simplemente como besar el aire, el agua caliente de la ducha deslizándose por su piel como si esta no la tocara. Por mucho tiempo pensó que no podía sentir más que el dolor que le provocaban en su cuerpo, pero a aquella mujer que estaba frente a ella, a ella podía sentirla, su calor, su respiración, su tacto. Sentía el cariño que hace años habría obtenido de su madre, el calor de los abrazos de Sandra, el aroma que sentía cuando Emilia no era más que una recién nacida redonda y rosada. Su pecho quemaba, su vientre hacia cosquillas, su espalda se erizaba, su entrepierna ya no se sentía como una molestia. Quería tomar sus manos y llevarlas a recorrer todo su cuerpo desnudo, abrazarla y fundirse con ella hasta volverse polvo y volar con el viento. Rodeó su cintura y la abrazó, era cálida. No sabía que eran todas esas sensaciones que de pronto llegaron a su cuerpo, pero si ese ser era capaz de hacerla sentir así no podía simplemente no ser real.
Ambas abrieron los ojos y cruzaron su mirada.
—Por cierto, llamame Dann.
—Dann... sabes que es lo que va a hacer cuando logre abrir la puerta.
Danielle seguía asustada, pero ya no lloraba.
—Claro que lo sé, mi pequeña Danielle, es por eso que estoy aquí.
Volteó a Danielle suavemente y le rodeó la cintura con sus brazos, tomó sus manos y posó un cuchillo sosteniéndolo firmemente entre las manos de ambas.
— ¿De dónde lo sacaste?
—Siempre lo tuve. Ahora cierra los ojos y relájate. Esto no tomará mucho tiempo.
Cerró sus ojos y su cuerpo comenzó a sentirse más ligero, Dan movía su cuerpo con suavidad dibujando una estela en el aire con el cuchillo y ella la seguía como si fuera una pluma dejándose llevar por el viento. El calor de Dann la envolvía completamente, poco a poco el miedo la abandonaba, se sentía protegida, se sentía bien... por alguna extraña razón se sentía feliz. De pronto, con un fuerte estruendo la puerta cedió, la cara de Larry estaba deformada por la ira y el enorme corte que Danielle le hizo en la boca. Entró al cuarto y la vio balancearse como si fuera un árbol acariciado por el viento.
— ¿Qué mierda estás haciendo? —Dijo, acercándose lentamente hacia ella.
—Nada —respondieron al unísono, —solo veo cual sería la mejor forma de rebanar un cerdo.
Larry levantó su brazo blandiendo un cuchillo, Danielle se volteó y de un solo corte le abrió la barriga, dejando su interior expuesto y una vía libre por donde sus órganos intentaban escapar. Desesperado, intentó clavar el cuchillo que sostenía directamente en su cabeza, pero Danielle lo detuvo y comenzó a cortar suavemente su brazo mientras él, con su otra mano, solamente podía atinar a intentar sujetar sus intestinos para que no siguieran escapando por el gran corte que había recibido. No podía zafar su brazo de la pequeña mano de ella, a cada corte que le daba perdía lentamente las fuerzas. El rostro imperturbable de Danielle no cambiaba su expresión indiferente.
Finalmente calló de rodillas, con una fuerte patada Danielle lo hizo tumbarse en el suelo. Intentó gritar por ayuda, pero antes de que pudiera articular alguna palabra un pedazo de hueso cortado entró hasta su garganta, rompiéndole varios dientes pero sin asfixiarlo.
Danielle comenzó a quitarse la ropa y al verlo tumbado en el suelo, aún vivo, comenzó a reír. Completamente desnuda dejó sus prendas en un estante, lejos de todo lo que pudiera salpicar. Se sentó sobre el pubis de Larry bañando sus piernas en la sangre que brotaba del corte y descansó su cabeza en su pecho.
—Espero hayas disfrutado estar dentro mi —dijo suavemente mientras le acariciaba el pecho —, así como yo disfrutaré estar dentro de ti ahora.
La mano de Danielle se deslizo por la apertura de su estómago, sorteando sus intestinos y abriendo paso a la sangre que aún no escapaba por el tajo, salpicándose completamente de ella. Lentamente movía grasa, intestinos y estomago mientras los gritos de él intentaban escapar a través del hueso que Danielle le había embutido en la boca. Ya con su brazo introducido hasta el codo, halló un órgano palpitante, lo presionó lentamente mientras los gritos ahogados de su padrastro llenaban la sala de refrigeración.
—Te llevaste mi vida y ahora me toca llevarme la tuya.
Presionó su corazón lo más fuerte que pudo y con fuertes tirones lo jaló hasta que en medio de los gritos de Larry pudo arrancárselo.
Se levantó con su corazón en la mano, lo miró mientras una sensación de bienestar comenzaba a recorrer su cuerpo. Lanzó el órgano directamente a la cara del ahora cadáver que se encontraba tumbado en el suelo, aun desangrándose mientras Dann le tomaba la mano.
—Al fin se acabó —Dijo Danielle, sonriendo.
—No —respondió Dann—, apenas hemos comenzado.

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Sinister
KorkuEn esta pequeña historia seguiremos los pasos de Danielle, una joven de dieciséis años la cual acompañada de un ser creado por sus más oscuros sentimientos decide recuperar aqueños años de su vida arrebatados por los abusos de quienes pronto conocer...