Las horas avanzaban y con ellas la noche, Danielle se mantenía tendida en su cama observando el techo; otra noche en la que Emilia no dormía con ella y estaba sola. Su fallido plan y el hecho de que tuviese un detective tras sus pasos le generaban diversos pensamientos que no abandonaban su mente por mucho que se esforzara en no tomarles importancia. Sabía que cada vez se acercaban más a ella, Marco y Félix aún vivían y si llegasen a atraparla la alejarían de Emilia por muchos años y por la cantidad de personas que había matado era probable que por toda su vida. Se sentía culpable por no haber hecho todo con más cuidado, incluso la repentina desaparición de su padrastro no había pasado desapercibida. Había fallado, todas sus acciones no habían sido más que una seguidilla de errores que en ningún momento se detuvo a contemplar hasta ahora. Estaba perdida, debía huir, debía...
—Piensas demasiado —dijo Dann.
Danielle miró al costado y ahí estaba ella, a su lado, con aquella mirada de ternura con la que la habría conocido aquel día. Dann la abrazó suavemente y posó la cabeza de Danielle en su pecho. El calor y el aroma que escapaba a través de su ropa le traían una paz que nunca había conocido hasta el primer abrazo y aquel primer beso que ella le dio.
—Es imposible no hacerlo —le respondió, acomodándose en su pecho.
La incertidumbre sobre lo que podría pasar en los siguientes días la hacía dudar de todo lo que pretendía hacer. Por fin había tenido la fuerza suficiente para acabar con todo el dolor que durante tantos años le habrían infringido, había vuelto a abrazar a aquella niña alegre que fue hace años y que por fin podría volver a ser y ya casi no sentía miedo. Pero todo aquello estaba siendo amenazado. La perseguían y sabía que le quitarían todo, incluyendo a Emilia.
Danielle rodeó el torso de Dann con sus brazos, se hundió en su pecho y comenzó a llorar.
Estaba sintiendo miedo otra vez, se sentía insegura, sola.
Dann posó la punta de su dedo índice en el mentón de Danielle y le alzó suavemente la mirada.
—Debemos dormir —susurró, sonriente.
Danielle hizo su dedo a un lado y volvió a posarse en su pecho, el calor y el aroma que sentía eran mucho más intensos. Abrió sus ojos pero la oscuridad no le permitía ver nada. Dann la presionó contra ella y el roce con su piel desnuda provocó una fuerte sensación en su pecho.
— ¿Estas...?
—Aún tienes muchas dudas dentro de ti—la interrumpió—. Sientes miedo, crees que las cosas podrían salir mal, crees que volverán a hacerte daño.
Tenía razón, aún dudaba, aún temía; pero dentro de sí intentaba con todas sus fuerzas convencerse de lo contrario. Dann la hacía sentir protegida, con ella a su lado sentía que nada podía volver a dañarla, pero aún dudaba.
—A veces siento que no...
—Soy real—le acabó la frase.
Danielle la abrazó con más fuerza, quería sentirla y eliminar todas las dudas que seguían clavadas en su cabeza. Sabía muy bien que algo en Dann no podía ser real, nunca la había visto, nunca la había sentido y de pronto y de la manera más extraña apareció, como si fuera una especie de ser guardián que llegó a ella para darle las fuerzas que necesitaba para así recuperar todas aquellas emociones que le habían arrebatado.
— ¿Recuerdas el día que nos conocimos? —Preguntó Dann.
—Sí, lo recuerdo bien. Aquel día casi mue...
—No sabías si yo era real o solo una alucinación, ni siquiera sabías si vivirías al final de ese día; pero logré arrancar de ti todas las dudas que tenías en ese momento.
Un cosquilleo recorrió todo el cuerpo de Danielle al recordarlo. Abrazó a Dann más fuerte intentando ocultar su rostro en su pecho para que no notara que sonreía, estaba sonrojada, nunca se había sentido así antes.
—Sí, lo recuerdo—dijo aún sollozante.
El abrazo era cada vez más intenso, Danielle recorría la espalda desnuda de Dann con sus manos mientras intentaba capturar hasta la más mínima esencia de su aroma. Sentía mucho calor, sus manos sudaban, su ropa la incomodaba, pero no quería despegarse de ella. Aquel sentimiento que había sentido cuando la conoció nunca había abandonado su cuerpo. Cada vez que Dann la abrazaba quería fundirse con ella hasta no ser más que cenizas que viajasen unidas atrapadas por el viento.
—Hay noches en las que siento que la puerta volverá a abrirse.
—Lo sé —dijo Dann, acariciando su cabello.
—Sé que no volverá, pero a veces escucho que la puerta se abre...—su voz se quebraba a cada palabra— sigo soñando con aquella noche... sigo viendo a mamá...
La mano de Dann dejó el cabello con el que jugaba y se deslizó hasta su mejilla, la tomó suavemente y encontró su mirada con la de ella.
—Él no volverá y mientras estemos juntas nadie volverá a hacernos daño.
Recordaba esa frase, la había escuchado mientras su padrastro intentaba derribar la puerta de la sala de refrigeración para matarla. Hasta ese momento no se había puesto a recordar aquella vez y en como Dann había cumplido su promesa, desde aquel momento nadie había vuelto a hacerle daño y todos quienes lo intentaron amanecieron muertos repartidos por la ciudad.
— ¿Me lo prometes? —La voz de Danielle sonó como la de una niña pequeña — ¿Me prometes que nadie volverá a tocarme?
—Mientras yo esté contigo nadie volverá a posar sus manos sobre ti.
Sus labios se encontraron y el calor de su interior aumentó. Lágrimas brotaban de sus ojos pero no se sentía triste, el miedo poco a poco se iba diseminando y la soledad de hace un momento se consumía en el calor que brotaba dentro de ella.
—Pero...— estar entre los brazos de Dann la hacía sentir pequeña otra vez, su voz se volvió aguda y suave como si de pronto hubiera retrocedido en el tiempo diez años—, yo... yo si quiero que alguien lo haga...
La luz de la luna entró por la ventana y el cuerpo desnudo de Dann se iluminó frente a sus ojos. Ambas se besaban y reían sobre la cama mientras las ropas de Danielle poco a poco comenzaban a caer esparcidas por la habitación. Calló tendida en la cama, las manos de Dann le despojaron de sus pantalones, verse tendida casi desnuda mientras ella la miraba le hizo sentirse avergonzada, cubrió su rostro con sus manos. Dann levantó sus pies y le quitó los calcetines, al verla tan tímida en aquella situación comenzó a besarlos, las cosquillas la hacían reír, comenzó a patalear intentando detenerla, pero la fuerza de sus piernas hicieron que Dann perdiera el equilibrio y callera hacía delante, ambos cuerpos se encontraron.
— ¿Sigues sintiendo que no soy real? —Preguntó Dann.
—Quiero estar más segura de ello...
Fuera de la casa, los pasos de Lobos casi no se dejaban oír, había saltado silenciosamente la reja y se escabullía en el patio. La luz de la luna y los focos de la calle lo ayudaban a ver por donde se dirigía. En la parte de atrás, notó una ventana con un pequeño espacio entre sus cortinas, se acercó sigilosamente e intentó escuchar algo a través de la pared. Se oían risas.
Dann besaba el vientre de Danielle provocándole cosquillas y haciéndola reír, ella tapaba su boca para ahogar las carcajadas y no despertar a nadie. Las manos de ambas comenzaron a recorrer sus cuerpos.
Lobos intentó asomarse pero un ruido proveniente del exterior le hizo alarmar, rápidamente buscó refugio en alguna sombra provocada por las luces en el patio. Una voz masculina que sonaba en la casa de al lado lanzaba maldiciones incomprensibles, parecía estar borracho. Cuando escuchó la puerta cerrarse salió de su escondite y volvió.
No existía tensión en el ambiente, la habitación era cálida y el cuerpo de Dann emanaba un aroma agradable y un calor acogedor, sin embargo se sentía nerviosa, ansiosa. Quería aquello pero su cuerpo reaccionaba con temor, aún guardaba el recuerdo de aquellas noches como si hubiesen quedado talladas en todo su cuerpo. Las manos de Dann la tocaron y un dolor intenso comenzó a presionarle. Alejó su mano de golpe.
Lobos intentó ver por el hueco que se abría entre las cortinas, una nube cubrió la luna llena de esa noche y dejó la habitación en completa oscuridad, no veía nada, las risas se habían detenido. No escuchaba más que los sonidos de la noche y suaves murmullos que provenían desde dentro, de pronto escucho que alguien lloraba.
Dann secó las lágrimas del rostro de Danielle.
—Si no te sientes bien...
—No lo entiendo ¿Por qué no lo puedo sacar de mi cabeza? Ya está muerto pero sigue viviendo en mis recuerdos, me encargue de que cada pedazo de él desapareciera para siempre pero aun así no logro arrancarlo de mi.
Danielle cubrió su rostro con sus manos y dejó escapar el llanto que le presionaba el pecho, Dann la rodeó con sus brazos y en un giro la posó sobre ella. Danielle la observó mientras sus lágrimas caían como lluvia sobre su piel.
—Ahora yo tomare ese sufrimiento por ti —alzó sus brazos y le ofreció su pecho nuevamente—y lo haremos desaparecer juntas.
Danielle se dejó caer sobre ella, aquello le hacía sentir temor, pero quería hacerlo. No quería pasar esa noche sabiendo que aún lo mantenía en sus recuerdos, quería sentir que era "con alguien" y no "de alguien". Tomó a Dann y girando otra vez la volvió a poner sobre ella.
— ¿Estas segura que de esta manera...?
— ¿Me quieres?
Dann conocía todos los pensamientos de Danielle, sentía todo aquello que sentía ella, conocía sus palabras antes de que siquiera llegase a pensarlas, pero en ningún momento se antepuso a aquella pregunta.
—Por supuesto que te quiero —Danielle secó sus lágrimas mientras le sonreía—.No solo he venido a ti para protegerte, también he venido para quererte.
Los ojos de Dann reflejaban un sentimiento que Danielle solo había visto en ella. Durante años solo vio ojos perdidos, tenebrosos y que la observaban con deseo y maldad, quería los ojos de Dann en ella por siempre y no volver a recordar nada más.
—Entonces ayúdame a olvidarlo todo.
—No, tú y yo haremos nuevos recuerdos juntas.
Unos pasos a sus espaldas hicieron que Lobos se sobresaltara del susto. Silenciosamente Nella lo había estado siguiendo y ahora lo enfrentaba.
— ¿Qué se supone que estás haciendo aquí? Esto está fuera de todo protocolo.
—Sé que es ella quien ha estado matando a todas estas personas durante este tiempo, necesito pruebas que me ayuden a inculparla.
—Las únicas pruebas que hay son las que tengo yo sobre cómo estas abusando de tus funciones y acosando personas.
—No lo entiendes, yo sé cosas, esta muchacha está enferma.
—El único enfermo aquí es en lo que te estas volviendo tú. Por un momento confié en ti pero esto es demasiado. Vámonos de aquí o me veré obligada a denunciarte.
—Nella, no lo entiendes...
—Seguiremos el caso en el que estábamos, tú dejarás de hacer esto, encontraremos el puto club ese y acabaremos con esto.
Nella tomó a Lobos del brazo, forcejeó con él hasta que finalmente cedió, lo jaló hasta la reja y lo obligó a cruzar. Tanteó sus bolsillos y se dio cuenta que había perdido su teléfono en la escaramuza con Lobos, lo obligó a esperarla afuera y ella se devolvió. La luz de la luna iluminaba otra vez, por lo que no fue difícil encontrar el aparato. Iba emprender el camino de vuelta cuando extraños sonidos provenientes de la habitación llamaron su atención. Husmeó por el hueco que había entre las cortinas. Adentro Danielle se encontraba desnuda sobre su cama, sus brazos dibujaban un arco y sus piernas se aferraban a algo inexistente. Nella la observó como abrazaba el aire, besaba la nada, recorría su cuerpo con sus manos y le sonreía a algo que sobre ella no existía. Sus labios se movían, sus ojos observaban, sus manos tocaban, sus caderas danzaban, pero dentro de esa habitación estaba sola.

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Sinister
HorrorEn esta pequeña historia seguiremos los pasos de Danielle, una joven de dieciséis años la cual acompañada de un ser creado por sus más oscuros sentimientos decide recuperar aqueños años de su vida arrebatados por los abusos de quienes pronto conocer...