Una mañana los asesinatos simplemente cesaron, no hubo cuerpos en la ciudad y no volvió a haber por días. En un principio los policías y detectives pensaron que no era más que un pequeño descanso, pero los días seguían pasando y cada amanecer el sol se elevaba en el cielo sin revelar cuerpo alguno. Las investigaciones en las anteriores escenas del crimen continuaron, volvieron a barrer varios lugares en busca de algo que pudiese haber pasado inadvertido, pero como ocurría la primera vez no hallaron nada. Así como todo comenzó de la misma manera acabó.
Lobos no volvió a hablar de su investigación en solitario, seguía la corriente de todos los demás equipos y se limitaba a su trabajo y cuando este acababa se marchaba a su casa. Nella lo habría seguido un par de veces para cerciorarse de que no volviese a seguir a nadie, pero al momento de entrar no volvía a salir. La situación era extraña, todos decían lo mismo: sin testigos, sin pistas, no había nada.
Por alguna razón Nella no podía dejar de pensar en lo que vio aquella noche, aquella muchacha haciendo esas cosas con algo que solo existía en su imaginación, la manera en la que hablaba, reía, besaba.... Quería saber lo que Lobos sabía, pero volver a tocar ese tema no serviría más que para desatar la furia del inspector. Aquella noche intentó explicarle todo lo que sabía, pero no parecía ser más que una fantasía. Lobos hablaba del historial clínico de la muchacha, de varios incidentes violentos en la escuela cuando era niña; todo parecía no ser más que una chica con una infancia complicada, pero para ella nada de eso tenía relación con los asesinatos que habían ocurrido.
El auto se detuvo. Nella bajó, se despidió de Lobos y entró en su casa.
Estirada en su cama seguía pensando en Danielle ¿Por qué Lobos estaba tan interesado en ella? Nunca lo había visto tan obsesionado con algo que no tuviese relación directa con su trabajo. Los días pasaban y no obtenían nada... "¿Y si realmente él descubrió algo?" Quería preguntárselo, quería escapar de aquella monotonía y esa ola de decepciones de su trabajo, quería saber que estaba pasando con Lobos, con esa muchacha, quería saber quién mató a todas esas personas y de una vez volver a tener aquel tiempo que ella utilizaba en las cosas que le gustaba. Debía hablar con él.
Era casi la media noche, pero ella sabía que no podría dormir; la incertidumbre la mataba. Se quitó la ropa formal del trabajo, vistió un traje deportivo casual y salió de su casa, necesitaba un paseo.
—Ya es hora.
Nella quedó estupefacta al ver a Lobos esperándola fuera de su casa. Al igual que ella vestía una ropa casual y una sudadera con capucha.
— ¿Qué haces aquí?
—Me extraña que lo preguntes, vamos.
Lobos comenzó a caminar, Nella salió de su casa y lo siguió en silencio.
Habían caminado un buen rato, no había muchas casas con luces encendidas, la mayoría de las personas ya dormían y las calles estaban desiertas. Lobos se colocó la capucha e hizo que Nella hiciese lo mismo, doblaron y entraron a una calle sin salida.
— ¿Qué hacemos aquí? —Preguntó Nella, sin comprender lo que estaba pasando.
—Hay cosas que quieres saber y yo también, te diré lo que quieres saber de mí pero primero debemos saber algo de ella.
Se detuvieron frente a una pequeña casa, las luces estaban apagadas y el ambiente del lugar hacia sentir que hubiese estado abandonado hace mucho tiempo. Lobos tocó el timbre y esperaron. Se encendió la luz. Nella estaba nerviosa, no sabía que sucedía, no debían estar ahí y más importante aún debió haber detenido a Lobos cuando lo encontró fuera de su casa ¿Por qué lo siguió? ¿Por qué la espero? ¿Por qué fueron hasta ese lugar?
Una mujer se asomó por la puerta y miró a sus visitantes.
—Soy Lobos—. Se identificó el inspector.
La mujer salió, abrió el portón y los invitó a pasar. Nella no entendía nada, al parecer ya se conocían.
Era un hogar como cualquier otro, no había nada que llamase la atención por excéntrico o fuera de lo común, excepto una pequeña biblioteca que se encontraba en un rincón de la sala. Nella se acercó por curiosidad y todo lo que encontró era psicología infantil, algunas obras de Piaget y libros que por el logotipo marcado eran ediciones pertenecientes al ministerio de educación. Era obvio que se encontraba frente a una profesora, concluyó.
Se sentaron ambos en un sofá y la profesora usó el que se encontraba frente a ellos.
—Señorita...—comenzó Lobos.
—Sandra —respondió.
Nella lo observaba. Lobos se peinó la recortaba barba con las manos para ocultar la sonrisa que se le había dibujado en el rostro, cuando pudo volver a poner una mueca seria volvió a cruzar ambas manos entre sus piernas.
—Estoy seguro que está al tanto de lo que ha acontecido en la ciudad estas últimas semanas.
—Oh, Dios, sí. Han sido unos actos atroces— dijo lamentándose.
—Seré directo, sospechamos que Danielle podría estar detrás de todos estos crímenes.
Sandra llevó sus manos a su boca intentando ocultar el impacto de la noticia, pero sus ojos no podían ocultar lo que sentía.
— ¡No! Mi pequeña no podría...
—También creo que es algo difícil de creer, cuando nuestras investigaciones dieron con ella todos nuestros equipos dudaban de la posibilidad de que aquella chica tuviese algo que ver.
Nella ya no necesitaba hacer ningún esfuerzo para no voltearse a mirarlo con aquella cara de sorpresa que ponía cada vez que Lobos lanzaba sus mentiras. Sandra cubrió su rostro con sus manos y comenzó a llorar, lanzaba lamentos que Nella no comprendía, pero por la actitud tranquila de Lobos suponía que el sí comprendía todo.
—Sé que es difícil de aceptar —dijo Lobos—, pero necesitamos de su ayuda para poder comprenderla mejor. Hay cosas que necesitamos saber de ella.
Sandra se secó las lágrimas e intentó calmarse, asintió a lo que Lobos le decía, tomó un poco de aire y sollozante le hizo una seña al inspector para que comenzara.
— ¿Cuándo tiempo fue su profesora?
—Cuatro años.
— ¿Cuándo comenzó a tener ese comportamiento extraño?
—En el tercer año...
—Díganos como fue—Interrumpió Nella, quien poco a poco comenzaba a entender que Lobos sabía más de lo que ella misma había llegado a imaginar.
—En realidad empezó en el mismo primer año—continuó Sandra—, al principio era una niña muy alegre, se comportaba de manera impulsiva e inquieta, incluso más que todos sus compañeros juntos. Eso hizo que los demás niños comenzaran a verla de manera extraña, poco a poco se fueron alejando de ella llegando incluso a golpearla si se les acercaba. Con el pasar de los días se volvió una costumbre, a veces algunos niños la molestaban solo por diversión, ella se mantenía sumisa, después de todo esa era la única manera en la que los demás se acercaban a ella. Finalmente, comenzaron a golpearla por diversión.
Nella frunció el ceño, estaba enojada. Lobos le pellizco el brazo para que se contuviera y mantuviese la compostura. Estaban haciendo avances.
— ¿Cuánto tiempo duró? —Preguntó Lobos.
—No lo sé, siguió hasta el último año que estuvo conmigo—No aguanto y comenzó a llorar otra vez.
— ¿Qué pasó ese tercer año?
—Fue solo una vez... uno de los niños... Marco, estaba molestándola otra vez, fue como si hubiera sido otra niña. Lo atacó, lo mordió, intentó arañarlo... llegamos a tiempo para quitársela de encima.
— ¿Por qué dice que era otra niña?
—Yo lo dije ahora, pero aquella vez lo dijo ella.
—Explíquenos —pidió Nella.
—Esa vez nuestra directora intentó regañarla, cuando dijo su nombre se lanzó sobre ella, la detuvimos pero era obvio que quería hacerle lo mismo que a Marco. Decía que ese no era su nombre, que su nombre era Daun o Don o Dan... no lo recuerdo bien.
— ¿Qué sucedió después de eso?
—Solo fueron unos segundos, luego se detuvo y volvió a la normalidad.
Nella miró a Lobos nuevamente, sus manos estaban otra vez cruzadas frente a su boca ocultando su sonrisa, a cada palabra que Sandra decía su emoción se acrecentaba y ella lo sentía, lo veía en la sonrisa que ocultaba, en la manera en la que su respiración se aceleraba, la forma en la que remojó sus labios para lanzar la siguiente pregunta como si estuviese preparando un arma. Sus labios se separaron lentamente mientras el llanto de la profesora no se detenía. Nella supo en ese momento que Lobos ya sabía todo, lo único que estaba haciendo ahí era confirmar sus deducciones... y disparó.
— ¿Quién es Larry?
El llanto se volvió un grito de dolor, Sandra llevó sus manos a su pecho y comenzó a presionarlo como si intentase contener algo que le retorcía en lo más profundo. Nella estaba asustada, no sabía que le pasaba, Lobos había tocado un punto en ella que la hizo colapsar. Calló al suelo entre su llanto. Nella rápidamente se levantó y la ayudó a volver a sentarse. Solo lloraba, su rostro estaba completamente rojo y le costaba respirar, pero ni siquiera intentaba hacerlo, lo único que podía hacer era llorar.
—Lo intentamos —dijo entre llantos—, hicimos todo lo que pudimos...
Nella intentaba consolarla pero no sabía qué hacer, comenzó a sentirse desesperada. Sandra se abalanzó sobre Lobos y calló aferrándose a sus piernas, el llanto y el lamento no se detenían.
—En verdad quisimos ayudar, hicimos todo lo que pudimos—miraba a Lobos como si tratara de pedirle perdón—.Ya estaba todo preparado, lo digo enserio. Pero su madre retiró los cargos y cambió todas nuestras declaraciones.
— ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Nella.
—Una tarde Danielle estaba muy asustada, no quería ir a casa, insistimos en que nos dijera por qué... ya llevaba mucho tiempo comportándose de manera extraña...
— ¿Cuánto tiempo? —Preguntó Lobos.
—Desde el inicio de clases en el segundo año...
— ¿Qué fue lo que les dijo?
Sandra seguía ahogada en su llanto. El teléfono de Lobos comenzó a sonar, lo sacó de su bolsillo sin mirarlo y se lo lanzó a Nella.
—Diles que estoy trabajando —le dijo al lanzarlo.
—Inspector, es Molina...
Lobos tomó a Sandra por los hombros y la hizo mirarlo.
— ¿Qué fue exactamente lo que les dijo? —Repitió la pregunta.
—Señor, Molina dice que es urgente.
—Dile que estoy en algo importante ¿Qué les dijo?
—Señor es un caso...
Sandra lloraba desconsolada, Lobos no tenía intenciones de ser paciente, quería su respuesta, quería escucharlo, quería saber que estaba en lo correcto.
— ¡Qué les dijo! —gritó agitando a Sandra.
—Todo... nos contó todo —Lobos se detuvo—. Todo lo que le hacía, ella lloraba, yo también lo hice. Quisimos ayudarla pero su madre retiro los cargos y mintió... ella lo protegió, por sobre a su hija...
Sandra cayó al suelo y siguió llorando, Lobos le besó la frente y se levantó del sofá dejándola en el suelo. Tomó el teléfono de las manos de Nella y ella fue inmediatamente a ayudar a Sandra a levantarse y sentarse otra vez. Habló con Molina, colgó el teléfono y lo volvió a guardar en su bolsillo.
—Nella, nos vamos.
—No podemos dejarla así...
—Se lo agradezco —dijo a Sandra mientras abría la puerta—, haremos lo posible para ayudarla.
Sandra se secó las lágrimas y le agradeció aquellas palabras, Nella vió la mirada fría de Lobos mientras cruzaba la puerta, mentía. Dejó a la profesora y salió rápidamente para alcanzarlo, pero antes de que pudiera decir una palabra Lobos habló.
—El muchacho Félix, está muerto.
Ambos llegaron a la escena del crimen, los equipos ya se habían instalado y el perímetro estaba aislado de los curiosos que se asomaban. Había dos grupos del escuadrón haciendo anotaciones sobre dos bultos separados al menos unos doce metros el uno del otro, el gran charco de sangre y las gotas que las luces alcanzaban a revelar esparcidas por el suelo daban cuenta de lo que parecía haber sido una pelea brutal.
—Dijiste que solo había una víctima— dijo Lobos a Molina, quien dirigía los equipos.
—Lamento la decepción, pero no es solo uno.
— ¿Por qué los dos equipos entonces?
—Bueno, el equipo A esta en el sector estómago hacía arriba y el equipo B —apuntó al equipo que se encontraba más alejado— está en el sector estómago hacia abajo.
— ¿Alguna pista? —Preguntó Nella.
Molina la miró con sorpresa, era la primera vez que hacía una pregunta o bien siquiera hablaba en una escena del crimen. Ninguno esperaba una respuesta afirmativa, Nella habría hecho la pregunta debido a la tensión que aún sentía por la reunión con Sandra.
—Bueno...—comenzó molina—, no sé si podríamos considerarlo pista, pero el equipo A encontró esto entre la sangre de la víctima.
Molina sacó una pequeña bolsita manchada con sangre por dentro, se la dio a Lobos quien al darle solo un vistazo rápidamente se la dio a Nella. Ella lo miró y la expresión de su rostro la hico estremecer. Sus ojos refulgían de una manera tenebrosa y su boca era una sonrisa que parecía ser más la de un maniático que la de alguien que había encontrado algo que buscaba por mucho tiempo.
Nella alzó la bolsita hasta donde llegase la luz de algún foco, ahí, entre la sangre que habría quedado adherida al pequeño objeto, alcanzaba a notar una figura que le parecía familiar. Restregó la bolsita con cuidado para intentar sacar el exceso de sangre del objeto y la alzó otra vez. Era pequeño, alcazaba a notar que era rosa, era de plástico. En ese momento comprendió la reacción de Lobos, sintió una extraña sensación que difícilmente podría describir. Lentamente, su temblorosa mano tomó la manga de su sudadera y suavemente la jaló hacia atrás descubriendo su muñeca, aquello en la bolsa era un pequeño pez, con la misma forma y el mismo color que aquel pececillo que tenía atado a la trenza de hilos que tenía rodeando su muñeca, aquella trenza que hace días le habría regalado Emilia.
ESTÁS LEYENDO
Sinister
TerrorEn esta pequeña historia seguiremos los pasos de Danielle, una joven de dieciséis años la cual acompañada de un ser creado por sus más oscuros sentimientos decide recuperar aqueños años de su vida arrebatados por los abusos de quienes pronto conocer...