Las clases habían vuelto a la normalidad hacía dos días, poco a poco el tema del asesinato de Esteban quedaba en el olvido y era reemplazado por los diversos crímenes que estaban ocurriendo en la ciudad. Los rumores de un supuesto club de asesinos se expandieron rápidamente una mañana en la que un periódico local filtró la noticia. Danielle veía con suma alegría como su plan daba resultados, ahora todos los policías y detectives de la ciudad buscaban una organización de psicópatas que mataban personas por diversión. Todo resultó según lo había planeado.
La campana marcó el final de la jornada y todos partieron a sus hogares. Franco acompañó a Danielle como era la costumbre cuando no escapaban de Marco y sus amigos, desde que comenzaron los crímenes habían podido caminar tranquilos tanto dentro como fuera de la escuela.
—Es una lástima lo que pasó, pero me agrada el por fin poder salir caminando normalmente de la escuela y en un solo color.
La ironía del comentario hizo reír a Danielle, no habían pasado muchos días desde que comenzó todo pero la paz que le hacía sentir el recuerdo de esos cuerpos sin vida le hacían parecer que los días avanzaban lentamente.
—Confío en que ya no nos volverán molestar—respondió Danielle.
— ¿Por qué lo crees?
—Es una corazonada, los días han estado tan bellos últimamente que siento que todo aquello no es más que un mal sueño.
Se le hacía extraño ver la así, tan alegre y despreocupada. Franco recordó aquel día que la conoció: lo habían encerrado en el baño de mujeres, estaba empapado por las descargas que le habían dado en el inodoro y la sangre que corría de su nariz no le dejaba respirar bien. La puerta del cubículo se abrió y muchacha delgada y de baja estatura entró llorando. Le extrañó el que no lo notara ahí, en el rincón donde habría quedado tirado, hasta el momento en el que decidió dejar salir un "hola" y el susto hizo que la chica soltara un fuerte grito y tropezara con todo aquello que no podía ver sin sus anteojos.
Aquel día permanecieron en ese cubículo hasta que sonó la campana que marcaba el final de las clases. Conocieron sus nombres, qué los había llevado a ese lugar de la forma en la que se encontraron y el hecho de que ambos eran del mismo grado, pero de grupos diferentes.
Franco observaba a Danielle mientras se acercaban a la esquina donde solían separar sus caminos. Ella miró en su dirección y le dirigió una enorme sonrisa que no recordaba haber visto nunca en todos esos años de amistad. Sus mejillas sonrojadas por el calor del sol resaltaban una alegría que siempre estuvo ausente de ella, la luz del día hacía brillar sus pequeños labios y su presencia ya no se sentía tan sombría como antes. No parecía ser aquella muchacha que conoció hace años, y no parecía ser aquella chica qué conocía hace unos días, era como si de manera abrupta algo hubiese cambiado en ella, ya no era la misma, era otra persona... y por alguna razón sentía que le gustaba esa nueva Danielle. Al otro costado de Franco, Dann les seguía el paso, devolviéndole la sonrisa que Danielle le daba.
Emilia se lanzó a los brazos de su hermana cuando llegó por ella, el día anterior le había prometido llevarla a pasear nuevamente por la ciudad por lo que sabía que le esperaban un par de regalos y algo delicioso para comer en algún lugar. Lo que la hacía sentir emocionada.
—Hoy la maestra nos enseñó a hacer pulseras con cordeles —Mili le mostró un puñado de trenzas hechas de hilos de diferentes colores, le dio a Danielle uno que sobresalía de los demás por el exceso de mostacillas que tenía amarradas—, y este es para ti.
Danielle lo recibió muy a gusto y se lo ató en la muñeca, estaba lleno de figuras de pececillos y aves atadas a los hilos, los amarres se veían tan flojos y el hilo de tan baja calidad que daba la impresión de que podría cortarse con el mínimo uso de fuerza, por lo que lo amarró con cuidado y lo lució para su hermana pequeña.
—Que pieza de joyería más fina —dijo una voz a sus espaldas.
Era una voz que conocía pero a quien le pertenecía era alguien que solo había visto una vez en su vida. Danielle se volteó y vio a Lobos con su inseparable compañera Nella de pie al costado de él.
—Buenas tardes inspector—, le saludó Danielle— ¿Qué lo trae por aquí?
—Bueno, nuestro trabajo de hoy acabó y aprovechamos el tiempo libre para venir a saludar a una vieja amiga de la escuela de Nella.
Nella decidió mirar hacia otro lado en vez de a él. Ella le había advertido que no era buena idea comenzar a seguir a personas solo por meras sospechas, pero la obsesión de Lobos por encontrar a aquella asesina se volvía cada vez más preocupante.
Iban en el vehículo luego de otro día en una escena del crimen cuando vieron a Danielle y él decidió bajarse a hablar con la chica. Ella sabía que de alguna forma sospechaba de Danielle, habría estado uniendo cabos durante los días siguientes después del asesinato de la muchacha y posterior entrevista con sus abuelos. Si bien aún no le decía nada de su investigación en solitario, ella sabía que a momentos habría investigado a un par de estudiantes y sus historiales familiares cuando acababan de trabajar. Había cosas que él sabía, pero no quería decir por las consecuencias que le traería el saltarse tantos protocolos.
Lobos miró a Emilia y le regalo una sonrisa que ella le devolvió.
— ¡Hice muchas!— Dijo Emilia al inspector mientras le enseñaba sus creaciones.
—Oh, vaya. Definitivamente un hermoso trabajo ¿No es así Nella?
Nella asintió, no acostumbraba a hablar con nadie más que no fuesen sus compañeros de trabajo.
—Nella es muy apasionada por estos trabajos — agregó Lobos, lo cual era mentira, él sabía que a ella le gustaba la pintura —por lo que si ella dice que son muy bonitas es porque realmente lo son.
Emilia estaba muy feliz por aquellas palabras y le obsequio una pulsera al inspector y a su acompañante. Ambos se lo agradecieron.
—Bien —se adelantó Danielle—, nosotras tenemos que marcharnos.
—Una última cosa —la detuvo—, ¿podría hacerle una pregunta algo... fuera de lugar? Es por un tema de una investigación pasada que nunca pude concluir y la verdad la intriga me mata.
—Está bien—le respondió a regañadientes, tenía curiosidad por saber que tanto sabía de ella aquel inspector.
—Verá, hace algún tiempo seguíamos la pista de un vendedor de drogas que vivía con su familia en el mismo barrio que usted, jovencita, y pues me preguntaba si alguna vez supo algo de ello. Sé que la pregunta es muy directa y que pido mucha información, pero resulta que cuando estábamos a punto de capturarlo él y su familia se esfumaron de la faz de la tierra y hasta el momento no hemos vuelto a saber de sus andanzas.
Danielle quedó pensativa, no conocía una familia con esas características y su padrastro era la única persona a quien conocía que se hubiera dedicado a ese oficio en su barrio.
—La verdad es que no—respondió—, mi barrio ha sido un lugar muy tranquilo desde que tengo memoria.
—Vaya, que mal, me temo que nunca podré quitarme esa duda. Supongo que ese tal Larry simplemente escapó.
Aquel nombre la hizo estremecer en lo más profundo de su ser. Ambos la miraban fijamente, Danielle intentaba mostrarse ignorante ante aquel nombre pero la tensión que sentía le hacía difícil no temblar. Nella no sabía lo que estaba pasando, nunca había escuchado sobre aquel hombre ni sobre tal investigación, definitivamente Lobos le estaba mintiendo a la chica pero no podía averiguar los motivos. Él sabía cosas, cosas que ni ella podía imaginar y por lo que notaba sospechaba de la muchacha.
— ¿Ese no es el nombre de....?
— ¡No! —Interrumpió Danielle a Emilia— el nombre de ese señor es Harry, recuérdalo, el señor que se pasea por las calles con sus perros blancos.
Emilia guardó silencio, nunca le había gritado antes, algo le pasaba a Danielle que la estaba haciendo actuar extraño. Ella sabía que aquel anciano no se llamaba Harry y sabía que preguntaban sobre su padre, quien se habría marchado en un viaje extraño del cual, según Danielle, no volvería en muchos años. La mano de Danielle presionaba la suya con fuerza como nunca lo había hecho, estaba húmeda; no la miraba, su vista estaba fija en ambos policías que guardaban silencio y parecía estar furiosa.
— ¿Danili estas enojada conmigo? —su voz se resquebrajaba poco a poco, sentía que había hecho algo que no estuvo bien y que su hermana estaba molesta con ella.
Danielle la miró y su rostro cambió completamente a la sonrisa que tenía cuando llegó. Nella notó aquel cambio y sintió que algo no estaba bien con esa chica, Lobos sabía que ocultaba algo y ahora ella pudo notarlo por la manera en la que su expresión se transformó.
—Por supuesto que no, mi pequeña. Jamás podría enojarme contigo.
Acarició sus mejillas con ambas manos y le besó diferentes partes de su pequeño rostro hasta que la hizo reír.
—Es solo que...—agregó volteando la mirada a los policías con aquel gesto sombrío otra vez—Estos amables señores están cubriendo la pasada y no me permiten ir a pasar un lindo rato con mi hermanita como le prometí.
Aquella mirada provocó escalofríos en Nella, sintió aquella sensación de peligro que había llegado a ella aquel día que fueron a su casa. El nerviosismo le hizo tomar la manga del traje de Lobos como si fuese una niña pequeña buscando protección, él parecía ignorarla.
Danielle y Emilia se marcharon, Lobos observó aquella pulsera que le había obsequiado Mili, la guardó en su bolsillo y esperó un par de minutos en el pasillo. Una de las Maestras los vio a través de la ventana de uno de los salones, salió a preguntar si buscaban a alguien pero Lobos inventó otra mentira para justificar su presencia en el lugar, a Nella ya no le importaba. Sólo podía pensar en aquel odio en los ojos de Danielle y como por un momento sintió que su vida estaba en peligro, definitivamente esa chica ocultaba algo, existía la posibilidad de que fuese un miembro del club de asesinos que perseguían o de que fuera aquella mujer con la que Lobos se había obsesionado. De ser así ¿Cómo fue capaz de llegar hasta ella? ¿Qué cosas descubrió Lobos que le hicieron sospechar de aquella chica? Ella no sabía que estaba pasando, la intriga le devoraba los pensamientos pero el recuerdo del peligro que le hizo sentir Danielle la aterraba.
Sentada en una mesa de madera Danielle observaba como Emilia devoraba todo aquello que había pedido para comer. Los policías sabían mucho sobre ella, de alguna manera habían logrado sortear sus distracciones y finalmente descubrirla. Dann la abrazaba por el cuello apoyada en su espalda, sabía bien lo que ella pensaba y sentía sus miedos. Si llegasen a atraparla la alejarían de Emilia para siempre y eso era algo que no podía permitir.
—¿Qué haremos con ellos?—preguntó Dann.
"Es obvio, tenemos que matarlos"
—Pero si lo hacemos sabrán que fuimos nosotras.
"Entonces deberemos buscar otras distracciones"
—Las ignoraran como las anteriores.
"¿Entonces que hacer, llegaran a nosotras en cualquier momento?"
—Podrán descubrir que fuimos nosotras, pero para alejarnos de Emilia primero deben atraparnos
"¿Qué propones?"
—Ya no esperar más, ya no más distracciones. Haremos lo que desde un principio teníamos planeado y luego escaparemos lejos de aquí.
"Entonces lo haremos"
Emilia miraba a Danielle sonriente y daba grandes mordidas a su aperitivo. Verla tan feliz le llenaba el pecho de alegría, una alegría que ella sabía bien que en cualquier momento podrían arrebatarle.
—Si—respondió Dann, besando su mejilla—, los...
"Mataremos a todos" —concluyó la frase.
ESTÁS LEYENDO
Sinister
HororEn esta pequeña historia seguiremos los pasos de Danielle, una joven de dieciséis años la cual acompañada de un ser creado por sus más oscuros sentimientos decide recuperar aqueños años de su vida arrebatados por los abusos de quienes pronto conocer...