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En estos momentos estaba tumbado en uno de los sillones que había en esa gran habitación, mirando la tele que estaba en frente de estos, encima de un mueble

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En estos momentos estaba tumbado en uno de los sillones que había en esa gran habitación, mirando la tele que estaba en frente de estos, encima de un mueble.

Cada uno de nosotros cogió una llave al azar, no sé qué habitaciones les habrá tocado a los demás, ya que desde que llegamos, no he salido para ir con alguno de los chicos.

Llevamos en el hotel alrededor de dos horas y yo ya me estaba empezando a aburrir, había cambiado de canal tropecientas mil veces, no sabía que ver.

Podría haber vaciado las maletas mientras hacía tiempo y venia alguien a buscarme, pero me daba mucha pereza, aparte de que no me habían dicho cuanto tiempo estaríamos en este hotel, ya que tendríamos que viajar a nuestro nuevo destino.

Unos toques en la puerta me hacen levantarme del cómodo sofá, voy arrastrando los pies hasta llegar a la puerta.

—¿Quién esta tras la puerta y ha interrumpido mi tranquilidad? —Pregunto antes de posar mi mano derecha en el pomo y abrir la puerta.

—Tu queridísima hermana, a la que amas con todo tu ser —me habla mi hermana entrando a la habitación.

No me vuelve hablar ya que está bastante entretenida mirando cada rincón de la estancia en la cual es mía por no sé cuántos días. Sus ojos van a parar a mi mochila que está justo al lado del sofá. Debo decir que yo no sabía que me habían traído un macuto con mis partencias adentro.

—¿Ni siquiera has sacado nada para dejarlo en el armario? Mira que eres vago —me reprocha mi hermana.

—No me vengas a sermonear, que estaba muy a gusto viendo la televisión. Aunque me estaba empezando a aburrir —susurro la última frase.

—Seguro que has pasado tantas veces de canal, que ya has perdido la cuenta —me conocía más de lo que yo me conocía a mí mismo.

—¿Cómo lo has sabido? —Me delato a mí mismo.

—Te conozco, he vivido contigo por bastantes años —me recuerda.

Ahí tiene razón; hemos vivido bastantes años bajo el mismo techo junto a nuestros padres. Aunque debo decir que en algunas ocasiones, puedes vivir ciertos años junto a alguien y no saber nada de esa persona, sea por que sea.

—Tenemos que hablar hermanito —cambia radicalmente las facciones de su cara. Aquí viene lo que me temía. El interrogatorio —cuéntame sobre el tatuaje del libro viajo que pertenece a Cibor. ¿Habrá hecho él eso? Quiero decir...dejártelo de esa forma y debo decir, bastante curiosa.

Tenía la certeza que iba a venir de habar sobre ello, aunque no tan pronto; pero viniendo de ella me lo podría esperar. Sobre todo porque no podía esperar muchas horas ya que se hacía mil historias en su cabeza y de esas, la mayoría no eran ciertas.

Un resoplido salió de mis labios al ser consciente del rato que tendría que estar contándole. Aunque lo haya dicho horas antes en la calle frente a todos.

El mundo de ZarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora