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Estaba dentro de un sueño muy extraño

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Estaba dentro de un sueño muy extraño.

Corría por la tierra mojada que tocaba la planta de mis pies, que estaban descalzos. Llevaba un pantalón de chándal y una camiseta deportiva. No iba acompañado por nadie pero sí que había alguien persiguiéndome, no veía una figura de una persona en concreto, si no que se notaba una presencia no humana. ¿Qué seria? No tengo ni la más mínima idea. La sombra se desplazaba ágilmente entre los tantos árboles que yacían ahí. Al ser de noche no se podía apreciar mucho, no obstante la presencia tenía un poder hacia mi persona que me daba escalofríos.

No lo vi venir. La gran mancha que era esa sombra traspasó mi cuerpo haciendo que cayese a la tierra mojada perdiendo la conciencia.

Abro los ojos de par en par, tengo los ojos de un rojo escarlata intenso, lo puedo notar, tengo esa sensación extraña cuando me pasa. Tengo el ceño fruncido y noto mis colmillos más afilados de lo normal. Me incorporo en mi cama para poder respirar mejor ya que me he despertado muy deprisa.

Cojo las sabanas y las echo a un lado para poder bajarme de mi cama e ir a mi baño. Lo primero que hago cuando entro es ir al lavabo y abrir el grifo para poder echarme agua helada por toda mi cara. Cuando levanto mi rostro y me miro por primera vez en el día al espejo. Tengo la cara muy pálida, es como si no me hubiera dado jamás el sol. Sonrío mostrando mis dientes para poder apreciar mis dientes y para poder apreciar los colmillos, y si, eran más largos y afilados.

Percibía algo diferente en mí esta mañana y no podía decir el que exactamente.

¿Serán los colmillos? ¿Mi piel más blanca que la pared? ¿Las dos cosas?

Mis ojos van a parar a mi pelo que ahora brilla más, es de un verde demasiado intenso. No puede ser, ya de por si mi pelo es verde pero esto ya es exagerado.

Niego con la cabeza viéndome al espejo sin saber qué hacer. Apoyo mis dos manos en el lavabo y me miro a través del espejo mientras frunzo el ceño. Aprieto mis manos con fuerza; me estaba empezando a cabrear, no muy buena opción a estas horas.

Mi cabeza tenía ganas de romper ese espejo para que no me pudiese ver, pero reaccioné a tiempo.

Salgo del cuarto de baño, cerrando la puerta de la misma, de un portazo que creo que lo escuchó medio personal.

Me tumbo a mi cama boca abajo, hundiendo mi cara en la almohada. Mis brazos estaban estirados hacia los dos extremos de la cama.

Siento que abren la puerta pero no quiero mirar quien ha sido el que ha entrado a la habitación.

—¿Zarek? —no quería levantar la cara de la almohada. No quiero que me vean —. Tu pelo brilla más —se sorprende Minka.

—Me he dado cuenta —creo que no se ha entendido demasiado lo que he dicho porque la almohada amortigua mi voz.

El mundo de ZarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora