18.

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Martín Vargas.

Me desperté y me estiré con cuidado de no despertar a Luci que estaba profundamente dormida a mi lado, pero fue en vano porque con un pequeño movimiento que hice sus ojos se abrieron y se encontraron con los míos y me regaló una de sus lindas sonrisas.

—Buenos días preciosa —dije dándole un beso— ¿Cómo amaneces? 

—Buenos días mi amor —aquellas dos palabras "mi amor" saliendo de su boca eran un sonido precioso ante mis oídos— bien, ¿usted?

—Yo muy bien. —dije haciendo referencia a lo sucedido anoche— 

Ella se sonrojó y se escondió bajo la sábana, yo me reí y quité la sábana de su rostro.

—¿Quieres que pida el desayuno, o bajamos? —le pregunté mientras pegaba su frente con la mía—

—Mejor pídalo, hoy no quiero salir. —dijo sonriendo—

Se levantó y se puso mi camisa, tomó algo de ropa e ingresó a la ducha. Pedí el desayuno para ambos por medio de una llamada y en cuanto Lucia salió del baño llegó el desayuno.

—¿Puedes recogerlo? Yo me voy a duchar. 

Ella asintió e ingresé a la ducha. Mientras me duchaba pensaba en si ya debía decirle lo que quería hacer con mi carrera, era importante comentarle esto porque realmente iba a dar un giro nuestra relación.

Me vestí y salí para desayunar junto a ella, después de desayunar una ensalada de frutas nos cepillamos los dientes y nos acostamos para ver la televisión, yo estaba realmente ido en mis pensamientos. Volví a la tierra cuando sentí sus labios sobre mi piel, se sentó sobre mí pasando sus piernas al costando de mi cadera, sus manos estaban entrando debajo de mi camisa.

—Luci —dije para tratar de detenernos porque realmente tenía que hablar con ella, pero realmente sonó más como un jadeo—

Ella se deshizo de mi camisa y se movía lentamente de arriba hacia abajo, nuestros labios unidos en una fuerte lucha, nos separamos por falta de aire. 

—Lu, espera. —logré decir—

—¿Qué pasó? —dijo separándose de mí—

—Es que tengo que decirte algo —dije viéndola y ella asintió— pues estuve pensando y buscando qué hacer con mi carrera, y mientras buscaba en internet, encontré una buena oportunidad de trabajo.

—Eso es bueno ¿En qué trabajarás? —dijo sonriendo—

—De niñero, en Francia. —solté finalmente— 

La sonrisa que tenía en su rostro se esfumó, se bajó de mis piernas y se sentó en el borde de la cama, sabía que estaba molesta, siempre que hacía eso era cuando se molestaba pero no quería que la otra persona no se diera cuenta.

—No, amor, ven ¿Por qué estás molesta? —dije acercándome a ella—

—No estoy molesta —dijo sin voltear a verme—

—Aparte de ser su novio, soy su mejor amigo, no me mienta que yo la conozco. 

Se levantó de la cama, tomó su teléfono y salió de la habitación. Pasé mis manos por mi cabello y fui tras ella, no había avanzado mucho, caminaba lento, logré alcanzarla.

—Lu, —la llamé— Luci, —la volví a llamar— Lucia, mi amor, —le seguía llamando pero me ignoraba— bueno, usted lo quiso así. 

la tomé de las piernas y la cargué, ella golpeaba mi espalda, caminé nuevamente hacia la habitación, cerré la puerta y me senté en la cama con ella en mis piernas.

—¿Y bien? —dije viéndola— Preciosa, sé que esto le da un vuelco a todo, pero realmente no estoy cómodo con la carrera y es una buena oportunidad, entiendo que la distancia será bastante jodida pero nosotros podemos. —dije tomando su rostro en mis manos—

—Es que no es cualquier distancia Martín son 8599km, no es como que usted se esté yendo a Barranquilla.

—Oiga pero que lista —dije divertido pero solo me gané una mala mirada de su parte— pero nosotros sabremos llevarla, yo sé que sí, es más grande el cariño que nos tenemos. —dije besando su mejilla—

—Es que no quiero que te vayas, me harás mucha falta —dijo acunándose en mi pecho— 

—Obviamente tú también me harás falta, pero son seis meses nada más, sabremos manejarlo. —decía mientras peinaba su cabello—

—¿Cuándo te vas? —preguntó—

—La próxima semana —le respondí—

—Tocará aprovechar estos días —dijo aún en mi pecho— ¿Alguien sabe de esto?

—Todos, solo me faltaba usted, pero es que era muy difícil, sabía que esto iba a pasar.—dije pasando mi mano por su espalda—

—Quiero creer que seremos capaces de saber llevar una relación a distancia, va ser difícil pasar de vernos todos los días durante ocho años, a pasar a vernos solamente por una pantalla. —decía con su voz rota—

—Vamos a ser capaces, Lucia si fui capaz de guardarme que usted me gustaba durante dos años, que van a ser seis meses lejos. 

—Es que me deprime pensar en la falta que me hará abrazarte todos los días. —dijo viéndome—

—A mí también, verte, abrazarte —dije tomando su mano para acercarla más a mí— sentirte. —dije rozando nuestros labios—

—Me parece que esto ya va tomar otro rumbo. —dijo sonriendo—

—Puede que sí ¿usted que opina?

—Yo opino que está bien.

toma mi mano ; martín vargas [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora