23.

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Martín Vargas.

Iba en el avión, estaba demasiado ansioso, llegaría a Colombia a las ocho de la mañana, y probablemente llegaría desecho pero en cuanto toque el suelo de Bogotá iría a buscarla, me puse en conctacto con Irina, ella me ayudaría, le expliqué la situación y lo sucedido, le costó trabajo creerme pero igualmente cedió a darme la información de donde estaría Lucia, me había dicho en su casa porque ese día no tenían clases.

Después de la llamada de Simón, volvimos hablar y le explique, y me pidió disculpas por todo lo que me dijo, y que esperaba que Lucia me creyera.

Decidí dormir un poco en el avión.

-

Tomé un taxi hasta casa de Lucia, en cuanto se estacionó frente a la casa, bajé y le pedí que se dejara la vuelta, bajé mi maleta y toqué la puerta. La puerta se abrió y mi corazón latía a mil por hora, sentía que se iba a salir de mi pecho, apareció detrás de la puerta y en cuanto me vio me soltó una cachetada.

— ¿Usted qué hace aquí? —no negaría que aquellas palabras y el tono utilizado me habían pegado más fuerte que la cachetada que me soltó. —

—Necesito hablar con usted, explicarle lo que pasó. —dije tratando de mantener mi tono de voz firme.—

—¿Viene a explicarme como fue que se acostó con otra vieja? —dijo molesta—

—Lucia, por favor, permitame explicarle que fue lo que pasó. —le dije en un ruego.—

Ella se hizo a un lado y me dejó pasar, entré en su casa y me senté en el sofá.

—Lo que pasó fue que mis jefes me llevaron a una fiesta de su empresa, llevaban a Agustina, obviamente, es su sobrina, no le negaré que sí bebí, y perdí el conocimiento, y cuando desperté había una nota de Agustina diciendo que la habíamos pasado bien anoche.

—¿Y eso a mí que me importa Martín? No le da pena venir a decirme que la vieja le dijo que tuvieron una buena faena. —notaba como apretaba sus puños—

—Déjame terminar —dije haciendo una pausa— pero todo era mentira de ella, ella me mintió para que terminara con usted, mis jefes me lo dijeron, que fue mentira que estuve con ella, que ella y yo no hicimos nada, ellos nos estuvieron viendo todo el tiempo, te juro que no te fui infiel Lucia, por favor creeme. —dije llorando.—

Ella rió irónicamente y negó con la cabeza.

—¿Me crees estúpida? Ocho años de conocerlos y de verdad cree que yo voy a caer en su maldita labia barata, no soy tan boba, conmigo no sirven las mentiras, por favor váyase. —dijo caminado hacia la puerta—

—Luci es verdad, estoy aquí, diciéndote todo esto, te juro que es verdad. —dije tomando su mano, pero se alejó de mí rápidamente, como si mi tacto le quemara.—

—Diez horas de bueno y no se pudo montar una mejor mentira, es la excusa más barata que he escuchado, por favor váyase, no quiero saber más de usted. —dijo con su voz entrecortada—

—Lucia, ¿de verdad dejarás todos estos años botados?

—A usted no le importaron cuando estuvo con esa vieja, no me importan a mí ahora, última vez que le digo, váyase de mi casa, y olvide que yo existo. —notaba la rabia en cada una de sus palabras—

Entendí que por más que le dijera no me creería, y es que tenía razón, sonaba como excusa barata, y su dolor la cegaba aún más, no dije más nada, tomé mi maleta y salí de su casa, en cuanto crucé la puerta, tiró el portazo, tomé un taxi y fui a casa.

Llegué y subí hasta mi habitación y me dispuse a llorar y sacar este dolor que tenía en mi pecho, la perdí, no había vuelta atrás, ella ya no quería saber más de mí, y sé que a partir de ahora me eliminaría de su vida.

Mi mamá subió y me consolaba, le conté lo que pasó, y aunque dudó, decidió creerme.

—Ay mi amor, es que debes entenderla, ella está dolida, a mí me duele que se aleje de ti, ustedes han estado toda la vida juntos, y terminan su relación de esta manera, pero no podemos hacer más, un corazón herido no perdona ni cree. —decía mientras me abrazaba.—

Mañana mismo me devolvería a Francia, ya no tenía más qué hacer, ella no creía en mí y yo no había más remedio que aceptar lo sucedido, y afrontar la tusa que se venía, y más que tusa el dolor de perder a mi otra mitad.

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Iba en el avión rumbo a Francia, a cumplir con mi contrato, volvía pero esta vez iba roto, y desilusionado, con un dolor gigante en mi pecho, perdí a mi otra mitad, al mi complemento, al amor de mi vida.

toma mi mano ; martín vargas [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora